LIBROS

Chesterton no escribió este libro

La obra del autor londinense es inabarcable. En este ensayo, «Un buen puñado de ideas», que no escribió él como tal, se recopilan algunos de sus textos sobre los más variopintos asuntos

G. K. Chesterton (Londres, 1874-Beaconsfield, 1936)

CÉSAR ANTONIO MOLINA

Este libro, como tal, no lo dio a la luz nunca el escritor inglés, sino que ha sido montado por los editores españoles del mismo: García-Márquez y Luis González . Ambos, en el buen sentido, han arramplado de aquí y de allá, de entre sus libros, estos aforismos (nunca los escribió como tales, ni publicó libro alguno con ellos), frases, citas reales o apócrifas, pensamientos, ideas, paradojas, máximas, greguerías más comprensibles, pero no tan brillantes como las de nuestro Ramón. ¿Es lícito que se tome la obra de un autor al asalto? ¿No es reducirla a lo más vulgar, inmediato y anecdótico? ¿El autor de « El padre Brown» o «El hombre que fue jueves» estaría conforme con semejante utilización de su legado? ¿La poesía, la narrativa, el ensayo, el teatro o las traducciones de Chesterton no quedan postergadas por estas ingeniosidades dispersas y ahora reunidas y difundidas ampliamente no sólo a través del papel sino de Twitter y las redes sociales? Creo que, durante estas últimas décadas, debido a la proliferación de este tipo de libros reduccionistas, la imagen de Chesterton también se ha ido reduciendo a la de un bonachón cascarrabias, sabio y gruñón, divertido y -hoy- en muchos casos instalado en lo políticamente incorrecto.

Pero bueno, dejémonos llevar por el optimismo y pensemos que este descarnamiento hará al autor más accesible para el lector común. Olvidémonos de lo anteriormente dicho y afirmemos que esta amplia antología de ideas valen la pena ser leídas porque, además, los editores dan sobradas referencias de sus procedencias así como de sus traductores. En realidad, yo he leído este tomo como un libro nuevo de su autor póstumo. Distinto, diferente a los de sus orígenes, porque el conjunto del mismo así nos lo hace saber. En su «Autobiografía» Chesterton comentó que nunca se había tomado en serio sus libros, pero sí sus opiniones. Yo creo que no lo decía de corazón. Por supuesto que se tomó en serio sus libros. Nadie que no lo haga podría escribirlos. La falsa humildad de Chesterton es la falsa humildad de cualquier escritor .

Provocaciones

Dado que estamos en el suplemento literario de un periódico, me referiré solamente a sus comentarios sobre el periodismo y los periodistas, sobre la crítica, sobre la fama y el éxito, sobre los intelectuales, sobre la literatura, sobre la poesía, la política, la juventud, la enseñanza, la democracia o Europa. Los temas reunidos son más de ciento cuarenta. Sobre los periodistas, afirma que se creen más inteligentes que sus lectores y que el verdadero género periodístico son las necrológicas «pues todo el periodismo huele a obituario». Esta otra afirmación de Chesterton no cuenta con mi aprobación teórica, aunque es como casi todo en él una provocación, «Un buen periodista escribe mala literatura».

Para Chesterton, el verdadero ciudadano es el que critica al gobierno y a las instituciones

Siguiendo estas pautas, la crítica, es decir esta misma, no vale para nada (que no lo lea el director), y los críticos menos malos son aquellos que nos recuerdan que hemos leído un libro, mientras que los peores son quienes nos convencen que no ha sido así. ¿Para qué se necesita la crítica si para el autor de «La taberna errante» la mayor parte de los escritores han sido unos plagiarios, unos entusiastas de la copia, aunque hoy en día (lo escribía en la primera mitad del siglo XX) «lo son más del "copyright"»? ¿Chesterton es un clásico? ¿Qué o quién era para el londinense un clásico? «Aquel al que se cita sin leerlo».

Optimista escéptico

¿Chesterton se consideraba un intelectual? Quizás sí, porque para él un intelectual conoce los límites de la inteligencia y eso lo diferencia de quienes creen que su inteligencia es ilimitada. La mejor literatura era aquella que se le hacía corta al lector. La poesía para el autor de «Lepanto», tenía que ir acompañada de la filosofía, de no ser así, únicamente era inspiración. El alma para nuestro escritor sólo hablaba el lenguaje de la poesía. Y lo visible y lo invisible se manifiesta únicamente en los versos. La imagen habitual de Gilbert Keith es la de un hombre mayor, para él la juventud era un período de «anormalidad». Y los maestros que enseñaban a esos jóvenes debían de ser dogmáticos porque, de no ser así, eran malos enseñantes.

A la política Chesterton la mira también con distancia. Cualquier gobierno para él era de «lamentable necesidad»; y la fuerza era un instrumento de gobierno, pero nada mejor que la convicción, la única legitimidad posible. Chesterton ridiculiza a los nacionalistas : «El nacionalismo es más intenso allí donde la nación es sólo un nombre». Y el verdadero ciudadano era quien criticaba a los gobiernos y las instituciones. Él es una especie de anarquista conservador . La Europa que reclamaba es la de la convivencia y la de la unidad. Estoy seguro de que hubiera hecho campaña contra el Brexit. A la democracia la compara con el cristianismo porque la base de ambas son el ser humano como sagrado. Chesterton, con su imagen siempre risueña es, a pesar de sus reprimendas y sarcasmos, un optimista escéptico.

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