Teatro Central

Phia Ménard, una de las grandes de la escena francesa, elige el Central para su presentación en España

El teatro de la Cartuja presenta también «La geometría del trigo», primera puesta en escena de Alberto Conejero

Un momento del espectáculo «Saison sèche», de Phia Ménard Jean-Luc Beaujault

Marta Carrasco

Por fin llega a España una de los artistas que más interés ha suscitado estos últimos años en la escena europea, Phia Ménard y su compañía Non Nova, que presenta en estreno absoluto en España en el Teatro Central de Sevilla, «Saison sèche» . La obra viene refrendada por el gran éxito que obtuvo en el prestigioso Festival de Avignon de 2018.

Manuel Llanes , director artístico del Teatro Central conoció el trabajo de Phia Ménard a través de un espectáculo para niños y adultos, «era "L'aprés midi d'un faune" un espectáculo hecho con bolsas de plástico, algo increíble, poéticamente impresionante. Fue en un festival en Francia y me impresionó. Después perdí el contacto con la compañía y hace dos años en Avignon ví que se hacía "Saison sèche", y en el se hablaba de cómo era destrozar la casa del patriarcado. Es un espectáculo que llevaba dos años intentando traer al Central. Es una obra donde se habla con los cuerpos, con la luz, con la escenografía, todo forma un cuerpo orgánico. Es hermoso en cuanto a discurso, pero también necesario en estos momentos».

El montaje de la obra, en palabras del director, «ha desbordado la escena y ha sido un reto para los técnicos del teatro», y dijo que era una «desmesura de escenario». Agradeció además, la colaboración del Instituto Francés , «es la primera vez que Phia Ménard actúa en España y sin esta ayuda no hubiera sido posible».

La escena es una caja donde en un espacio confinado, como encerradas hay siete mujeres en pie de guerra. Phia Ménard dice que La génesis de la pieza parte de una obra anterior, «Belle d'hier», «donde yo pedía a los intérpretes que lavaran y ordenaran la Humanidad, las mujeres ordenaban la sociedad para los hombres. Trabajé con un vestuario congelado, al final las mujeres, recuperan esos vestidos cuando se descongelan, los lavan y al final ella se dirigen a una caverna, donde vuelven a la matriz».

En ese momento la creadora se planteó cómo se cuestionaba la sociedad patriarcal y «ahí es donde tuve la necesidad de hablar de la violencia contra la mujer , por eso en esta obra siete mujeres destrozan la sociedad patriarcal».

Nacida en 1971 como varón, se inició en la escena con los malabares, la recitación y la danza contemporánea . Convertida en mujer en 2008, su investigación le ha llevado a los temas de identidad y comportamientos humanos, así como a de qué manera los elementos como el agua, el hielo el aire, influyen en los comportamientos.

Violencia

El hecho de haber sido varón le ha favorecido, según Ménard , para tener una mayor información. Ha tenido que construir, no sólo un cuerpo nuevo, sino un vocabulario propio, y confiesa que de no haberse convertido en mujer, «un espectáculo como éste quizás no lo hubiera hecho. Toda obra parte de un proceso de investigación largo, y a causa de que mi cuerpo ha cambiado es cuando he visto la violencia. Cuando vivía en un cuerpo de un hombre, estaba en el cuerpo del poder. Entonces yo era consciente de la violencia , pero no la vivía. Hoy sí la vivo. En el cuerpo de un hombre salía de noche del teatro y no pensaba que iba a tener problemas, ahora pienso en ello, antes no, jamás lo hacía. Era invisible. Ahora no, ahora soy visible. He pasado de cazador a presa».

El trabajo que realizado con las siete intérpretes «es comprender la sororidad, como un diálogo que yo hago con esas mujeres, porque yo quiero comprender los silencios. Comprender porqué les cuesta trabajo hablar y porqué resisten. Cuando estaba en la piel de un hombre ya era feminista, pero hoy lo sigo siendo, y puedo percibir el no reconocimiento y los caminos tan complicados que nos rodean. Para que las mujeres salgamos de la sumisión es necesario que los hombres se emancipen, es una cuestión de educación ».

La relación de los hombres en este espectáculo es desde el exterior, «nuestra identidad nos da los códigos de cómo comportarnos, y quizás no debería ser así. Hay que cambiar estos códigos. No funcionan», dice Phia Ménard, que califica la testosterona como «la cocaína permanente de los hombres. Yo con mi nueva identidad he perdido derechos, y he entrado en el lado de los heridos. Pero la ventaja es que nosotras tenemos la esperanza de poder tener el poder, no tenemos miedo».

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