eSports

Abel Torres, el prodigio infantil de los simuladores

El piloto gallego de 'simracing' entra en la élite de las carreras virtuales con solo diez años

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A Abel Torres , como a tantos otros niños de diez años, lo que más le gusta en el mundo es tirarse al suelo y jugar con coches. Lo segundo que más le gusta son las carreras. Y ha sido así, jugando a las carreras de coches, como ha llegado a clasificarse para el Campeonato de España de Gran Turismo , uno de los simuladores de referencia en el mundo de los eSports por el grado de realismo que alcanzan tanto los vehículos como los circuitos.

Para lograr esta hazaña, este jovencísimo piloto gallego tuvo que superar en una fase clasificatoria a otros 800 candidatos de todas las edades. Abel logró el mejor tiempo de todos. «Lo que ha hecho es historia del simracing», relata a ABC José Iglesias , mentor del chico y capitán del Team Fordzilla , el equipo de la marca automovilística Ford para las carreras virtuales. «El suyo es un caso excepcional, me faltan adjetivos para describirlo. En doce años que llevo entre simuladores no había visto nada igual».

José Iglesias (mentor): «La primera vez que le vi pensé: ¿De dónde ha salido este monstruo? Es un caso excepcional»

Iglesias tenía decidido fichar a Abel incluso antes de que fuera posible. Aún no existía el proyecto que hoy en día coordina cuando vio un vídeo del pequeño en las redes sociales. Era de una subida virtual a Marín, el pueblo pontevedrés de donde es originaria su familia. «En las imágenes se ve a un pequeñajo de ocho años pegado al volante, con el trasero echado hacia delante para llegar a los pedales y estirando la mano para accionar el cambio secuencial. Iba rapidísimo, su habilidad y soltura no eran normales. Pensé: '¿de dónde ha salido este monstruo?'. Cuando salió el equipo de Ford lo primero que hice fue ir a Marín a hablar con sus padres».

El capitán del Fordzilla consiguió el visto bueno para fichar a Abel y lo inscribió en el Campeonato Español de Simulación (CES), donde el chico se acostumbró a rodar con las recreaciones virtuales de coches de más de 500 caballos. «Él es competitivo por naturaleza y tiene una capacidad de análisis fuera de lo común. Absorbe a toda velocidad la información que le das sobre estrategias y trazadas y es capaz de plasmarla en la pista en muy poco tiempo. A las pocas semanas de empezar a competir ya estaba a una o dos décimas de gente que corre campeonatos del mundo. Está a años luz de la edad que tiene».

Tanto a Iglesias como a Martín , el padre de Abel, les preocupa que lo que empezó siendo un divertimento acabe por ser otra cosa bien distinta. Quieren ir con pies de plomo. «Lo importante es que él lo sigue viendo como un juego. No se pone nervioso con las carreras ni se presiona. Está como si nada, le gusta ganar y es lo que intenta, adelantar coches y acabar el primero. Pero si un día se cansa será su decisión. Es pequeño para pensar en el futuro», explica su progenitor.

Martín Torres (padre): «No se pasa las horas delante de la pantalla, es un niño normal que va al colegio, hace deberes y juega»

Martín es el culpable de la afición de su hijo. «Me gustan los rallys y Abel se acostumbró desde muy pequeño a ir a los tramos. Con cinco o seis años ya sabía el coche que se acercaba solo por el ruido del motor». Lo siguiente fue comprar un volante y unos pedales para él, aunque enseguida tuvo que adaptarlos en un habitáculo de madera por la insistencia de su hijo en jugar. «No quiero que nadie piense que Abel se tira horas y horas delante de la pantalla. Es un niño normal, va al colegio, a inglés, hace sus deberes y cuando acaba él decide si quiere practicar un rato o jugar a otra cosa».

La vida real

A Abel , que salta de alegría con cada victoria de Hamilton y que se sabe de memoria cada curva del Infierno Verde de Nordschleife (24,3 kilómetros), le cayó como regalo de comunión un kart. Había que comprobar si el niño es igual de rápido sobre una pista real. «El año pasado fuimos unas cinco o seis veces y no se creían que nunca hubiera montado antes. Pero este año apenas hemos ido por la pandemia. Además, económicamente es inviable plantearse nada». De momento, su estrella seguirá brillando solo en el plano virtual.

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