PANTALLAS

«The Staircase», el mejor estreno es de hace 14 años

El francés Jean-Xavier de Lestrade creó escuela con esta serie documental de 2004, que revive con nuevos capítulos

Un momento de «The Staircase»
Federico Marín Bellón

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Si el lector busca en la hemeroteca de ABC, descubrirá que en 2005 ya celebrábamos el estreno en España de «El caso de la escalera» («Soupçons»): «Supera el rigor del documental, se despoja de la impostura de la telerrealidad y engancha como la serie de intriga mejor urdida », decíamos -con perdón por la autocita- con un entusiasmo que no ha remitido. El viejo Canal+ emitía el trabajo del francés Jean-Xavier de Lestrade, que venía de ganar el Oscar. En un nuevo giro de guion, a los ocho capítulos de 2004 se añadieron dos más en 2013 y otros tres en 2018 para completar un relato que, al contrario que la víctima, no estaba muerto. Netflix ha estrenado el conjunto bajo el título «The Staircase» . No todo es nuevo, pero es difícil encontrar una novedad mejor.

Lo ideal es conocer lo justo del caso: el escritor estadounidense Michael Peterson, autor de cierto éxito, llama una aciaga noche de 2001 al teléfono de emergencias porque su mujer se ha caído por las escaleras . El novelista acaba siendo acusado de la muerte, lo que da pie a uno de los casos judiciales más caros y largos de la década, con abogados de los que solo se pueden permitir Pistorius, O. J. Simpson y los políticos.

Confidencialidad

Lo más sorprendente del trabajo es que De Lestrade tiene la audacia de colarse (colarnos) hasta la cocina . El espectador asiste a las conversaciones más íntimas de abogados, acusadores, investigadores y de la propia familia del acusado, que también es de la víctima. El cineasta tuvo que firmar un acuerdo de confidencialidad con todos los implicados y comprometerse a no mostrar ni una imagen de las 650 horas grabadas, al menos durante dos años, lapso que permite al espectador escuchar el veredicto.

Todo lo que hemos aprendido en las películas de juicios es mostrado sin el barniz de duda que siempre añade la ficción. El relato carece de intermediarios , aunque sus protagonistas son tan brillantes que parecen actores. De hecho, no dejan de ser intérpretes, sobre todo el líder de la defensa, David Rudolf . A falta de evidencias absolutas, en el juicio cobran importancia las apariencias. Se juzga al personaje, no sus acciones.

Se rebusca en su vida privada, dado que del presunto crimen no hay testigos. La defensa («The Night Off» insistía en ello) no busca tanto la verdad como el resultado. Los propósitos del fiscal no son más nobles. El propio Peterson se pregunta qué podría hacer un pobre en su caso. Contemplamos incluso un regateo sobre lo que cuestan determinadas tácticas de defensa . Impresiona el preparador de testigos. ¿A quién le importa la verdad?

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