LIBROS

Giorgio Agamben nos da una guía para regresar al Jardín del Edén

El pensamiento del ensayista italiano resulta esclarecedor en estos tiempos. En sus trabajos se entrelazan la estética y la política

En el oculto significado de «El jardín de las delicias», de El Bosco, se basa Agamben en este trabajo

Giorgio Agamben (Roma, 1942) es uno de los más importantes filósofos de las últimas décadas. Un sabio filósofo y no un populista filósofo. Un filósofo que habla al espíritu y no a la irracionalidad manipulada. Estudió Derecho y se doctoró en filosofía. Conoció y trató personalmente a María Zambrano , y ha sido uno de sus principales valedores internacionales. Fue profesor de filosofía en Venecia, así como en la European Graduate School de Saas-Fee en Suiza. Dirigió la edición italiana de las Obras Completas de Walter Benjamin, y es autor de libros esenciales como: Estancias: la palabra y el fantasma en la cultura occidental , Democracia en suspenso u Homo sacer (en varias entregas). Hay que destacar la traducción de Ernesto Kavi, pues gran parte del libro está en latín (las citas).

El título, El Reino y el Jardín , viene a cuento a propósito del cuadro El jardín de las delicias de Jheronimus Bosch. Una de las pinturas más extraordinarias que se pueden contemplar en el Museo del Prado en Madrid. En el año 1947, Wilhelm Fraenger, un estudioso alemán, publicó una nueva -en aquellos tiempos- interpretación sobre esta pintura.

Quien la había encargado, Jacob van Almaengien, pertenecía a la secta herética del Libre Espíritu o de los Homines intelligentiae. Esta asociación o congregación creía que la perfección espiritual coincidía con el advenimiento del Reino y con la restauración de la inocencia edénica de la que el ser humano había gozado en el Paraíso terrenal. «A su devota vida comunitaria, enteramente consagrada a Dios, la llamaban Paraíso, y con este término designaban la quintaesencia del amor. En ese sentido debemos interpretar el Paraíso representado en el panel central. Lo que aquí admiramos es una realidad idealizada, un hoy al mismo tiempo real y misterioso, simbólico hasta los más mínimos detalles», escribe Wilhelm Fraenger.

No había, por tanto, ni sucesión cronológica ni ruptura entre el Edén, considerado como el origen de todo, y el Paraíso central, restauración futura y utópica del estado original. Todo existía en la más absoluta simultaneidad de un mismo estado de conciencia. Por lo tanto, el estudioso alemán, retituló el cuadro, El jardín de las delicias , por El Reino milenario .

Morada de Adán

Esta modificación no era poca cosa. El Reino remitía a una cuestión teológica-política asociada a la morada de Adán. Es, sobre todo, este paradigma teológico, el Jardín del Edén, sobre lo que escribe Giorgio Agamben, quien se propone desarrollar una sumaria genealogía. El Reino siempre ha estado presente en las formas y las estructuras del poder profano; mientras que el Jardín, también sin tener que dejar su vocación política, fue «plantado» en el Edén para el feliz habitar de los hombres.

Aporta importantes conocimientos para desentrañar los orígenes de nuestra civilización

Muchos grupos de personas han buscado en este modelo comunitario una manera de vivir heterodoxa. Así Reino y Jardín son lo mismo, pero diferente. Entrelazados tan frecuente e íntimamente como les ha sido posible. Como dice Agamben, una investigación sobre sus entrecruzamientos y sobre sus divergencias terminará por rediseñar, de forma significativa, la cartografía del poder occidental . Y este libro se dedica a este asunto.

Comienza estudiando la historia de la palabra paraíso, ya desde Persia y Jenofonte; y se detiene en las diferentes acepciones que surgen de la Biblia y los Evangelios. Y continúa con los no siempre muy bien avenidos Padres de la Iglesia como, por ejemplo, entre otros muchos, San Jerónimo, Efrén o San Ambrosio. Pero es San Agustín quien da un giro muy importante al referirse al asunto crucial del Pecado original. Mientras los obispos discutían, en diversos concilios, sobre la naturaleza de Dios y sus relaciones entre las personas de la Trinidad, el problema de la naturaleza y el destino del hombre quedaba en los márgenes del discurso teológico. Agamben habla del alma, del bien y del mal, del destierro adánico y su liberación a través de los sacramentos, y lo va confrontando todo con la ley ortodoxa de la Iglesia y las herejías consiguientes.

Encrucijadas

Es este un libro rico y complejo. El admirado San Agustín no se evade de muchas críticas pues quien no se ha creado a sí mismo es imposible que sea culpable de su naturaleza. Agamben nos va llevando, como Virgilio a Dante, por estas encrucijadas de caminos. Y es precisamente al autor de La divina comedia, a quien le dedica uno de los capítulos más significativos . Nos sitúa en el Paraíso dantesco frente al amor espiritual y carnal representado en un ideal femenino. El amor como una de las felicidades supremas.

Los conocimientos filológicos de Giorgio Agamben, siempre lo fueron, son fundamentales para desentrañar estos misterios de la fe. Esta sabiduría del mundo antiguo y de los orígenes de nuestra cultura y civilización, hoy ya son casi inencontrables. Leamos y conservemos este libro para mantener nuestra memoria de desterrados.

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