Emilio de Justo sufre una durísima cogida con el primer toro y no puede continuar su encerrona en Las Ventas

Sufrió un traumatismo cervical de pronóstico grave al entrar a matar al buen toro de Pallarés, al que cortó una oreja; se hace cargo de la tarde el sobresaliente Álvaro de la Calle

Emilio de Justo, cogido al entrar a matar a su primer toro en Las Ventas De San Bernardo

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Calle Alcalá abajo se hablaba de toros. Como cada abril. Como cada mayo. Pero no, no era una tarde cualquiera. Un torero se enfrentaba al destino de seis toros. Su nombre: Emilio de Justo. Triunfador de la pasada temporada, con doble Puerta Grande consecutiva en Las Ventas, se retaba a media docena de bravos de distintas ganaderías. Este es el orden de lidia: Pallarés, Domingo Hernández, Victorino Martín, Victoriano del Río, Palha y Parladé.

De catafalco y plata apareció Emilio de Justo en el ruedo. Sobre la primera raya, la señal de la cruz y la mirada al cielo. Allí apuntó cuando los tendidos, casi llenos, le tributaban una ovación de gala.

Abrió plaza el de Palláres, un guapo cárdeno en el que el extremeño lentificó la embestida, templada ya. Bramaba la plaza ya desde el primer minuto a la verónica. No andaba sobrado de fuerzas el toro, que en el segundo encuentro -ni para un análisis literalmente- partió el palo y al salir del peto se pegó un tremendo volatín. Pedía calma el matador. El quite de la tarde llegaría de Jesús Arruga a José Chacón en el último par. Los dos se desmonteraron. De Justo brindó al cielo. Era el brindis más íntimo: en el nombre del padre. Y se echó la muleta a la izquierda, que ese parecía el pitón. Altos vuelos trajo la primera serie. Entre intermitencias la siguiente, pero siempre con enorme pasión y el alma puesta, con la intensidad de los pases de pecho -colosales- y unas trincherillas superiores en la última tanda. Qué clase tenía Romano. Y qué clase la de Emilio, pura entrega de principio a fin: se tiró a matar y sufrió una durísima cogida. Sobre el cuello cayó, y por ahí se metió el pitón en una dramática escena. Corrió De Justo del 8 al 6 y allí se desplomó. Ya de pie, lo revisaban las cuadrillas. Hasta que se lo llevaron a la enfermería. Con una estocada casi entera, murió el buen toro mientras al torero le pedían las orejas. Una le concedieron.

Pasados unos minutos, anunciaron por megafonía que, tras valorar su estado -traumatismo cervical, de pronóstico grave-, no podía continuar la lidia. El "oooohhh" de decepción fue unánime. Continuó la tarde el sobresaliente Álvaro de la Calle -que brindó al herido- con el toro de Domingo Hernández, en el que buscó el temple en verónicas y chicuelinas. Quiso agradar con el serio toro en distintos terrenos pero alargó demasiado y, ya con el toro más aplomado, algunos se impacientaron. Dejó con habilidad una estocada muy defectuosa y a la décima acertó con el verduguillo. Silencio tras dos avisos.

Menuda papeleta por delante para el sobresaliente, cosecha del 74. Brindó al público el de Victorino, ningún dechado de belleza. Se dobló De la Calle con el cárdeno, que se desplomó antes que pronto. La gente le pedía que lo matara pero el torero se sentía a gusto con el blando animal. Pinchó antes de media tendida y tuvo que descabellar.

Con una larga cambiada, cosidas a unas chicuelinas, saludó al de Victoriano del Río. Qué buen puyazo agarró Óscar Bernal. Quiso lucirlo De la Calle en el caballo. Y cómo se arrancó Duplicado. Ovación lujosa para el picador. Y rivalidad en quites de los sobresalientes -más sabrosas las chicuelinas de Jeremy Banti-. Prometía el toro y qué buena lidia le dio Chacón. En pie la plaza. Se desmonteró Chacón con Revuelta y Arruga tras el soberbio tercio de banderillas. En la distancia media se plantó el sobresaliente salmantino. Cómo galopaba Duplicado. No hubo dos como él. Se relajó con gusto en la segunda ronda. Y puso tierra de por medio en la tercera, crecido con el respaldo del público. No hubo entendimiento entonces. Le pedían que cogiera la izquierda y así lo hizo con un cambio de mano. Despacio el arranque natural. Metía el hocico Duplicado y Álvaro lo toreaba dignamente. Rodilla en tierra lo cuadró en la hora final. A cámara lenta entró a matar, aunque la colocación fue defectuosa. "¡Enhorabuena, ganadero!", gritaron a Victoriano del Río antes del aviso y los dos descabellos. La vuelta al ruedo concedieron al bravo Duplicado. Entre cierta división paseó el anillo De la Calle.

Quinto de la tarde, de Palha. Qué feo era. Y como era embistió. Deslucido todo con Santanero, que cantó la mansa gallina con la tarde desinflada ya. Tras un pinchazo hondo tendido, se tiró a matar de nuevo y dejó una estocada hasta la bola. El drama sobrevoló otra vez al resultar prendido, esta vez sin consecuencias. Saludó una ovación.

Última bala de la tarde, de Parladé. Y Álvaro de la Calle quería aprovechar la oportunidad de su vida. El gesto de irse a portagayola fue toda una declaración de intenciones. Se sucedieron los 'vivas' a España y Extremadura. Con una ovación despidieron al sobresaliente tras pasaportar con dignidad a sus cinco oponentes.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación