Castella y Arcila encandilan en el festival de Manizales

Ambos toreros fueron los triunfadores del tradicional festejo nocturno

Sebastián Castella pasea dos orejas Efe

Efe

El diestro francés Sebastián Castella junto al colombiano José Arcila se convirtieron en los grandes triunfadores del festival taurino de la 65 Feria de Manizales al cortar, cada uno de ellos, dos orejas.

Los de Ernesto Gutiérrez Arango fueron desiguales de comportamiento, con un notable quinto al que se premio con la vuelta al ruedo.

Castella volvió a usar el camino que más le gusta en Manizales, aquel que lleva al éxito. Y el torero local José Arcila le siguió los pasos. Ambos se convirtieron así en triunfadores del festival taurino que contó con lleno en los tendidos.

El festejo tuvo como apertura a un novillo que metió la cara y repitió en el templado capote de E nrique Ponce . En la muleta en cambio se quedó corto y fue mirón. Pero era Ponce y las cosas fueron a mejor, con mando y temple. Pinchazo y espada desprendida.

El segundo para El Juli , que comenzó con lentitud y se hizo pronto al mando sin despeinarse. Pero el novillo se apagó pronto y todo debió correr por cuenta del diestro español. Pinchazos, entera y silencio tras aviso.

El tercero, último de El Cid en Colombia, no mostró de aparición muchos arrestos. El torero andaluz se vio obligado entonces a tirar del animal en procura de lograr respuestas. De ahí salió una muestra de voluntad que si bien despertó el cariño de los tendidos no pudo contarse en términos de cantidad y calidad porque el de Gutiérrez no colaboró. Espada trasera y descabello. Palmas tras aviso.

Encadenados y rítmicos

Lecciones con el capote de Sebastián Castella sirvieron para darle la bienvenida al cuarto de la noche, que empujó en el caballo. En la muleta, francés dio casi de inmediato con la veta y las tandas de naturales y derechazos se dejaron venir encadenados y rítmicos, ante un ejemplar con mejor comienzo que final. Espadazo y dos orejas.

El torero local José Arcila se hizo presente en el quinto con lances que tocaron el techo de la plaza por su variedad y torería. La suerte de la silla revivió viejos tiempos y a partir de ahí todo fue redondo en temple y eco de los tendidos. Había un torero en el ruedo dueño de sí y de su futuro, con las notas del pasodoble de la Feria. Espada perpendicular y dos orejas a ley, como la vuelta al ruedo al toro.

David Martínez se estrenaba en este ruedo y los deseos de hacerse lugar en la afición de la Monumental asomaron desde el primer momento. Conectó con la gente en las banderillas puestas en lo alto. Con la muleta el novillo se paró y Martínez tuvo que echar mano de todos los recursos válidos en la lidia para sacar algún partido. Larga sesión de pinchazos y dos avisos entre palmas y protestas.

Pablo Aguado tenía puestos encima los ojos de la expectativa. El novillo punteó en las primeras suertes. Y lo siguió haciendo, solo que Pablo Aguado capeó, hasta donde pudo, ese temporal con garbo y mucho sitio. Espadazo, descabello y palmas tras un aviso.

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