Taylor Swift, el lado oscuro de la mayor emperatriz del pop

La cantante estadounidense, que hoy cumple 30 años, ha amenazado con demandar a todo aquel que se interponga en su camino

La cantante en la alfombra roja de «Billboard Women in Music» REUTERS

Nacho Serrano

La primera vez que Taylor Swift concedió una entrevista a ABC fue en marzo de 2011, pero no ocupó las páginas culturales ni de ocio, sino las del suplemento infantil Abcnclase. Ya había publicado tres discos, uno de ellos el más vendido del año en Estados Unidos (y el más premiado de la historia de la música country ), pero en España no la vimos venir en ese momento. Tampoco un servidor, que charló amistosamente por teléfono con ella sin imaginar ni remotamente que acabaría convirtiéndose en la mayor estrella planetaria de la década. «Tengo suerte por conocer la felicidad», decía el titular de la artista, que por entonces tenía 21 añitos.

Una década después se ha convertido en la cantante que más dinero gana del mundo, apoyándose en un repertorio de pop de masas y en la construcción de un relato heroico protagonizado por una dulce niña prodigio criada en una granja, que tuvo que luchar contra los malvados de la industria musical (su ex manager, con el que sigue peleand o por los derechos de sus primeros discos), del gremio (Kanye West, que la ridiculizó de forma gratuita en una entrega de premios) y de la sociedad (los acosadores que le han perseguido y que incluso llegaron a entrar en su casa) para cumplir sus sueños de convertirse en superestrella, y que además apoyaba el movimiento LGTBI, el ecologismo y las causas humanitarias . Una criatura pop impecable. Pero todo imperio tiene su lado oscuro.

Para empezar su padre no era precisamente granjero, sino un broker de Merrill Lynch que le había comprado una casa de campo a uno de sus clientes. Sin embargo, esa es una licencia menor en la fábula de Swift. Cuando empezó a tener éxito en Estados Unidos, su equipo de publicidad decidió vender la historia de que era una guitar-hero innata que había aprendido a tocar el instrumento de forma autodidacta . Pero en 2015, un hombre llamado Ronnie Cremer creó una página web llamada ITaughtTaylorSwift.com (Yo enseñé a Taylor Swift), en la que aseguraba que le había dado clases de guitarra entre los años 2000 y 2001. Los abogados de Swift pusieron el grito en el cielo por el uso del nombre de la artista, y por el perjuicio que el contenido de la web podía ocasionar a la historia «oficial» de la diva.

Así que lo hablaron con ella y decidieron amenazar a Cremer con una demanda. Pero pasaron por alto un detalle: en un DVD promocional de 2009, la propia Swift contaba que aprendió a tocar la guitarra por un «capricho del destino». «Yo tenía doce años, y estaba haciendo mis deberes mientras un técnico informático reparaba mi ordenador. Él vio mi guitarra en una esquina y me preguntó si sabía tocar, y le dije que no. Entonces me preguntó si quería que me enseñara unos acordes, y yo dije: "Oh, sí, ¡sí!"» . A raíz de esto, el periódico neoyorquino Daily News publicó una entrevista con Cremer, en la que relató que Swift convenció a sus padres para que aquel humilde informático que sabía tocar la guitarra siguiese dándole clases. «Estuve yendo dos veces a la semana durante dos años, cobrando 32 dólares la hora» , explicó. Pero Swift no se detuvo, y la web tuvo que cerrar ante el ultimatum de sus abogados.

La rubia de Pensilvania ha amenazado con demandar incluso a sus fans . En 2015, se convirtió en la primera cantante de la historia que registró como marcas frases sueltas de las letras de sus canciones . Pero hubo un grupo de seguidores que no lo sabía, y estuvieron a punto de pagarlo caro. Cuando la gira de Swift iba a pasar por su ciudad, decidieron hacer unas camisetas en su honor con un verso de la canción «Shake it off» y las pusieron a la venta en Etsy (una tienda online donde se pueden vender productos hechos a mano, originales, vintage y artesanías en general), sin otro ánimo que el de formar un grupo de gente que acudiese al concierto vestido de la misma forma. Pero a Swift no le gustó un pelo y los fans recibieron una notificación de su equipo legal. «Las hicimos por diversión, amamos a Taylor y tenemos muchos amigos que también la aman. Nunca lo hicimos para ganar dinero. El precio de cada camiseta sólo cubría el coste de fabricación. Ni siquiera tenemos suficiente dinero como para un abogado y esta parecía una idea inofensiva y divertida» , lamentaron los asustados seguidores, que obviamente se echaron atrás.

Swift ha pecado de atacar a los más débiles en más ocasiones. También en 2015, los locutores de un podcast llamado Citizens Radio recibieron noticias de sus abogados . ¿El motivo? Ni siquiera habían puesto su música (al no ser radios oficiales, no tienen autorización para pinchar lo que quieran online), sólo habían recitado varios versos de la canción «Wildest Dreams». Su locutora, Allison Kilkenny, explicó que tuvieron que cerrar el podcast tras recibir una carta de cese y desista enviada por los letrados de la artista. «Ayer, CitizenRadio fue eliminado. Taylor Swift, ¿sabes que tu gente está acosando a podcasts? Por cierto, ¿cómo sabéis que recitamos letras de tu canción? ¿Tu gente escucha todo lo que hacemos? ¿Tiene Swift un ejército de escuchadores de podcasts? ¿Significa esto que su equipo escucha todos los podcasts donde se la menciona?».

A Swift tampoco le gustan las bromitas, y una jocosa artista australiana pudo comprobarlo en primera persona. Todo empezó cuando Kanye West publicó en 2016 la canción «Famous», en la que mencionaba a Taylor como «that bitch» (esa perra). Ella reaccionó mostrando públicamente su enfado con el rapero, pero éste replicó asegurando que ya había hablado con ella por teléfono sobre la canción, y que le había dado su permiso. Swift negó que hubiera dado autorización alguna, y fue entonces cuando la cosa se calentó . Kim Kardashian , la mujer de West, grabó en vídeo el momento en que su marido mantuvo la conversación de marras con la cantante, y lo publicó en las redes sociales. Swift enfureció y amenazó con demandar a la pareja, pero ya había quedado desenmascarad a (además, la demanda nunca se llegó a realizar). Por eso, la mencionada artista australiana decidió hacer un irónico mural para conmemorar la muerte de la «inocente Taylor» . Pintó el rostro de la cantante, y añadió la leyenda «In loving memory of Taylor Smith, 1989-2016». No, lo de Smith no es una errata. La artista tuvo la ingeniosa idea de modificar un par de letras para protegerse de los más que posibles ataques legales de la superestrella estadounidense. Pero ni por esas. Una semanas después, el diario USS Weekly reportó que la artista había recibido una carta de los abogados de la cantante, amenazando con una denuncia si no eliminaba el mural. Al día siguiente, la pintada estaba borrada , y el imperio de Taylor Swift seguía a salvo.

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