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La última oportunidad para Purito Rodríguez

La contrarreloj de hoy en Burgos, decisiva para el líder de la Vuelta frente al candidato Dumoulin

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A Purito Rodríguez, tan menudo él, su madre tuvo que coserle a mano el primer maillot. Al crío le llamaban «Cacaíto», como aquel escalador colombiano de bolsillo. Con 12 años ya era una centella. Cuando él ya decía que «un día» iba a ser ciclista profesional, en Maastrich (Holanda) nació Tom Dumoulin, un bebé moreno y largo. El tiempo los ha cruzado en esta Vuelta que tiene a Purito de líder y que hoy disputa en Burgos una contrarreloj perfecta para que Dumoulin asalte el liderato. El reloj les mide distinto. Purito es consciente de que es la «última oportunidad» de ganar una gran vuelta. Y Dumoulin se sorprende cada día ante su «primera» posibilidad de sumar una carrera así.

No están solos. Majka, talento polaco, también debuta como aspirante. Y Fabio Aru, que ya ha sido segundo en el Giro, tiene a su favor al mejor equipo de la ronda, el Astana.

Como una sombra, a Purito le persigue un sambenito corrosivo: «El ciclista que perdió el Giro de Hesjedal, el que perdió la Vuelta de Contador, el que perdió el Mundial de Rui Costa...». Tras las lágrimas de esos tres días negros, el ciclista catalán le ha echado siempre humor a sus desgracias. Pasa página rápido. En el pasado Tour, nada más ver que no le alcanzaban las piernas para pelear la general, se dedicó a sumar etapas. A esta Vuelta, hecha para un ciclista como él, vino «a por todas». Tras quince etapas es líder, con 1 segundo sobre Aru, 1:35 sobre Majka, 1.51 sobre Dumoulin y ya más de dos minutos sobre Nieve, Chaves y Moreno. «Hay partido», suelta Purito, culé confeso.

«Si pierdo dos minutos vais a escribir muchas páginas en las próximas tres etapas», sorprende a los periodistas. Con esa pérdida, cedería el maillot rojo, pero estaría a un puñado de segundos de Dumoulin. A tiro de una arrancada. «En esas circunstancias me lo jugaría el todo por el todo». La página del podio final aún está en blanco. En la Vuelta de 2010 Purito era líder antes de la contrarreloj de Peñafiel. Se vino abajo. Le tragaron los viñedos planos de Valladolid. «Tras ese día, me dije: nunca más. Fue un desastre». Y empezó a amoldarse a la bicicleta de contrarreloj. «He trabajado mucho, he sufrido sobre la cabra», avisa. En la última Vuelta al País Vasco se quedó a sólo cuatro segundos del vencedor... Que fue Dumoulin. «Ufff. Para que ahora perdiera sólo ese tiempo, tendría que agarrarme a la moto, ja, ja». Su margen es mayor: casi dos minutos en la general. Se crece al hacer recuento.

«Cuando he visto el recorrido de la crono (38 kilómetros con algún repecho), me he dicho: Me gusta. Es rompedora. Me va». La pisó ayer. «Pensaba que iba a ser totalmente llana. Sin embargo, los primeros ocho kilómetros resultan muy duros, y la subida al Castillo rompe bastante. No la considero la típica contrarreloj plana». Es una etapa inquieta, como él. «No he hecho cálculos sobre lo que puedo perder. Yo debo hacerlo muy bien y los rivales, no tanto».

Se ve cerca de Aru y Majka. Teme una exhibición de Dumoulin, bronce en el último Mundial de crono tras Wiggins y Tony Martin. «Dumoulin es el candidato número uno para esta etapa. Anda pletórico, ha ido como un avión hasta ahora, pero imagino que sufrirá el estrés de verse por primera vez como aspirante a una grande», confía. Dumoulin tiene 24 años; Purito, 36, un tercio más. Ya se ha visto en lugares así. Templa su nervio. Es su ocasión. «En Marbella estaban Nibali, Froome, Nairo, Valverde… Ellos ya están eliminados y yo sigo aquí. He dado muchas veces al palo, pero no vendamos que pierdo esta Vuelta». Le pesa la edad, pero se encuentra en la misma situación que el joven Dumoulin: ante la gran oportunidad. Para Purito es probablemente la última.

Dumoulin le sonríe a la primera. Es un holandés tranquilo que disfruta de la jornada de descanso al sol de Burgos. Ya se siente vencedor, gane o pierda. Eso le hace más peligroso. «Pase lo que pase esto es un éxito para mí», dice. No parece afectarle la presión. «Mi novia también me quiere cuando acabo entre los últimos». Purito Rodríguez le saca 12 años; él le saca veinte centímetros. Coinciden en la meta: llevarse la Vuelta. «Verme aquí es sorprendente».

Sobre todo, tras la caída que le sacó del Tour. «Me disloqué y rompí el hombro. No podía hacer nada, así que dediqué el tiempo a estar con mi novia y a ver el Tour».

Reaccionó, se preparó en altitud y vino «mejor que nunca» a la Vuelta. Aunque se siente extraño tan arriba. Es primerizo. Hoy es su día: sabe que si no se viste de líder en la crono de Burgos será imposible que gane la Vuelta. Tampoco será fácil defender esa plaza si la consigue. «No disponemos del mejor equipo para la montaña que falta. Será muy difícil retener el liderato si lo pillo». Viene de ver el recorrido. Perfecto para él: «Me gusta. Es para mí». Las piernas largas de Dumoulin.

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