«La jaula de las locas»: libertad sin reivindicación

Àngel Llácer dirige y protagoniza el musical «La jaula de las locas»; Manu Guix es el director musical y Myriam Benedited es la coreógrafa del espectáculo

Una escena de «La jaula de las locas» ABC
Julio Bravo

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Felicidad es la palabra que utiliza Àngel Llácer para hablar de «La jaula de las locas» , el musical que dirige y protagoniza en el Teatro Rialto madrileño. «Realmente nos ha hecho tan felices este espectáculo –argumenta–: hacerlo, descubrirlo, cantar sus canciones, inventarnos la coreografía y la puesta en escena...». Felicidad también la que se transmite al público en este espectáculo que ha desembarcado en Madrid después de triunfar en Barcelona. Junto con Llácer, componen la «trinidad» creativa del musical Manu Guix (director musical) y Myriam Benedited (coreografía);en el reparto acompañan al actor, en los principales papeles, Iván Labanda, Ana Cerdeiriña, José Luis Mosquera, Ricky Mata y Oriol Burés. «Con esta obra vendemos felicidad –insiste Llácer–, le damos al público una inyección de alegría y de buen humor, algo que el público siempre busca».

La obra de Jean Poiret «La cage aux folles» es el origen del musical que, con el mismo título, se estrenó en agosto de 1983 en Broadway (donde estuvo más de cuatro años en cartel). Los autores eran Jerry Herman (letra y música) y Harvey Fierstein (libreto). Antes, en 1978, la obra ya se había convertido en película, protagonizada por Ugo Tognazzi y Michel Serraulte (en 1996 Mike Nichols dirigió la versión estadounidense). Cuenta la historia de Albin y Georges, una pareja homosexual que regenta un club, «La Cage aux Folles»; el hijo de Georges, Jean-Michel, anuncia que se va a casar con la hija de un político ultraconservador, y pide a la pareja que, por una noche, escondan su verdadera vida para presentarse ante sus futuros suegros como una «familia normal».

Canto a la libertad

«Es un canto a la libertad sin ningún tipo de reivindicación, una palabra que no me gusta –sigue Llácer–. Se ha dicho que “Soy lo que soy” –“I am what I am”, la canción central de la función, con la que termina el primer acto– es una canción reivindicativa;y no. Mi personaje, simplemente, explica quién es. No la canto desde la rabia o la impotencia, sino desde la humildad».

«Una de las cosas más bonitas de la función –interrumpe Myriam Benedited– es, precisamente, la actitud de Albin, que entiende hasta cuando es rechazado;le duele, pero lo entiende». «Más que ser una obra reivindicativa y beligerante sobre la homosexualidad, lo que cuenta “La jaula de las locas” es que lo principal en esta vida es querer, quererse y ser querido. Y que al final lo único importante es el amor; da igual a quién quieras o cómo lo quieras. Y eso era igual en los años ochenta y ahora».

«“La jaula de las locas”, básicamente, es una historia de amor –cierra Llácer–; la historia de una familia, de un chico que busca su sitio, de gente frágil... Y eso es algo con lo que siempre se empatiza. El público sale feliz del espectáculo. Todo acaba bien, hay emoción, hay risa, hay música... Pero yo confío en la obra, tenemos todos los ingredientes para que el público se lo pase muy bien».

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