LIBROS

César Cervera desvela las excentricidades borbónicas

El periodista repasa en su tercer ensayo divulgativo la historia más personal de la dinastía reinante

Detalle de «Alfonso XII visitando a los coléricos de Aranjuez», de José Bermudo Mateos

Emilio Lara

César Cervera (Candeleda, Ávila, 1988) acaba de publicar Los Borbones y sus locuras , obra de divulgación histórica en la línea de sus dos anteriores: Los Austrias. El imperio de los chiflados y Superhéroes del imperio. Mito y realidad de los hombres que forjaron España. La versatilidad escritora de este periodista queda consagrada en su nuevo libro, pues en él se aprecia que acumula una vastedad de lecturas y ha conseguido un estilo propio basado en la fluidez, la ironía, el magistral manejo de la perspectiva temporal y un flashback de estirpe cinematográfica, porque los capítulos de este libro tienen en muchas ocasiones un montaje narrativo visual. Esto favorece la lectura.

Soy de los andaluces que distinguen entre el sentido del humor y la guasa y que prefieren el silencio interior de los patios a la bulla, por eso me gusta tanto el fino humor que empapa muchas páginas de esta obra en la que la historia de España sucede ante nosotros a un ritmo de vértigo mientras, sonrientes unas veces y escandalizados otras, asistimos al baile de ministros que rodean a unos reyes que, salvo excepciones, muestran graves trastornos psicológicos o, por haber recibido una pésima educación, se convierten en unos adultos caprichosos dotados de escaso bagaje intelectual.

Carlos III y Alfonso XIII, los reyes con mejores cualidades. De ahí, la fecundidad de sus legados

Carlos III y Alfonso XII, de caracteres muy diferentes, fueron los reyes con mejores cualidades personales, lo que explica la fecundidad de sus reinados en numerosos aspectos. Y lo curioso es que Felipe V, el monarca bipolar, el que sufrió la enfermedad mental más grave, fue el introductor de las reformas estructurales que modernizaron España y su imperio, sentando las bases del imparable progreso nacional a lo largo del siglo XVIII. Y es que el primer Borbón, además de demostrar una enorme valentía física en la Guerra de Sucesión, en sus fases de equilibrio mental supo rodearse de magníficos ministros y permitir un ambicioso programa reformista que modernizó el anquilosado sistema dejado por los Austrias. Lo malo es cuando creía ser una rana o pensaba que estaba muerto y se negaba a lavarse y a salir de la cama.

Educación

Mientras devoramos sus páginas vemos que ningún monarca del siglo XVIII tuvo amantes, mientras los de siglos posteriores se dejaron llevar por el rijo y también, en algunas ocasiones, por el afán de ganar dinero , como sucedió con María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y Alfonso XIII. Sorprende la figura rencorosa, avariciosa y manipuladora de Francisco de Asís -Paquito Natillas para el pueblo-, el marido florero de Isabel II, y el capítulo dedicado a Fernando VII es magnífico al relatar el origen de su esquinada personalidad y el cúmulo de despropósitos políticos que auspició este populista coronado.

Hay una constante: cuanto más concienzuda es la educación recibida por el heredero de la Corona y más se cultiva su inteligencia emocional, más sobresaliente resulta su reinado . Un buen ejemplo es el programa de estudios que Cánovas diseñó para Alfonso XII. Y es sintomático que Felipe VI, en su despacho de la Zarzuela, cuelgue un retrato de Carlos III, el monarca obsesionado con la caza que favoreció la Ilustración. Un gran referente.

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