Auryn llega a México tras haber logrado un nuevo número uno en España con «Circus Avenue»

Poco, nada tienen que ver con ese guitarrista cirrótico al que la crítica alaba semana tras semana su show para tres camareros y el propio crítico, con el que comparte paquete de tabaco negro, en un bar de Malasaña. Nada con otros artistas que disfrutan de éxito de ventas y buena crítica a partes iguales. Pero cada nuevo trabajo aparece semana tras semana en las listas de ventas oficiales, ora el número uno, ora el 15, para retortijón de quienes les ignoran.

Se llaman «Auryn». Inútil buscarlos en la Wikipedia porque las constantes intervenciones de sus fans en su perfil en castellano han hecho que la página sea deshabilitada.

Blas Cantó, Ricote, (Murcia),1991; Daniel Fernández, Alcázar de San Juan, (Ciudad Real), 1991; Álvaro García-Gango, Alcalá de Henares, (Madrid), 1989; David Martín, Granada, 1988 y Carlos Pérez, Alicante, 1991, son la banda que lleva cinco años buscando «el reto de sorprendernos a nosotros mismos y dar lo mejor que tenemos, y es bueno que todavía conservemos esa esperanza de tener un número uno.

No te lo esperas nunca y va llegando...».

Así a primera vista uno se explica el éxito yendo a lo evidente. Ante las preguntas se hallan cinco guapos de póster. Ante las respuestas cambia el criterio: Auryn es una banda de músicos con formación y experiencia (algún paso por el conservatorio, trompeta, mandolina, piano, canto, coros, teatro, orquestas...) con las ideas bastante más claras de lo que se le supone a unos tipos de veintitantos.

«Cuando sacamos la reedición de este disco, no sabemos a dónde va a llegar. Evidentemente sacamos todas nuestras armas, pero no estamos confiados, no decimos "bueno, va a llegar al número uno seguro así que..." en absoluto. Sabemos que hay que seguir currando y que nunca sabes qué es lo que va a pasar», cuentan atropellándose con las respuestas que todos quieren dar.

El número uno ya lo tocaron en España en su primera semana en la calle. Ahora la gira les lleva a México, donde ya no son, ni mucho menos, unos desconocidos.

«Claro que somos una boyband»

Son una«boyband», término que saben que ha arrastrado a lo largo de los tiempos etiquetas negativas. Pero que usan con una lógica indiscutible «somos una banda y somos cinco chicos». La diferencia con otras exitosas bandas de guapos bailando son muchas: «no nacimos de un casting ni somos chicos con cuerpos esculturales, sino chicos normales que nos gusta la música y que miramos nuestra profesión con perspectiva de futuro».

Los cinco despliegan una natural simpatía. Y hablan, de cosas tan extraordinarias como que a la puerta de la discográfica haya -es martes, un martes cualquiera- un buen puñado de fans esperándoles, con la normalidad de quien ya ha asumido su papel. «Bueno, yo hay días que no me apetece, me compro las películas por internet»..., admite David sobre el constante asedio que sufren, ya vayan solos o todos juntos. Aunque salen por los mismos sitios que han salido siempre, para no transformarse en unos marcianos porque «cuanto más excéntrico eres y más te quieres esconder más complejo es..», ahora, «hasta al pasar al lado de una iglesia nos asaltan las señoras, claro, como vamos tanto a María Teresa Campos...», bromea Carlos.

«Nosotros trabajamos para la música», reivindica Dani. «Hay gente que hace música para publico joven sin creerse ni ellos mismos lo que hacen. Nosotros estamos muy encima de nuestro productor, de nuestra gente, diciéndoles qué es lo que quiere Auryn».

De la autoedición a Warner

En realidad no son sólo palabras. Lo cierto es que ellos mismos se remangaron y pusieron al frente de los fogones en lo que fue su primer álbum, autoeditado, y que les trajo un contrato con Warner.

Y ese número uno constante tiene bastante que ver con la honestidad. «Muchos cantantes que se han dirigido a un público joven -aunque nosotros ahora tenemos de todo- es que se creen que este público consume todo, le des lo que le des, y no es así. Cuando sacas un disco tienes que velar por las canciones, pensar qué haces, en tener una coherencia. Nos siguen por la música», insiste Carlos.

Aseguran que han venido a quedarse, «cuando llevemos 20 años en la música queremos mirar atrás y pensar, 'qué buen primer disco hicimos con lo que teníamos, qué buena evolución del segundo'».«Sí. -interrumpe Blas- Llevamos 5 años. Me veo 30 y 50 años. Yo me meto en casa y me muero. Hasta los 90 en un escenario».

La escucha de «Circus Avenue» confirma las sensaciones del encuentro personal. Gustos de cada cuál al margen, las doce canciones del álbum son un buen conjunto de melodías cuidadas, producción estudiada y voces estéticas y ajustadas. Si se quiere poner un pero, está a ratos en una pronunciación que delata a veces que no son nativos. «Es que el estilo de la banda pide canciones en inglés», dice Álvaro. «Sólo ha acertado Zahara, La Oreja de Van Gogh, Merche o Vega...» al escribir para ellos en español. Porque aunque componen, «no nos empeñamos en que vaya una canción porque es nuestra. Elegimos simplemente la mejor».

No fueron a Eurovisión y hoy lo agradecen «porque no estaríamos hablando». Y vista la carrera de otros representantes, tampoco serían número uno. De hecho «nos lo han vuelto a ofrecer, pero...», desvelan .

Y aunque nada por separado explica el rotundo éxito de esta joven banda, una hora con este quinteto en el que «cada uno tiene su parcela y al final todo ha ido encajando solo», y donde «la figura del liderazgo es la democracia», da alguna pista de que no es del todo casual.

Se despiden disculpándose: «Apestamos a una mezcla de perfumes, pero es que vamos a sacar nuestra propia línea y hasta en eso nos implicamos». Huele, como no, a otro éxito a la vuelta de la esquina.