Café Quijano en su visita a ABC
Café Quijano en su visita a ABC - ernesto agudo

Café Quijano: «Hacer boleros no es algo marciano»

El trío acaba de publicar su disco «Orígenes: el bolero volumen 3», que cierra la trilogía dedicada a este género romántico

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Una atmósfera canalla, ciertos acentos latinos administrados en un envoltorio de pop-rock... estas han sido las señas de identidad que lanzaron a Café Quijano hacia el estrellato en los últimos suspiros de los años noventa y principios del nuevo milenio. Años más tarde llegaron los trabajos en solitario de los tres hermanos músicos y un reencuentro que trajo consigo la inmersión en el género de los boleros.

Ahora acaban de publicar la tercera entrega, «Orígenes: el bolero volumen 3», que cierra la trilogía de 36 temas, todos compuestos de su puño y letra: «Siempre hemos apostado por el producto propio -comenta Manuel-, y siempre hemos hecho mucho hincapié en que tenemos capacidad de hacer canciones, de contar cosas. De la otra manera sería todo más dificil, porque no se le prestaría la misma atención, o no crea la misma expectativa.

Se nos da la posibilidad de que cuando alguien da al play, no tiene ni idea de lo que va a escuchar porque no se conoce».

-El primer disco «Orígenes» vino con el regreso del grupo. ¿La apuesta por los boleros tuvo algo que ver con esa circunstancia?

-Raúl: Hacía tiempo que queríamos hacer boleros. Un día Manolo nos llegó y nos propuso empezar esta segunda etapa de esta manera. Nos pareció una buena idea, porque tiene mucho que ver con nosotros, con la música que escuchábamos cuando éramos niños, el origen, nuestra esencia, nuestra base musical. ¡Qué mejor momento para llevar a cabo este proyecto que la vuelta a los escenarios!

-Sois muy conocidos en Iberoamérica, tierra en la que son expertos en la materia. ¿Qué tal han recibido la propuesta?

-Manuel: ¿Sabes qué pasa? Que no es lo mismo que un japonés venga a tocar flamenco a España. Porque eso sí es un tanto pintoresco. Lo que no es pintoresco es que un español componga o cante boleros, porque está muy dentro de la cultura latinoamericano e hispana. Es un género que tiene mucho arraigo en nuestro país, nos resulta familiar. Por lo tanto, cuando vas a países como Puerto Rico, México o Colombia, donde hay una tradición espectacular de boleros, lo que hacen es abrir las orejas y los ojos para ver si llegas con algo que les pueda resultar, cuando menos, interesante o digno de se escuchado. La verdad es que todo el mundo nos ha prestado sus oídos de muy buen talante, hemos recibido buena críticas y, lo más importante y lo que más nos ha congratulado, es que se nos ha reconocido el mérito de hacer boleros inéditos, sin recurrir a ningún clásico. La gente cuando compra una entrada a ver a Café Quijano sabe que no vamos a cantar ni «El reloj», ni «Sabor a mí». Ahí aguantamos dos horas y media de concierto con nuestra historia.

-¿No hubo quien pensó que era un alto riesgo comercial hacer boleros a estas alturas?

-Manuel: Pues ocurre que el más grande artista que ha cantado en español es Julio Iglesias, pero también hubo un grupo que vendió millones de discos, Los Panchos. Y en México tienen el referente de los grandes compositores de boleros, y aquellos grandes tríos que surgieron en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Y esa ha sido una música que realmente lleva el calificativo de pop a su máximo esplendor. Fue la música más popular durante años y años, y se ha metido en todas las casas. ¿Quién no ha cantado un bolero en una fiesta o en un momento determinado? Por lo tanto, estamos haciendo algo que no es marciano, que toda la vida se ha hecho y ha estado cerca de la gente, pero, por circunstancias, en los últimos años no ha estado tan presente. Nosotros nos criamos con ello, y por eso nos parecía apropiado.

-Raúl: Tampoco nos justificamos. Pedro Almodóvar lo llevó al cine, y Concha Buika lo ha mostrado de una forma actual. De todas formas, el bolero no es fácil de interpretar, ni de componer. Es un género bastante complejo.

-¿Cómo es esa labor de composición?

-Manuel: Hemos hecho canciones dentro del ámbito pop que han tocado lo muy latino, cercano al son, a la guaracha, a la guajira, al reggae, a la cumbia, al pop más tradicional, al rock... y lo más complicado a la hora de componer es el bolero, porque te tienes que ceñir mucho más a un argumento y a un tema. El bolero es muy monotemático, aunque puedes hablar de infidelidades, de desamores, de enamoramientos... pero al final es todo lo mismo, amor. Un tema de pop-rock te da más apertura, puedes contar la historia de un personaje, de un viaje... En un bolero parece que no encaja muy bien que cuentes una historia de otro tipo. Por eso es más difícil, meter en un disco doce canciones que hablen todas de lo mismo. Resulta difícil encontrar las palabras y no repetirte.

El momento del despegue

-El éxito le llegó a Café Quijano con el segundo disco, «La extraordinaria paradoja del Sonido Quijano» (1999). ¿Cómo vivieron esa época?

-Óscar: Visto desde fuera parece que fue todo muy rápido, pero en absoluto. De hecho, sacamos un primer disco donde trabajamos mucho, y pensamos que íbamos a vender millones de discos, porque en esa época se vendían millones de discos. Vendimos diez mil. No fue tan rápido, pasaron dos años que, depende como lo mires, es mucho o es poco. Bueno, tuvimos suerte, porque todo el mundo tiene una canción en un momento determinado que es el que abre las puertas o representa un punto de inflexión. Para nosotros fue la historia de «La Lola», un tema que nos abrió las puertas de muchísimos países y hoy es un referente para nosotros.

-¿La siguen interpretando en directo?

-Manuel: Siempre. Contamos con que la gente va a nuestros conciertos de ahora a escuchar boleros, eso ni se cuestiona, pero nos gusta sorprender con tres o cuatro temas de los de antes en este formato y con este sonido, y lo agradecen mucho, porque entre comillas respira un poco el espectáculo de boleros, como diciendo «vamos a hacer un intermedio para volver a coger fuerzas y seguir escuchando dramas».

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