LOPE DE VEGA

Danza en Sevilla: Estos hombres «Malboro» crean adicción

«La maldición de los hombres Malboro» es un alegato sobre los hombres hecho por una mujer

«La maldición de los hombres Malboro» Luis Castillo

MARTA CARRASCO

Son seis hombres hablando de sus sentimientos, de la falta de ellos, de la necesidad de ellos; hablan sobre la emoción, sobre la necesidad de llorar, y se preguntan: «me han dicho que sea un hombre, que no sea una mujer, ¿Qué queréis de mi?» .

«La maldición de los hombres Malboro» es un alegato sobre los hombres hecho por una mujer, Isabel Vázquez, que ha sabido convertir a un elenco de seis individualidades en un grupo coral en el que todos destacan conservando su personalidad. Los bailarines son la mayoría ex-alumnos del Centro Andaluz de Danza , hoy en diferentes compañías internacionales.

Estrenada esta obra en el claustro del Monasterio de San Isidoro del Campo el pasado Festival de Danza de Itálica, la intimidad de aquel pequeño espacio nos permitió apreciar otros detalles, pero ser perdía algo la espectacularidad de la danza por las dimensiones.

Sin embargo, en el teatro Lope de Vega la coreografía de Isabel Vázquez adquiere una enorme espectacularidad, apreciándose cada uno de los pequeños detalles y exigencias de los movimientos de los bailarines. La coreógrafa aprovecha cada centímetro del escenario, donde los saltos, giros y la danza área y terrena luce en todo su esplendor.

El elenco es fantástico. Consigue poner el acento en lo cómico igual que en lo dramático. El hombre «Malboro» es un reto . «Macho man», cantan los bailarines con muy buen tono para singularizar su virilidad, y hacen una danza maorí, la «haka», para sentirse guerreros; no quiere llevar un polo rosa, no queren bailar agarrados, no quieren señalarse las caderas... Pero hay una revelación, y el «macho man» se revela frente a una locución del Fary donde éste habla del « hombre blandengue, ese que no quiere la mujer ». Y el hombre se reivindica, no como hombre blandengue, sino como el hombre de las emociones, el que puede llorar, y Arturo Parrilla se mete en la zona del humor cuando habla y dice, «hemos aprendido hasta a bajar la tapa del váter»..., y se oye entre el público, «ole». «Sólo ví llorar a mi padre dos veces. La primera cuando el Betis bajó a Segunda» , relata Baldo Ruiz.

Hay mucha danza en este montaje donde proliferan unos magníficos dúos y grupos con música de los Balcanes donde existen muchísimas danzas sólo por y para hombres, en las que ellos acentúan con la voz los movimientos, como ocurre en esta obra.

«La maldición de los hombres Malboro» es una obra de madurez de una gran coreógrafa , que sin tapujos nos desvela el corazón de los hombres.

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