«La traviata» en tiempos del Covid-19

El Teatro Real reabre sus puertas con una producción de la ópera de Verdi marcada totalmente por la pandemia

Artistas y responsables de la producción de «La traviata» posan en el escenario del Teatro Real Javier del Real
Julio Bravo

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Según el libreto original de « La traviata », Violetta Valéry muere de tuberculosis, una de las enfermedades más temidas en el siglo XIX. En la producción de la ópera de Verdi que levantará el telón del Teatro Real tras el estado de alarma, su protagonista morirá sola, aislada, víctima de una enfermedad vírica que exige distancia social -a buen entendedor...-; su amante Alfredo Germont no podrá acercarse a ella ni abrazarla en la hora final. Y es que Leo Castaldi , el director escénico de esta singular producción -que Joan Matabosch , director artístico del Teatro Real, insiste en definir como un «concierto semiescenificado»-, no quería permanecer ajeno a la situación que se vive estos días. «He querido hacer de los protocolos que hemos de seguir en escena los elementos del lenguaje», asegura Castaldi, que estaba contratado en principio para poner en pie la aplaudida producción de Willy Decker . Para subrayar su idea, Castaldi ha dividido el suelo del escenario en visibles cuadrículas, cada una de dos metros cuadrados -«cada cuadro es una especie de isla», explica el director italiano-, que permitirán a solistas y coro (medio centenar de personas) mantener las pertinentes distancias; los solistas se moverán en 100 metros cuadrados, sin contacto físico entre ellos: mientras que el coro ocupará 260 metros cuadrados y los dieciséis músicos de la banda interna utilizarán durante su actuación, 60 metros cuadrados.

También los músicos tendrán la separación necesaria; para eso se ha abierto el foso para darle su mayor capacidad , 140 metros cuadrados (que se emplearía en óperas como «Elektra», de Richard Strauss), donde la plantilla que pide la partitura de «La traviata», cincuenta y seis músicos, trabajará con suficiente distancia; ésta se reforzará, además, con paneles acústicos delante de los instrumentos de viento.

Se ofrecerán, del 1 al 29 de junio, veintisiete funciones. En principio, el aforo será del cincuenta por ciento (869 espectadores), que podrían incrementarse hasta el 75 por ciento a partir del 6 de julio. Nicola Luisotti , director musical invitado del Teatro Real, estará en el podio en veintiuna funciones, y Luis Méndez Chávez lo hará en seis. Cinco sopranos, cuatro tenores y cuatro barítonos interpretarán los tres papeles protagonistas: Marina Rebeka, Ruth Iniesta, Ekaterina Bakanova, Lana Kos y Lisette Oropesa encarnarán a Violetta; Michael Fabiano, Ivan Magrì, Matthew Polenzani e Ismael Jordi se alternarán como Alfredo Germont; y a su padre, Giorgio Germont, lo interpretarán Artur Rucinski, Nicola Alaimo, Luis Cansino y Javier Franco .

El trabajo de producción de esta ópera ha sido más laborioso si cabe que el de otro título. El 11 de mayo comenzaron en el teatro los «grupos de trabajo de adecuación Covid» -que incluyen un comité médico formado por cinco especialistas-. El 1 de junio se reanudó la actividad en el teatro, y cuatro días más tarde llegaron los cantantes de países de la Unión Europea. El 15 de este mes comenzaron los ensayos , a los que se sumaron tres días más tarde los artistas de fuera del espacio Schengen -de los protagonistas, falta por llegar aún Lisette Oropesa-.

Esta «Traviata» será especial por muchas razones. Para todos sus responsables, artísticos y técnicos, será una manera de espantar el miedo. «Los teatros -dice Matabosch- tenemos la obligación de ayudar a conquistar la normalidad. Esta «Traviata» se puede hacer y la vamos a hacer». «Hemos derrotado al miedo», asegura la soprano lituana Marina Rebeka. « La música ayuda a superar las mayores crisis ; los artistas somos esenciales y ponemos nuestro talento al servicio de los demás», subraya el tenor estadounidense Michael Fabiano. Y es que la música, resume Luisotti -que el 23 de febrero, ya vestido de frac, vio como se suspendía la función de «Il trovatore» en la Scala, primer teatro de ópera en cerrar sus puertas, y ahora ocupa el podio del primer teatro que reabre-, «nos hará sentir unidos como si pudiéramos abrazarnos. La música será nuestro abrazo».

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