Benjamin Clementine ha convertido el cantar y tocar el piano descalzo en una seña de identidad
Benjamin Clementine ha convertido el cantar y tocar el piano descalzo en una seña de identidad

Benjamin Clementine: «La poesía es lo principal de mi vida, lo más importante»

Dicen de Benjamin Clementine que es la mejor voz surgida en los últimos años. Algo que, una vez escuchado «At Least For Now», su primer álbum, muy pocos se atreven a dudar

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Cuando hablas con un cantante, nunca sabes qué voz te encontrarás. Más aún si es al otro lado del hilo telefónico. Sucede, por ejemplo, con Nick Cave (Warracknabeal, 1957), cuya voz, suave y delicada, casi infantil, en el documental 20.000 días en la tierra o en el homenaje a Leonard Cohen I’m your man nada tiene que ver con el torrente fónico que despliega en cada concierto o en sus álbumes junto a The Bad Seeds. Ocurre lo mismo con Benjamin Clementine (Crystal Palace, Londres, 1988).

Nuestra cita con la revelación musical del momento era un jueves a las tres de la tarde. «Ellos te llamarán», informaron desde la discográfica; no hay nada peor para un periodista que no ser él quien marque el número de teléfono pero, dadas las circunstancias… A la hora acordada, sonó el teléfono y era él: Benjamin Clementine (físicamente se da un aire a Basquiat, piensas mientras cruzas los dedos para que no se interrumpa el cruce de líneas telefónicas).

Su timidez, casi cortante y a veces seca, contrasta, como en el caso de Cave, con la capacidad vocal de todas sus interpretaciones –dicen– de tenor spinto. Esa necesidad de esconderse bajo sus canciones la traslada a la conversación, bajando tanto el tono de voz que había susurros difíciles de descifrar, como el lirismo de la mayoría de sus composiciones.

Es, como pude comprobar más adelante durante nuestra larga charla, instinto de supervivencia. El mismo que le llevó a dejar Londres con tan sólo 19 años para buscar un futuro mejor o, al menos, intentarlo. Clementine es el menor de cinco hermanos, aunque se crió con su abuela hasta que esta murió y tuvo que trasladarse a casa de sus padres, con los que nunca tuvo buena relación. Su mencionada timidez y la solitude a la que tanto cantó Nina Simone hicieron que se refugiara en la música clásica, que escuchaba furtivamente, sobre todo Claude Debussy. Después llegó Erik Satie… y el piano. Ese piano que uno de sus hermanos compró y que Clementine esperaba, pacientemente, para poder tocar cuando le llegaba su turno, sin saber muy bien cómo hacerlo, pues era autodidacta en todo… También en la vida.

«Cuando empecé a tocar en la calle, en los primeros meses no recibía nada»

Los primeros meses que pasó en París fueron muy duros. Apenas si tenía para comer. Era, literalmente, un vagabundo de 20 años. Iba de albergue en albergue, guardando sus escasas pertenencias bajo el camastro por miedo a que le robaran. Pasado un tiempo, se hizo con una guitarra medio rota y un teclado y empezó a tocar en las calles, en el metro –en YouTube hay aún grabaciones suyas que te dejan sin aliento– y en los bares. Una noche, cuando volvía de uno de esos «bolos», un productor se cruzó en su camino –¿o fue a la inversa?– y el resto es historia.

Primero grabó un EP y a principios de este año el ansiado disco, At Least For Now, una hermosa colección de trece canciones en la que derrocha talento y sensibilidad. Al escucharle oímos a Nina Simone, a la Piaf, a Antony Hegarty e, incluso, a Bola de Nieve; pero, sobre todo, a los grandes poetas de la Historia, esos cuyo lamento, romántico y existencial, Benjamin Clementine ha hecho suyo de un modo tan personal que, en una época poco dada a lo sensible –que no la sensiblería–, puede llegar a abrumar. No obstante, echó raíces musicales junto a Satie, pero ahora no duda en mencionar a Léo Ferré, Charles Aznavour (no se pierdan su mano a mano en You’ve got to learn, dentro de Encores, el último álbum del francés) o Jimi Hendrix. Todo ello con un directo portentoso (en España pudimos verle en junio en el Vida Festival de Vilanova i la Geltrú y a finales de octubre pasará por el BIME de Bilbao), donde el piano, que siempre toca descalzo, es una prolongación más de Benjamin Clementine. Pasen, lean y después escuchen. No se arrepentirán.

