Un grave error político legal

José Antonio Rodríguez Canal

La alcaldesa de Gijón ha anunciado que el Ayuntamiento no prorrogará el contrato de concesión de la plaza de toros de El Bibio -era posible hacerlo por un año más, 2022- y que en lo sucesivo tampoco sacará a concurso la organización de espectáculos taurinos en el coso gijonés, que es de propiedad municipal. La legalidad de esa decisión -competencia de la alcaldía como órgano de contratación, como se encargó de subrayar Ana González- no evita que sea un grave error político cuyos efectos, en forma de onda expansiva, están por ver. Y revela una manifiesta inestabilidad de criterio en la alcaldesa, porque anteayer mismo sostenía, contra toda evidencia, y con inadmisibles acusaciones de mentir a quien discrepaba, que se había cumplido la norma de separación entre personas durante las corridas de toros de la reciente feria de Begoña, y apenas 24 horas después se agarra a un feble pretexto, los nombres de tres de las reses lidiadas el domingo, 15 de agosto -‘Feminista’, una, y ‘Nigeriano’ las otras dos- como casus belli para impedir de hecho que a partir de ahora haya toros en Gijón. A estas alturas ya debe saber que esos nombres, que sin trabajo alguno pueden ser considerados poco afortunados, no son una improvisación, sino que los heredaron al nacer, hace cuatro años, de sus madres respectivas. Hace años fue lidiado en El Bibio un astado de nombre ‘Marqués’, con el expresidente del Principado Sergio Marqués en la plaza, que se lo tomó con buen humor y fue aplaudido por el público.

No es infrecuente que se lidien toros con nombres que cabe calificar de inapropiados (‘Gitano’, ‘Asturiano’, ‘Republicano’, ‘Italiano’) ejercicio de mal gusto que no justifica, pero explica que esa clase de denominaciones, sin duda censurables, no es nueva ni exclusiva de los tres cuatreños cuyos nombres se utilizan como ariete para iniciar las hostilidades contra los toros en Gijón.

Sentado así que el argumento inicial es fútil, banal, inconsistente, para acabar con una costumbre centenaria, arraigada en la villa desde 1888, tampoco se tiene en pie que a continuación base su decisión la alcaldesa en la oposición o desafecto a los toros que dice apreciar en una mayoría social del pueblo de Gijón. Es una apreciación gratuita, sin base científica, que solo sería demostrable con una consulta a la población, un terreno pantanoso, porque tampoco está medida la aceptación popular de que se haga una inversión millonaria con dinero público en una instalación deportiva, El Molinón, para cederlo gratis a una sociedad privada, el Sporting, SAD, que paga a sus altos empleados -futbolistas, técnicos y consejeros- salarios inalcanzables para la gente corriente. Por esa vía se puede llegar al absurdo.

Lo que late en la intención abolicionista de la alcaldesa es una pulsión política o ideológica. Flaco favor le ha hecho al PSOE al citarlo en este sentido. Hay aficionados a los toros de derechas y de izquierdas. También en el PSOE, como lo fue Enrique Múgica Herzog, por citar a una personalidad cercana en el tiempo. Y Lorca fue paseado a la vez que dos banderilleros anarquistas. En el sur de la civilizada y democrática Francia el auge de los toros es notable. Y casi siempre con la ayuda de los ayuntamientos.

Se ha metido en otro charco la alcaldesa de Gijón. Después de tolerar, entre otros, el incumplimiento del contrato de concesión de la plaza, traducido en el aumento del 22 % del precio de las localidades, pasa a primer plano de la actualidad nacional con una decisión que, aunque parezca otra cosa, no acaba con los toros en Gijón. Oponerse esos designios les corresponde a los aficionados cabales, porque es seguro que no van a hacerlo los devotos del gin-tonic que solo tienen la plaza de toros como lugar para el bebercio.

Los toros son un espectáculo legal que ninguna alcaldesa puede prohibir y que aquí quedan en situación de veremos, hasta mayo de 2023, mes de elecciones locales. Mientras, absténganse salvadores de río revuelto. Ahí al lado, a 28 kilómetros, en Oviedo, alcaldes del PP acabaron con los toros, a base de regalar entradas, primero, y después al permanecer impasibles mientras se arruinaba el coso de Buenavista. Canteli lo ha dicho, no quiere toros en Oviedo.

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