Crítica de Danza

Un maravilloso concierto de bailes de Sevilla

Altano es el nombre de la primera obra de los andaluces Rubén Olmo y Eduardo Leal

Actuación de Rubén Olmo y Eduardo Leal Remedios Malvarez

Marta Carrasco

Dicen que Altano es el viento que sopla del mar a la tierra y de la tierra al mar. Por eso Rubén Olmo y Eduardo Leal han querido presentar su primera obra juntos con este nombre, porque de alguna forma los representa. Rubén Olmo, de Sevilla y Eduardo Leal de Almería, pertenecen a dos distintas generaciones de bailaores que se han forjado con los últimos maestros míticos de la danza española, y que han coincidido en el Ballet Flamenco de Andalucía, el primero como director, el segundo como solista.

Pero ambos querían como pareja hacer una obra conjunta, al alimón, sin destacar uno por encima del otro , sino todo lo contrario, destacando el uno del otro las aptitudes y cualidades.

«Altano» se ha estrenado en los Jueves Flamencos de Cajasol , un ciclo que por desgracia viene empequeñeciéndose y por el que han pasado grandes intérpretes, siendo siempre respaldado por el público. Ojalá se recuperase su programación anual que habitualmente llenaba un espacio necesario para el flamenco de cámara y mediano formato en esta ciudad. Roguemos.

Pero volvamos a «Altano» al que los autores han calificado como un «Concierto de baile ».

Rubén Olmo, premio Nacional de Danza 2016 está forjado en la Danza Española y en el Flamenco, y por eso su baile va, como el viento, de la tierra al aire constantemente. Técnicamente impecable, tiene una presencia escénica que deslumbra siempre. Eduardo Leal, a pesar de su marítimo nacimiento, está más pegado a la tierra, con una seguridad flamenca que le ha forjado como un gran bailaor.

Rubén Olmo y Eduardo Leal en la presentación de su obra, Altano Remedios Malvarez

El trepidante inicio por seguiriyas describió una raza de bailaores intensos y flamencos, que se ratificó con la recia soleá bailada por Eduardo Leal y el taranto de dulce cuño añejo de Rubén Olmo. Pero quizás hay dos piezas a destacar en este espectáculo. Una coreografía de Olmo «Llanto por Ignacio», sobre la obra musical de Rafael Riqueni, que hicieron al alimón, y que fue una de las bellezas de la noche. El baile de ambos, aire y tierra, la expresión, la composición escénica en un espacio que ofrece posibilidades limitadas , fue espectacular.

Y aún nos tenían reservada otra sorpresa, y es que en escena el magnífico compositor y pianista Alejandro Cruz interpretó la canción que le compuso a Angelita Montoya, que aquí cambia de título, en lugar de Mi ambición en cantar, transformándose por Mi ambición es bailar. Olmo y Leal con mantones de Manila, en esas composiciones coreográficas que tanto ha recreado el primero, compusieron una imagen plástica y dancísticamente hermosa que hizo que el respetable estallara en aplausos. Un gusto ver bailar así, una forma de bailar que deja recuerdos.

Los músicos, encabezados por el piano flamenco de Alejandro Cruz que nos deslumbró, y los estupendos David «Chupete», José Luis García «Cheo», y la guitarra de José Suárez, compusieron un magnífico atrás-delante, junto a las palmas de dos bailaoras, Sofía Suárez y Aitna Rouseau, quienes protagonizaron la flamenca pataíta del bis a pie de escenario.

«Altano» es una obra que debe verse mucho más , porque en ella no sólo se aprende cómo debe transmitirse el flamenco sin olvidar los cánones pero con un lenguaje actual, sino que nos transporta a universos donde se encuentra siempre la emoción, y eso es algo que nos hace mucha falta.

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