¿Cuándo empezó a tocar el piano?

Empecé a tocar el piano cuando tenía once años. Mi hermano mayor llevó un piano a casa, compartíamos literas, y nos turnábamos para tocar. Lo descubrí y, desde entonces, no he dejado de tocar. A los 19 años dejé Londres, me marché a París y seguí tocando.

¿Cuáles son sus principales recuerdos de esa época? Porque, si no me equivoco, no recibió formación musical. Escuchaba música clásica, pero eso fue todo.

No, nunca tuve un profesor de piano. Soy autodidacta, a partir de la música que escuchaba, fundamentalmente música clásica. Soy autodidacta.

Me gustaría preguntarle por su infancia.

Leía constantemente, me pasaba el día leyendo en una biblioteca que estaba justo al lado de mi casa. Esos son, básicamente, los recuerdos que tengo de mi infancia: la lectura, en primer lugar.

¿Y qué tipo de libros leía?

Pues leía la Biblia, libros de filosofía, mucha literatura inglesa como T. S. Eliot, William Blake, C. S. Lewis, y también a Kant y Locke.

¿No leía poesía? Porque en su estilo, en su personalidad y en su música el lirismo es fundamental.

La poesía es lo principal de mi vida, lo más importante. Gracias a que escribo poesía, a que la leo, puedo apreciar mi vida. Esa es la definición de poesía. La vida es poesía y gracias a ella soy capaz de llegar a entender cómo me puedo expresar. De hecho, no me considero un cantante, soy más un poeta.

No se moleste, pero quería abordar el acoso que sufrió cuando era adolescente... Creo que fue víctima de «bullying» cuando estaba en el instituto. ¿Fue… fue por el color de su piel?

«Cuando era joven, sólo creía en mi abuela. Era mi amiga y mi diosa»

Lo dudo.... No, no. No fue por el color de mi piel. No hablaba con nadie. Cuando era joven, era muy tímido e inseguro. A los 16 años pegué un estirón y crecí, pero hasta entonces el resto de estudiantes eran mucho más altos que yo, así que yo no hablaba nada, no me veía capaz, era muy callado. Esa es la razón por la que sufrí acoso. No creo que fuese por mi color de piel, porque los que me acosaban eran negros, igual que yo.

En «Winston Churchill’s Boy», la primera canción del álbum, se atreve a reescribir el famoso discurso de Churchill y lo convierte en la llamada de atención de un niño solitario. ¿Usted era un niño solitario?

Sí, lo era.

Pero tenía cuatro hermanos…

Mi relación con ellos nunca fue muy fraternal.

Sé que se crió con su abuela. ¿Cómo era su relación con ella?

Mi abuela me enseñó todo en esta vida. Cuando era joven, sólo creía en mi abuela. Era mi madre, mi amiga y mi diosa. Cuando murió, me sentí perdido, sentí que era el final... Sí, es lo que pasó. De hecho, desde su muerte no he vuelto a confiar en nadie... hasta ahora. Mis hermanos crecieron, se hicieron mayores y se casaron. Yo tuve que regresar a casa de mis padres. Empecé a tocar cuando mi abuela murió.

Hábleme de la primera vez que escuchó «Hope There’s Someone», la canción de Antony and the Johnsons.

La escuché por primera vez en la televisión cuando tenía unos 14 años. Recuerdo que estaba en casa de mis padres. Allí era todo muy estricto y no nos permitían ver la televisión. Un día, se habían marchado a dar una vuelta por el barrio y Antony and the Johnsons estaban actuando en la televisión; recuerdo que aparecían en la BBC. Y los vi. Entonces no entendí el significado de la canción, porque era muy pequeño, pero fue una experiencia bastante impresionante. Pasaron los años, me olvidé de la canción, pero después me puse en contacto con Antony y le dije que ahora sí, que ahora sí entendía el mensaje de la canción. Antes no...

¿Qué piensa ahora de Antony Hegarty? ¿Le conoce? Porque hay quien le ha comparado con él.

No le conozco personalmente y creo que no hay ninguna necesidad. Creo que le está yendo bastante bien. Me gustó el primer álbum y el resto también. El segundo, sobre todo, me gusta mucho. Estoy contento de que haya gente como él.

¿Por qué decidió mudarse de Londres a París?

Por las circunstancias.

Hábleme de su primeros meses en París.

Al principio, el primer mes, ni siquiera tocaba...

Se limitaba a sobrevivir.

