LIBROS

Enrique Vila-Matas en su laberinto

La última novela del autor catalán casi nada nuevo aporta a los lectores más fieles, acostumbrados a su complejo universo

El escritor barcelonés Enrique Vila-Matas Inés Baucells

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«Historia abreviada de la literatura portátil» inició un excelente camino de renovación literaria que quizá llegó a su cima en «El mal de Montano». Desde entonces la literatura de Vila-Matas ha sido una constante indagación sobre sus límites, lo que le llevó a convertir el tema de las vicisitudes de la propia escritura en el rasgo principal de su estilo . Esta mimetización especular sobre el acto de escribir, que vio en «Dublinesca» y «Aire de Dylan» su continuación autoficcional sobre las opciones y dificultades de escribir hoy novelas o ficciones, había desembocado en el mundo del arte plástico. «Mac y su contratiempo», había supuesto un alto en el camino, una reflexión sobre si la narratividad, contar simplemente cuentos, al modo de los «aventis» de Juan Marsé , era una alternativa viable. Quedaron a mi juicio las espadas en alto en una novela que suponía tránsito entre su anterior mundo y quizá uno nuevo, que su literatura iba necesitando. Rabiosa o amistosamente se le iba advirtiendo a Enrique Vila-Matas que la formula metaliteraria estaba siendo una pequeña cárcel de la que debía salir para no repetirse o terminar justificando.

«Esa bruma insensata», novela última que amenaza con ser eso, última, no avanza ni en un sentido ni en otro, deja otra vez las espadas en alto, como si Vila-Matas, que se sabe poseedor de una inteligencia fuera de toda duda, hubiera preferido decirle a su lector, que no hay remedio, que la única vía posible de salida para la tesitura en que se ha situado su propia obra, será la disolución. Obviamente los vila-matianos (me encuentro entre ellos, no por declaración sino por ejercicio critico continuado) íbamos notando que su literatura estaba necesitada de un cambio , en el camino quizá del ensayo meta-artístico.

Espejo de angustias

Nos resistimos a creer que la primera opción de ese cambio haya sido tirar la toalla, como si esta novela, que me ha parecido un espejo de sus angustias como autor, fuese al mismo tiempo una especie de testamento rayano en el cinismo descreído, directamente cáustico, con el que la parte final de la novela contempla la mueca de la figuración en dos rostros enfrentados , los dos hermanos Schneider, Simón y su Gran Boss, Rainer Schneider, que parecen representar una especie de Doctor Jekyll y Mr. Hyde. La idea podía haber sido brillante para un cuento, pero me parece que no ha funcionado porque de modo bastante confuso narrativamente Vila-Matas ha mezclado ese tema, con otro, el de la desaparición.

Otra cuestión no resuelta en esta novela son los episodios familiares del protagonista en su casa de Cadaqués, que por momentos iban a caminar en la tonalidad cuasi lírica de otras obras, parecían proporcionar a mitad de la novela un hilo de conexión vital que luego inexplicablemente la novela abandona, lo que me parece no ha sido beneficioso para ella. Por último, la cuestión del «procès» o movimiento independentista catalán, que de tanto en tanto aborda la novela, es guadiana que quizá adeude algo a la necesidades propias del escritor por definirse, pero que aporta poco a la novela.

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