Coronavirus Sevilla

La cultura de Sevilla contiene el aliento ante la reducción de aforos y el horizonte de incertidumbre

Grandes escenarios como el Maestranza se quedan en 200 butacas mientras la evolución de la pandemia hace peligrar festivales y temporadas

El Teatro Central ya aplicó la reducción de aforos en la pasada Bienal de Flamenco Vanessa Gómez

Jesús Morillo

El sector de las artes escénicas , la música en directo y los espectáculos es, quizás, el más vapuleado de todos los que engloba la ya maltrecha etiqueta de la cultura a consecuencia de la crisis del Covid-19 . Esto no significa que el sector editorial o la producción cinematográfica no estén atravesando en estos meses unas particulares travesías en el desierto, pero en lo tocante a las artes escénicas apenas ha llegado una cierta recuperación veraniega, en buena medida gracias a las contrataciones públicas, cuando han regresado desde final de octubre nuevas restricciones a las ya conocidas de aforo e higiénico-sanitarias.

El cierre perimetral de todos los municipios de la provincia de Sevilla, unido a las nuevas limitaciones horarias , con toque de queda a las 23 horas, y las restricciones de la Fase 4 de medidas frente al coronavirus aprobadas la semana pasada, han dificultado un poco más el ya complicado acceso del público a los espectáculos, alejando aún más a los espectadores potenciales

La imagen de l Teatro de la Maestranza limitado a doscientos espectadores cuando el pasado domingo se alzó el telón de su temporada de ópera con «Così fan tutte» habla por sí sola, pero también la última rueda de prensa ofrecida el pasado martes mismo por el director del Festival de Sevilla de cine europeo, José Luis Cienfuegos , en la que las preguntas más recurrentes fueron si el certamen tendría que suspenderse en caso de un nuevo confinamiento o el cierre de todos los servicios que no fueran básicos, incluyendo la cultura.

Porque si estas limitaciones dificultan la vuelta de los espectadores a los teatros y los festivales, un horizonte de incertidumbre como el actual, donde todas las posibilidades parecen abiertas, incluida la suspensión de la actividad, terminan de complicar un panorama incierto para el desarollo de la actividad cultural.

Es cierto que un porcentaje de los espectadores, como señalan todos los gestores culturales entrevistados, tienen miedo , algo lógico y humano, pero también lo es que también hay un sector que siente la necesidad de desconectar de una realidad en la que las malas noticias están a la orden del día través de una obra de teatro, una ópera o un concierto.

Prueba de ello, es que la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) estaba registrando una alta ocupación en un Teatro de la Maestranza con un aforo reducido a 800 localidad es o que espacios como la Sala Cero contaban muchas de sus funciones con llenos, también con reducción de localidades. Esas ganas de espectáculo también se extendían al público familiar, ya que el Teatro Alameda ha registrado una buena entrada en su primer espectáculo de la temporada.

Para ello, todos los espacios escénicos han trabajado en difundir una idea de cultura segura, mejorando sus sistemas de ventilación, con renovación de aire constante, y entradas y salidas muy ordenadas y progresivas, entre otras medidas.

«El público que viene al teatro lo hace porque lo necesita », señala el director del Maestranza, Javier Menéndez , destacando el papel de aliado de la cultura para sobrellevar unos tiempos difíciles y del esfuerzo de las instituciones para poner en escena unos espectáculos que, con las actuales limitaciones de aforo, no son rentables en el tiempo y que van a descuadrar los balances de estos espacios.

Un momento de la producción de «Così fan tutte» que ha estrenado el Maestranza J. M. Serrano

La reducción del público potencial a solo el de la capital, al estar cerrados perimetralmente todos los municipios de Sevilla, lo sufrirán todos los espacios desde los más amplios, como el Maestranza y el Lope de Vega , a los más reducidos. Estos últimos no se van a ver tan afectados por la nueva normativa, como el Teatro Central, el Espacio Turina, el Teatro Alameda y las salas independientes, como Sala Cero, La Fundición, TNT, Viento Sur o Platea . Sí les afectará, como a todos los espacios escénicos, el toque de queda, que ha obligado a adelantar en al menos una hora el inicio de los espectáculos, para tener desalojado a las 22 horas.

Menos público potencial

Este adelanto de los hor arios no debe tener, en principio, un efecto disuasorio para los aficionados al teatro o la danza, ya que es una «actividad de tarde noche», señala el gestor de Platea, José María Roca , también director del feSt , el festival de teatro independiente de Sevilla que mantiene sus fechas de celebración para este otoño.

Roca considera que a los escenarios les puede afectar más la pérdida de ese público de la provincia . «En lo pueblos un fin de semana en tiempos normales se puede ir a ver un partido de fútbol en un bar, ir al cine, tomar una copa... pero el teatro es algo más de una ciudad y que difícilmente se reproduce en los pueblos. Hace años hicimos una encuesta y un porcentaje significativo venía de otras localidades».

La pregunta que surge ante este panorama, en el que la iniciativa privada aguanta incluso con pérdidas para no desaparecer y la mayoría de espectáculos se mantienen por el apoyo de las administraciones, es hasta cuándo pueden resistir no solo los espacios escénicos, aún a sabiendas que estarán en números rojos a final de temporada, sino todo el tejido productivo.

«El mantenimiento de esta situación en el tiempo es inviable económicamente », advierte Javier Menéndez. El director de Platea lo resume más gráficamente: «Si esto sigue así, se va a llevar más gente por delante que la crisis de 2008».

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