Alpinismo

Álex Txikon, asalto invernal a la montaña salvaje

El alpinista vasco quiere ser el primero en ascender el K2, el ochomil más letal, en la estación más dura

El K2, una de las montañas que más muertes se ha cobrado en la historia
Emilio V. Escudero

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Su forma triangular, casi perfecta, encierra en sí una belleza única. Situado en un extremo de la cordillera del Karakórum , lejos de los gigantes del Himalaya, el K2 se erige orgulloso e impenetrable a medio camino entre Pakistán y China . Sus paredes infinitas dibujan un paisaje vertical y vertiginoso. Majestuosidad que atrae y asusta a partes iguales. La segunda montaña más alta del mundo es la única que no se ha hollado nunca en invierno. Una barrera que el alpinista Álex Txikon está dispuesto a romper a partir del próximo mes de enero.

«Tenía muchas ganas de volver a escalar en Pakistán. Después de dos años yendo al Everest, me apetecía un cambio y creo que volver a esta zona, con la que tengo una deuda perpetua, era lo mejor que podía hacer», explica Txikon a ABC, que ha aparcado su reto de subir a la cima del mundo en invierno por esta ascensión inédita al K2. Pocos como él conocen las dificultades de escalar los grandes colosos alpinos en la estación más dura. « La montaña cambia mucho. Es más compleja. Muestra su cara más difícil , pero también la más bella. A eso se une un componente de soledad que en el K2 es aún más grande, porque apenas hay expediciones que lo señalen como un objetivo», afirma.

Frío y viento

De hecho, en los últimos 30 años solo cuatro han intentado ascender el K2 en la estación invernal. Todas ellas fracasaron. Krzysztof Wielicki, recientemente galardonado con el Princesa de Asturias de los Deportes , fue el primero en intentarlo, a finales de los años 80. Luego, ya como jefe de expedición, el polaco ha hecho otros dos intentos, uno en 2003 y el otro el año pasado. Entre medias, un equipo ruso buscó la hazaña en 2012. Todos fracasaron, incapaces de luchar contra las barreras climáticas que golpean al segundo coloso más alto de la Tierra. A sus paredes verticales, el K2 une en invierno un componente único . Por su situación especial, está expuesto a vientos que resoplan desde el círculo polar ártico.

«Las corrientes de aire hacen que cualquier ataque a la cumbre sea muy complejo. Es la gran dificultad de esta cumbre. La sensación térmica, en el campo 4, puede ser de 70 grados bajo cero », explica el alpinista. De hecho, una de las principales tareas de la expedición, además de aclimatarse bien, es la paciencia para esperar una ventana de buen tiempo. Algo que ocurre muy de vez en cuando en el Karakórum. « Hay inviernos en los que no hay siquiera esas dos o tres jornadas de buen tiempo consecutivas que se necesitan para alcanzar la cumbre », señala Txikon, que conoce bien la inestabilidad de la zona. No obstante, él fue uno de los tres pioneros que lograron la primera ascensión invernal al Nanga Parbat en 2016.

En aquella ocasión, Simone Moro y Ali Sadpara se unieron a él para alcanzar la cima de uno de los ochomiles más complicados. Fue un trabajo en equipo, similar al que podría darse esta temporada en el K2, donde una expedición rusa trabaja ya sobre el terreno para tratar de alcanzar el éxito durante los próximos meses. «La montaña es un lugar para compartir. Para unir fuerzas. Hace dos años, en el Nanga Parbat, nosotros teníamos la montaña bien equipada y accedimos a que nos acompañaran a la cima . Ahora creo que la colaboración puede ser buena para lograr el objetivo», señala el alpinista vasco, en cuya expedición se integran varios proyectos pioneros que buscan dar visibilidad al problema medioambiental en el planeta.

Volver al Everest

Está prevista la utilización de molinos eólicos y paneles solares en el campo base para minimizar el consumo de queroseno y se reciclarán todos los desechos generados durante los tres meses de expedición. Además, se instalarán varias estaciones meteorológicas para monitorizar el invierno en esa zona poco explorada.

Aunque los esfuerzos de Txikon estarán centrados en este inicio 2019 en el K2, su horizonte sigue apuntando hacia el Everest . Tras dos intentos fallidos de convertirse en el primer alpinista que lo escala en invierno y sin oxígeno -el sherpa Ang Rita lo hizo en 1987, aunque toda la preparación y el desarrollo previo al ataque a la cima fue en otoño-, el alpinista vasco espera volver allí el año que viene. « Es un proyecto que tenemos muy avanzado. Que nos gusta mucho y que seguro que intentaremos afrontarlo de nuevo en el futuro , pero ahora mismo solo podemos pensar en el K2. Un reto de gran dificultad, que confiamos en poder llevar a cabo con éxito», reconoce el español pocos días antes de poner rumbo a Pakistán para rozar el cielo desde la cumbre del K2 en invierno.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación