LIBROS

Javier Rupérez, el hombre que fue secuestrado tres veces

El diplomático y escritor ha invertido los meses de confinamiento en escribir unas memorias que van de lo personal a lo político

El político español Javier Rupérez
Ramón Pérez-Maura

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Para quien tiene vocación literaria, la reclusión de una pandemia incita a escribir. Y el embajador Rupérez ha tenido la capacidad de publicar Las crónicas de la pandemia que abarcan el periodo que desembocó en la reclusión que empezó el 15 de marzo y concluyó cuando el presidente del Gobierno tuvo el valor de comunicar a los españoles que habíamos derrotado al virus. Lo que más impresiona del relato es el goteo de muertes que narra, empezando por Carlos Griñón, con quien tenía una cita de trabajo el día que el marqués fue internado, y terminando con la conquense Consuelo Ruipérez, de cuya defunción ya dejó constancia el autor en una necrológica en las páginas de ABC.

Distanciamiento

En el lado humano , prima mucho el distanciamiento de su mujer e hija. El domicilio de la familia está en Washington y la pandemia pilló a Rupérez en Madrid. La imposibilidad de entrar en Estados Unidos obliga al autor a comunicarse telemáticamente e, incluso, vivir la graduación universitaria de su hija al otro lado del Atlántico, algo doloroso. Como a tantos otros, la prolongación de la reclusión generó en Rupérez un alto grado de indignación que plasma en diferentes pasajes: «La experiencia del forzado aislamiento y de la consiguiente y radical incertidumbre sí me otorgan, creo yo, y lo digo con la máxima de las humildades, una perspectiva que pocos compartimos: la de haber sobrevivido a un secuestro. Que es exactamente lo que ahora estamos viviendo. Porque los términos que ahora piadosamente utilizamos para describir nuestra situación - confinamiento, enclaustramiento - son perfectamente intercambiables con la otra palabra: esto, señores, es un secuestro».

Valiente denuncia de quienes nos han hecho ser el país con peor respuesta frente a la pandemia

En otro pasaje recuerda Rupérez cómo el 23-F Leopoldo Calvo-Sotelo le dijo que esa ya era la segunda vez que lo secuestraban después de que el diplomático hubiera sido víctima de un secuestro de ETA perpetrado por Arnaldo Otegui. Así las cosas, Javier Rupérez se convierte en el hombre que fue secuestrado tres veces.

Estas crónicas se convierten en una suerte de diario en el que priman las reflexiones. Recoge cómo algunos afirman que hay «una brutal disminución de los índices de contaminación» lo que contrasta con el hecho de que el gráfico que cada día publica El País para informar de la calidad del aire de la capital nunca la definió como «muy buena». C ompara las ruedas de prensa de Pedro Sánchez con las de Trump, quien, a diferencia del español, hacía comparecencias diarias presenciales ante los corresponsales de la Casa Blanca, hablaba cinco minutos y después era asaeteado a preguntas y repreguntas durante media hora. Eso es una democracia. Y que no haya lugar a equívocos: la crítica de Rupérez a Donald Trump es constante. Las diferencias ideológicas de ambos no pueden ser más claras. Pero eso no es óbice para reconocer que el respeto por la democracia del americano ha sido en esta pandemia muy superior a la del presidente del Gobierno español.

El tándem Sánchez/Iglesias

Hay múltiples hechos y comparaciones que van salpimentando las páginas y recuerdan en manos de quiénes hemos estado -y estamos : el ministro Duque que decía que la Covid-19 mata solo «a los españoles en tiempo de descuento», lo que a sus 79 años genera el lógico alborozo. Rupérez recuerda el paso del hoy sectario J osé Félix Tezanos por la redacción de Cuadernos para el Diálogo , donde coincidieron, y lo que vista su deriva le hace llamarle «impresentable lacayo». O la reflexión de que «España es en 2020 la Grecia de 2011 y el tándem Sánchez/Iglesias la repetición del siempre mal recordado Tsipras/Varufakis. Una pena». O el recuerdo del método de análisis del secretario de Defensa del presidente George W. Bush, Donald Rumsfeld: «Hay cosas que sabemos que sabemos, hay cosas que sabemos que no sabemos, y hay cosas que no sabemos que no sabemos. Creo que estamos en este tercer y último nivel: no sabemos qué es lo que no sabemos, no sabemos qué es lo que se nos viene encima».

El libro es una magnífica reflexión sobre lo que hemos vivido y una valiente denuncia de quienes nos han hecho ser el país del mundo con peor respuesta frente a la pandemia. «Juegan al Gobierno y a la oposición al mismo tiempo, son personajes de una catadura moral deleznable , de los que al final de la historia preocupa tanto su obscena deriva totalitaria como la incontenible tendencia que poseen hacia el engaño y la traición. Sabandijas». No se puede ser más claro.

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