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Nek: «Jamás cantaría con Berlusconi»

Tras un pequeño bache personal y de salud, el cantante italiano regresa a los escenarios a bordo de su nuevo disco

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Filippo Neviani es un hombre que está poniendo orden en su vida. Su padre falleció por un cáncer hace tres años y hace dos sufrió un edema en las cuerdas vocales que le ha mantenido lejos de los escenarios. Al mismo tiempo se ha reencontrado con Dios y el nacimiento de su hija Beatrice le ha devuelto la ilusión. Neviani, más conocido como Nek (Sassuolo, Italia, 1972), dice que está enfrentándose en estos días a la transformación de su mundo: quiere dejar de lado al personaje, para mostrarse tal y como es.

— ¿Qué te aporta ese proceso?

—Una sensación de poder transmitir quién soy, de que no quede nada sin decir ni sin hacer. Estoy en un periodo de mi vida en el que ya no busco el gusto de la gente, quiero conquistar siendo yo mismo.

Con mi esencia, mis defectos y virtudes.

Hace ahora 18 años que participó en el Festival de San Remo con la canción «Laura non c'è» («Laura no está») que logró trascender fronteras. Un éxito que poco podía sospechar entonces aquel joven de 25 años que tomó a Sting como su gran influencia musical.

En febrero, Filippo Neviani regresó a San Remo con la canción de la cantante italiana Mina «Si telefoneando». Hizo el viaje de vuelta. Su nueva entrega discográfica no sale indemne del proceso en el que está volcado. «Antes de que hables» es una colección de once canciones melódicas que hacen un repaso por su vida privada, sus errores, sus pasiones y sus conquistas: «Es el más autobiográfico», dice el cantante. Nek concede una entrevista a ABC en la Plaza Santa Ana de Madrid. Aparece con el aspecto de un Capitán Haddock de ojos azules y barba canosa. Guapo, fuerte y, hoy, con una sonrisa desenfadada.

— ¿Qué pasa «Antes de que hables»?

— Los gestos. Antes de que hables, abrázame. Si yo te abrazo no tengo que explicarte nada.

— En el anterior disco, «Nuevas direcciones», también apostaste por canciones directas a los sentimientos.

— Pero este es mucho más positivo. Habla de la vida, del amor, ese motor tan grande que mueve el mundo. Habla también de asuntos sociales, porque toco la indiferencia, pero no desde un punto de vista negativo si no con el foco puesto hacia la búsqueda de una solución.

— Incides en la indiferencia hacia los menos favorecidos, incluyendo a los inmigrantes. Precisamente estamos en un año dramático en el Mediterráneo...

Nek se revuelve en el asiento de cuero marrón de la terraza del ático del Hotel ME. Hace calor y sus ojos se achican por el sol, intentando enfocarse en los de su interlocutora.

—El problema es la falta de solidaridad en Europa. Cada país tiene sus propias preocupaciones, pero la solución no llega mirando hacia otro lado. Muchos de los que alcanzan nuestras costas son hijos de guerras y si yo hubiera nacido en ese contexto intentaría hacer lo mismo. Si me encontrara con un muro pensaría que los europeos no son civilizados. Tenemos la obligación de ayudarnos entre todos para solucionar esta tragedia.

— Tú has puesto tu granito de arena en el terreno humanitario. ¿Qué labor desempeñas?

— Colaboro con la ONG «Nuevos Horizontes» y ofrezco mi música en conciertos solidarios, fundando mi labor en la esencia espiritual. He podido ver a muchas personas cerca de la muerte que han revivido al encontrar su identidad. Después de todo este tiempo, he llegado a la conclusión de que si estamos atentos a lo que pasa a nuestro alrededor, mágicamente cambia todo. Si poco a poco conseguimos que el amor se expanda, podemos conseguir una revolución.

Nek pronuncia la palabra revolución con fuerza. Tiene un discurso apasionado. Antoine de Saint-Exupéry le hizo decir a El Principito que «lo esencial es invisible a los ojos», frase que el cantante italiano utiliza para explicar su canción «Invisible». Habla de su fe, un ejercicio de búsqueda de la serenidad en los momentos difíciles. «La fe es no morir totalmente y vivir cuando todo lo material muera».

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