LIBROS

Caroline Lamarche: hombres y animales entre dos mundos

Coinciden dos libros de uno de los descubrimientos literarios de los últimos años

Lamarche recibiendo el Goncourt en 2019
Mercedes Monmany

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Poeta y narradora fuera de toda norma, desasosegante y descarnada , oscilando siempre entre el pesimismo de angustias becketianas y la asfixia de unas pesadillas kafkianas que rozan muchas veces lo tenebroso, Caroline Lamarche (Lieja, 1955) es una escritora admirable, estilísticamente espectacular . Sus frases e imágenes fulgurantes deslumbran a cada paso y se encadenan sin dejar un respiro, atravesando páginas y escenas al modo de un despiadado y feroz cuchillo. Autora escasamente divulgada fuera de sus fronteras, a Lamarche la conocimos no hace mucho a través de una espléndida e impactante novela corta, «La memoria del aire», publicada por una pequeña pero potente nueva editorial, Tránsito.

Ahora, coinciden dos libros en el mercado: « El día del perro » (Nórdica), que la reveló al público en lengua francesa, de 1996, obteniendo el Premio Victor Rossel, y un magnífico conjunto de relatos, «Estamos en el borde» (Tránsito), en los cuales su enorme talento como recreadora de personalidades complejas y de situaciones emocionales marcadas fieramente por obsesivas y extrañas fijaciones, vuelve a lucir en todo su sombrío esplendor.

Vidas erradas

Abandono, soledad, vidas erradas que buscan su lugar, a veces revelado de la forma más insólita, no dejarán de aparecer en los seis relatos encadenados de la novela «El día del perro». Los protagonizan seis personajes reunidos en el momento de un accidente que, entre lo onírico y lo real , nunca llegaremos a saber si al final se ha llegado a producir. El causante de este espanto repentino que conecta a varios hombres y mujeres es un perro solitario que corre aturdido, de forma suicida, zigzagueando, en mitad de una autopista.

Cada personaje se convierte simbólicamente en ese enigmático y metafísico perro abandonado. Un animal que corre enloquecido, de un lado a otro, en busca de una mínima esperanza, de una caricia, o de alguien o algo que le proporcione un átomo de vida. Muy implicada, poética y vitalmente, con el mundo animal , una pasión que recorre una parte importante de su obra, Lamarche ganó el Premio Goncourt del Relato Corto en 2019 con una obra estremecedora y perturbadora, «Estamos en el borde», que convierte en pequeñas joyas cada uno de los nueve cuentos del volumen protagonizados por animales.

Un lugar intermedio

Animales provistos de una identidad y unas emociones propias. Cada uno de ellos es el portador de una historia única e irrepetible, invisible para un mundo que siempre los ignorará. Estamos -nos advierte Lamarche desde el mismo título- «al borde de dos mundos», en un lugar intermedio, cada vez más caótico e indistinguible. Lamarche elabora una especie de singular Bestiario del siglo XXI , en el que a diferencia de los medievales que establecían claras supremacías, aquí animales y hombres cada vez se dan más la mano en su soledad y desamparo. En su búsqueda desesperada de protección, invadidos todos ellos por la sensación, o intuición, de ser existencias amenazadas. La sensibilidad va menguando y la tecnología avanza a pasos agigantados.

En refugios de aves sumamente perfeccionados y sofisticados se ponen etiquetas precisas en las extremidades de las especies allí recogidas, pero en el exterior, en los campos, «es la hecatombe, entre pesticidas, cosechadoras y el hormigón cercando los trigales». Una extrema dureza se va adueñando de todo. Tan solo los robots domésticos («más sencillos que un gato y un perro, también más limpios») serán admitidos como única y satisfactoria compañía en ese mundo desolado.

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