Fotografía de Tom Jenkins
Fotografía de Tom Jenkins
ARTE

Premios World Press Photo 2017: la fotografía en la era postfotográfica

La última edición de estos galardones, expuesta en el CCCB de Barcelona, reflexiona sobre el poder (y el deber) de la imagen periodística más alla de sus formatos habituales

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En su último ensayo («La furia de las imágenes», Galaxia Gutenberg), Joan Fontcuberta tira una cascada de piedras (lapida, directamente) contra el tejado del fotoperiodismo cuando cuenta la anécdota de cómo varios medios de comunicación de cierto postín despidieron a sus fotógrafos profesionales -aquellos que saben medir la luz en el instante detenido y con la intensidad justa- para sustituirlos por «pizzeros» que recorren las ciudades en su moto a la velocidad del rayo, pueden captar una foto con su móvil con idéntica premura y subirla a las redes sociales aún más rápido si cabe. Apunta que este fenómeno «se puede comparar a la caída del meteorito que condujo a la extinción de los dinosaurios y dio paso a nuevas especies».

En este parque jurásico del periodismo, ya saben quién asume el papel del más viejo del lugar y quién es el recién nacido de la camada. Por sus gestos y modos de «pizzeros» les conoceréis. Esta era la denomina Fontcuberta como la «postfotografía», y establece un decálogo para saber cómo y qué hacer en esta situación. De los diez puntos, valga uno como resumen de todos los demás. «La circulación de la imagen prevalece sobre el contenido de la imagen». No hay más que añadir. Se acabó lo de contar o decir algo con su sujeto, verbo y predicado. La cantidad -a cuantos más sitios llegue esa foto- vale más que la calidad. Traducido al lenguaje del periodismo escrito equivale a que cuantos más «pinchazos» reciba una información que circula por internet, mejor. Da igual lo que esta noticia cuente o cómo lo cuente con faltas a la verdad (exageraciones o inexactitudes) o de ortografía. En la fotografía hablamos de malos enfoques, mala iluminación, malas artes (escénicas).

Dar guerra

Pero el «parque jurásico» de los fotoperiodistas se resiste a morir sin dar guerra, y una prueba fehaciente de ello es que cada vez son más las exposiciones que se organizan para mostrar sus trabajos, y los libros editados donde las imágenes lucen casi mejor que en las páginas de una prensa escrita que no supera su crisis existencial. Si su medio natural los ha condenado a muerte habrá que buscarse la vida en otra parte, y eso explica que la fotografía -con firma periodística en su esquina inferior- haya entrado en los museos a golpe de un estatus artístico sobre el que todavía hay que discutir si legítimo o no, o si a mar revuelto ganancia de pescadores, porque no todo el fotoperiodismo merece tanto foco como a veces recibe. Pero no es este el momento para discutirlo, aunque sí para esbozar el toque de atención precisa.

La actual muestra de los World Press Photo 2017 da un paso al frente para separar el grano de la paja

La actual muestra de los World Press Photo 2017 da un paso al frente para separar el grano de la paja: cuando de verdad el fotoperiodismo se puede considerar un arte, lo mismo que una crónica de largo recorrido, en la cima de la excelencia, alcanzar las cotas de la alta literatura. Como si de un riguroso visionado de reportajes se tratara, se han seleccionado para la exposición WPP 143 imágenes, entre las que se encuentran, por supuesto, las ganadoras en cada disciplina. El total ascendía a 80.408 imágenes y a 5.034 fotógrafos. Una barbaridad, se mire por donde se mire, y que da buena cuenta de cómo el género excita y confunde a unos cuantos.

Ambigüedad

143 imágenes también pueden parecer muchas, pero vistas todas de corrido -al natural y en el formato de catálogo editado con una calidad que ya nunca encontraremos en prensa, dado el abaratamiento de costes- configuran un álbum de propuestas que a veces cruzan el umbral de la realidad y de la noticia para entrar en el de la ambigüedad artística, donde el foco a veces se torna a falso, a parodia escenográfica. Para esta reflexión puede servir como ejemplo una de las imágenes ganadoras de este año, del turco Burhan Ozbilici, que capta al asesino del embajador ruso en Ankara durante la inauguración de una exposición. Un escenario impostado, como todo el arte, para una imagen en absoluto impostada pero que bien puede parecer una «performance».

Los responsables de WPP y de la Fundación en la que se cobija (Photographic Social Vison) son conscientes de estas dualidades y las fomentan y destacan en la selección final, como apunta su directora Silvia Omedes. Si el fotoperiodismo quiere alcanzar esa cima que se le niega en el día a día debe pasar por este ejercicio de sensibilidades encontradas, una sosfisticación intelectual que va más allá de actitudes bizarras. Cruzar las puertas de los museos son palabras mayores, lo mismo que abrir el género a los modos «callejeros» de las redes sociales. Paso a paso se lo plantean en WPP.

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