LIBROS

Tim Gautreaux y el paraíso en Louisiana

El escritor norteamericano compone en «El paso siguiente en el baile», que por momentos nos recuerda al «feliz» Frank Capra, un himno a las personas sencillas

El escritor norteamericano Tim Gautreaux
Andrés Ibáñez

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Qué gran placer, el de caer en las manos de un gran contador de historias. Tim Gautreaux (Estados Unidos, 1947), autor de varios libros de relatos y de dos novelas, es todo un maestro . Tiene el calor, la humedad, la picardía, el romanticismo, la crueldad, la pasión, la frialdad necesarias. Pero es ante todo un romántico y un enamorado de la naturaleza . Hay lugares en el mundo que existen sólo porque alguien los soñó, como la Ithaca de William Saroyan o la Oleza de Gabriel Miró , lugares que uno sospecha que no le causarían la menor impresión si se detuviera en ellos para tomar un café y estirar las piernas en mitad de un viaje, pero que en las páginas de un libro y mirados desde un cierto ángulo (que es también una voz, un cierto ritmo de las palabras), se convierten en universos llenos de ecos y destellos . Eso mismo sucede con el Tiger Island de Gautreux.

Es una ciudad pequeña y fea situada en una zona deprimida de Louisiana y lastrada por la crisis, pero a pesar de la tosquedad de sus costumbres y de la dureza de las condiciones de vida de sus habitantes, es también el paraíso. Este es uno de los grandes triunfos del libro: que Gautreaux logra convencernos de que en realidad Tiger Island es un lugar maravilloso para vivir sin ocultarnos ni uno solo de sus horrores. Toda la novela es un himno a la nobleza de las personas sencillas que se parten la crisma unos a otros los sábados por la noche en el baile pero que luego están dispuestos a arriesgar la vida para ayudarse en una situación difícil .

Fábula intemporal

He sido feliz durante los días dedicados a la lectura de «El paso siguiente en el baile». Tiene algo de fábula intemporal, una narración del tipo «menosprecio de corte y alabanza de aldea», un Capra más rudo y más cínico, pero es también una gran novela de aventuras y, sobre todo, una maravillosa historia de amor . Las escenas naturales son inolvidables, como una cacería de nutrias que es digna del mejor Hemingway . También destacaría la increíble historia marina del final, que nos hace sentirnos desarmados y admirados ante el poder de la naturaleza. Otra de las maravillas del libro son las descripciones minuciosas y sensuales de máquinas, casi todas viejas, oxidadas, ruidosas pero extrañamente resistentes, y de la fabulosa habilidad de Paul para entender y arreglar prácticamente cualquier motor.

Y sobre todo, ¡ que grandes personajes son Paul y Colette ! A él le encanta bailar, tocar el acordeón y pelearse hasta quedarse sin sentido. Ella es también todo un carácter, si tiene dinero se compra un Mercedes, si no tiene, coge una escopeta vieja y se va a cazar. Cada vez que aparece en la página nos deslumbra con su belleza. A Gautreux le basta decir «Colette le esperaba en el muelle» para que la veamos, espléndida, con los cabellos negros sueltos al viento. A veces uno se pregunta cómo es posible lograr ese tipo de cosas.

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