LIBROS

En una barriada y con la violencia a flor de piel

Gines Sánchez se adentra en «Las alegres» en los terrenos pantanosos del maltrato, con una guerrilla feminista de por medio, y sale airoso

Ginés Sánchez es «uno de los novelistas españoles que mejor escribe» Martínez Bueso

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Un buen escritor se decide muchas veces cuando se mete en un charco y sale airoso. Así ocurre con esta novela de Ginés Sánchez (Murcia, 1967), que plantea la hipótesis de la formación de un grupo de guerrilla urbana por parte de mujeres como forma de autodefensa por los maltratos e incluso muertes que viene sufriendo distintas adultas y chicas en una ciudad que parece Buenos Aires . Lo del charco viene motivado por dos dificultades: la primera es zafarse del oportunismo que podría suscitar una propuesta comercialmente atractiva en los actuales momentos. Habría sido algo que casaría mal con los antecedentes y el compromiso literario de su autor. La lectura confirma que su desafío no viene por la posible concesión al gancho de oportunidad. Quien busque eso se verá decepcionado.

La otra dificultad, ésta ya intrínsecamente literaria, estriba en la perspectiva coral que el estilo adopta. Hay en ese asunto la necesidad de tratar un problema colectivo, de gran envergadura, de modo que su utopía no suene a falso voluntarismo de esquemas consabidos. Ahí es donde la novela ofrece una doble faz . Su primera mitad vuelve a ser magistral, con el personalísimo estilo que define a su autor, creador de atmósferas oprimentes en que un caleidoscopio de personajes de barriada tipo banlieu van reproduciendo con brillantez formal y cuidado lenguaje los modos de acoso que diferentes chicas y mujeres adultas vienen sufriendo. En historias quebradas que van funcionando como puzle, se ofrecen muy variadas formas de sumisión y de violencia. Vamos transitando de unas a otras, pero en una reducida nómina de personajes que laten con vida propia.

Tensión narrativa

Para ello ha sido fundamental que aparecieran tres elementos descriptivos muy eficaces: el primero es la violencia de los videojuegos, el segundo son los comportamientos grupales de intercambios de información en redes sociales y los roles que en tales medios adoptan chicas y chicos El tercer elemento descriptivo es el de la violencia que se da en espacios de la familia, con asqueroso tío carnal incluido.

En historias quebradas, como puzles, se ofrecen muy variadas formas de sumisión

En la primera mitad de la novela sobresalen dos condiciones estilísticas de primer nivel: lo bien administrada que está la trama en secuencias breves que desarrollan las tres o cuatro historias pasando de una a otra, con virtuoso dominio de la tensión narrativa. Otra condición estilística radica en la percepción de las atmósferas degradadas de zonas industriales, contextos de reunión de las bandas de muchachos en continuo subrayado de competitivo poderío fálico.

Cuando mejor estaba desarrollándose lo analizado, la novela decide dar un giro, que he llamado su segunda faz, hacia lo que podríamos llamar la revolución política de la guerrilla feminista, que se recoge por vía de informes policiales, entrevistas..., que al amoldarse al lenguaje dado de tales registros discursivos aplanan por desgracia las posibilidades especificas mostradas por Ginés Sánchez. El paso a una dimensión política ha elegido un estilo que sin duda se esfuerza por plegarse a las condiciones de informe, pero que disminuye por ello mismo las propiedades estilísticas en las sobresale como uno de los novelistas que mejor escribe.

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