ARQUITECTURA

Ricardo Bofill, de las revistas del colorín a las series de televisión de moda

Además de por su obra, el arquitecto estrella saltó a la fama mediática por su vida personal

La Muralla Roja, en Calpe, de 1973, uno de los hitos del autor

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A Ricardo Bofill , un buen día le suplantó en el medallero de la fama más mediática su hijo de idéntico nombre (aunque se le añadía siempre el diminutivo «-ito», Ricardito) y apellido, porque se casó con la hija de un famosísimo cantante y, luego, para rematar la jugada del desvarío, se «arrejuntó» con una «tonadillera» mejicana. De tal palo tal astilla, porque el padre, en su día, fue carne de la «gauche divine» barcelonesa con sus fiestas en la discoteca Bocaccio y las fotos inmortales de Colita; como aquella en la que Ricardo Bofill aparece sonriente en plena obra agarrado a su pareja de aquel entonces, la actriz italiana Serena Vergano, madre del niño con el nombre en diminutivo.

Ahora, la saga Bofill, del Ricardo sénior al júnior, vive retirada en sus aposentos , en la sede de su espectacular edificio, donde siguen dando a la manivela de una arquitectura que marcó una época y que se adapta a las leyes de este presente aún más global, con las redes sociales multiplicando los efectos. Los Bofill, padre e hijos (todos se dedican a la arquitectura), podrán vivir en su torre de marfil creativa ideando la ciudad del futuro, pero el foco no se aparta de sus ojos, ni de sus obras, que hacen historia popular. Uno de los edificios más fotografiados en Instagram, La Muralla Roja, lleva su firma, y es de 1973. Y por la sede de su estudio y vivienda se mueven los personajes de una conocida serie de televisión, «Westworld» (HBO) , en su tercera temporada.

Rebobinen y se pasearán por el interior de La Fábrica, en Sant Just Desvern, a las afueras de Barcelona. Si Warhol tuvo su «Factory», ésta, sin duda, es la de Ricardo Bofill y asociados (Taller de Arquitectura). Una espectacular fábrica de cemento que compró en los setenta cuando aún funcionaba, y que fue remodelando poco a poco. Un toque industrial comido por la naturaleza. A su sombra levantó otro de sus edificios más famosos, Walden 7, entre cuyos inquilinos de muy variado glamur se encontraba el escritor Juan Goytisolo .

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