«Has de pasar de lo más alto a lo más bajo. Es como una gran montaña rusa»

Sí, durante unos seis meses. Después, empecé a cantar con un instrumento que encontré y que guardaba en el albergue en el que dormía, bajo la cama. El primer mes fue de supervivencia, básicamente. Cuando empecé a tocar en la calle, en los primeros meses no recibía nada, nadie me daba dinero. Con el tiempo, empecé a moverme, a andar por las calles de París, a tocar en el metro, y después de un tiempo empecé a actuar en bares.

¿Le gustaba el ambiente de esos bares? Porque el público era gente bastante esnob, de una clase muy distinta a la suya.

Sí, los recuerdos son buenos. Aunque nunca imaginé lo que vendría después. Todos somos libros andantes, con diferentes capítulos. Creo que lo que pasé fue un nuevo capítulo de mi vida y ahora me siento muy orgulloso de haber superado ese capítulo. Supongo que ahora estoy escribiendo el próximo capítulo. La gente era muy amable. Lo importante es que hice lo que quería hacer.

Luego le descubrió un productor, por casualidad, y todo cambió. Grabó un maxi-«single», luego grabó un álbum extraordinario, y ahora es famoso en todo el mundo. ¿Cómo ha cambiado su vida desde entonces?

En realidad no ha cambiado nada, porque para mí todo sigue siendo igual. No quiero parecer pretencioso, pero es la verdad. Has de vivir cosas para ver y saber lo que vale la vida. Has de pasar de lo más alto a lo más bajo, y de lo más bajo a lo más alto. Es como una gran montaña rusa. Pero la fama apenas me afecta. Intento que no me afecte porque es muy peligrosa.

Tiene razón, es muy peligrosa. Tiene que ser capaz de controlar.

Exactamente. Y, además, estoy contento.

En cierto sentido, creo que sigue siendo el mismo niño que solía escuchar a Erik Satie.

Supongo que sí.

¿Sigue escuchándolo? A mí me encantan las «Gymnopédies».

Sí, lo sigo haciendo. Y me sigue inspirando. De hecho, en octubre publicaré un solo de piano. Es un álbum en el que no he querido cantar, sólo toco el piano. En realidad, nunca dejo de tocar.

Hablando de Satie, ¿cuáles son sus principales influencias? ¿Cuáles son las raíces de su música?

Las raíces de mi música son la poesía, la música clásica y la soledad. Si me pregunta por nombres… al principio, durante mi infancia, mis padres no tocaban... Muchos artistas dicen que sus padres amaban la música, pero yo nunca tuve eso. Sólo conozco la música que he encontrado por mí mismo, la música que yo he descubierto, la música clásica, y la poesía, y los libros que he leído y la experiencia de la soledad. Cuando era niño, no hablaba con nadie... Debussy, por ejemplo... Ahora estoy leyendo a Paul Auster, que es por supuesto fantástico. Édith Piaf... Principalmente Édith Piaf… Estoy descubriendo un pequeño disco que hasta ahora no había escuchado nunca, pero no diría que ella es mi principal influencia, no me atrevería a decir eso. Diría que entiendo lo que dice la gente cuando ve en mí cosas de ella, aunque no deja de resultarme sorprendente. Sí, esas son mis principales influencias. Y por supuesto, los poetas franceses, sobre todo Rimbaud, Baudelaire, Verlaine... Esos son los principales dioses de Benjamin Clementine.

Y usted, ¿cómo se definiría?

No puedo hacer eso.

Quiero decir si se considera un artista, un escritor, un cantante...

No lo sé, porque no puedo verme. Es algo que no puedo hacer.

Pero lo cierto es que las letras son muy importantes en sus canciones y en su música. Más importantes que en cualquier otro artista británico, por ejemplo. Las letras son fundamentales en su obra.

«Me inspiraron, mis propias preguntas; preguntas sobre la vida»

Sí. Eso es por mis influencias. Si mira a los cantautores franceses, por ejemplo. Todo lo que les preocupa es el lirismo. Quieren decir algo. Y yo estoy contento de tener algo que decir. Y me centro en lo que tengo que decir. También es cierto que ayuda que sé componer. No sé cómo lo hago. Supongo que todo consiste en tener algo que decir y en ser capaz de saber cómo decirlo. Sólo si sabes cómo decirlo... Usas lo que tienes, los objetos, la letra, el piano, todo te sigue en tu viaje, en la historia que tratas de contar. Eso es lo que sucede. Soy bastante afortunado. Por supuesto, practico, paso mucho tiempo componiendo... No es solo superficial. Es más profundo. Estoy contento de tener a mi alrededor esos objetos y cosas que me ayudan a decir lo que realmente quiero decir.

Su voz es un instrumento hermoso, emocional e intenso, pero al mismo tiempo elegante. Me pregunto cómo creó su estilo vocal.

Creo que se debe al hecho de que tengo algo que decir. Si no supiese realmente de lo que hablo, si no supiese qué quiero hacer... no creo que hubiese encontrado mi voz. Hablo porque me estoy expresando. Soy muy afortunado. Y eso es así porque soy libre, y por supuesto, no tiene nada que ver con la suerte o lo que sea. Puedo cantar una canción. No podría decir eso si no pudiese cantar mis propias canciones. Me centro principalmente en decir lo que tengo que decir. Eso es. Y soy bastante afortunado de encontrar una voz. Cada vez que cantaba en los trenes, en las calles, en los bares... estaba practicando para encontrar mi voz interior. Al final, encontré mi voz interior, y está en Cornerstone («I am alone in a box of stone, when all is said and done, as the wind blows to the east from the west, unto this bed, my tears have their solemn rest»). Me di cuenta de que tenía que ser sincero conmigo mismo. Así es como vino mi voz. A veces me pongo a cantar y me sorprendo, porque no pienso hacia dónde van mis cuerdas vocales, pienso en lo que intento dar. Es algo que sigo sin poder explicar.

Al escuchar su álbum, parece que sus canciones, como «Cornerstone», la que acaba de mencionar, proceden de la soledad. ¿Fue esa su principal inspiración?

No. Fueron, probablemente, mis propias preguntas; preguntas sobre la vida. La vida, la familia, los amigos, lo que ves te marca durante el resto de tu vida. Los seres humanos, la humanidad... Es todo lo que me interesa.

En el escenario aparece todo vestido de negro o con una gabardina gris oscura larga, sin camisa, y toca el piano descalzo.

Sí.

¿Por qué descalzo?

«Mi música no es sólo dolor y pena. Creo que depende de los colores del arcoíris»

Por estabilidad y también por control. En el escenario no quiero ser otra persona. Sobre el escenario estoy como en casa. Cuando me levanto de la cama no me pongo zapatos, ¿verdad? Cuando te levantas de la cama, no te pones zapatos para sentarte en el sofá. Cuando me despierto, voy directamente a mi piano y estoy descalzo. No me avergüenza. En donde vivía hacía mucho frío y cuando me despertaba para tocar el piano me ponía un abrigo para entrar en calor. Cuando me subo al escenario, la gente insiste en darme zapatos y cosas, y les digo que no, que no es cómodo. Cojo un abrigo y cuando me subo al escenario me lo pongo y canto. No tiene nada que ver con que quiera demostrar a la gente que he sufrido...

Es simplemente una cuestión de comodidad...

Sí. Sentir el pedal es sensacional cuando estás descalzo. Poder controlarlo y ser uno de tus instrumentos... es fantástico para mí. Esa es la razón.

Cuando escucho su álbum se me vienen a la mente imágenes muy poderosas, prácticamente iconos. ¿Sabe lo que quiero decir?

Sí.

Se lo pregunto porque seguro que vio la foto del niño...

El niño que apareció muerto en la playa...

Sí. ¿Qué pensó cuando lo vio, qué sintió?

Es muy triste. No me gusta hablar de eso. Creo que es triste. Estamos en este mundo para cuidarnos. Es muy triste. Ha pasado muchas veces. Mire París... La situación actual es interminable… Las imágenes son tan tristes...

En su canción «Adiós», que es mi favorita, habla de encuentros con ángeles. Dice que se le aparecen y que le cantan de forma muy hermosa. Me pregunto si su mundo es tan oscuro como parece.

Mi mundo es muy colorido y brillante. Pero le corresponde a cada uno describir cómo es mi mundo. Es una percepción. Es casi una percepción. Creo que mi mundo es brillante y hermoso. Creo que mis mundos están llenos de color. Y mi música no es sólo dolor y pena. Creo que depende de los colores del arcoíris. Solo lo describo y lo aprecio. Es así de simple.

¿Está escribiendo nuevas canciones?

Estoy componiendo y escribiendo mucho; como siempre, en cualquier caso. El próximo álbum saldrá en octubre. Es un álbum de piano. Sólo piano. Esto es lo que está pasando. Y también un libro sobre él. Todo saldrá en octubre.

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