El Guggenheim de Bilbao instala durante tres años una icónica obra de Lucio Fontana en su atrio

'Estructura de neón para la IX Trienal de Milán' es una de las piezas más representativas del artista italoargentino

'Estructura de neón para la IX Trienal de Milán', 1951/2017 © Fondazione Lucio Fontana, 2021

ABC

El Museo Guggenheim de Bilbao presenta la instalación de una espectacular obra de Lucio Fontana en su atrio, que los visitantes de la pinacoteca podrán disfrutar durante los próximos tres años. 'Estructura de neón para la IX Trienal de Milán' , concebida por el gran artista italoargentino en 1951, es una pieza que puede considerarse al mismo tiempo un dibujo, una escultura, una obra de diseño luminoso y un trazo expresivo congelado en el aire. Su exhibición es el resultado de la colaboración entre la Fondazione Lucio Fontana de Milán y el Museo Guggenheim Bilbao.

La complejidad de esta obra, que en 2019 formó parte de la exposición 'Lucio Fontana. En el umbral ', encuentra un interlocutor de excepción en el edificio diseñado por Frank Gehry , cuyos bocetos garabateados en papel recuerdan a los arabescos espaciales de Fontana. Por su luminosidad y dimensiones, el imponente neón burla la perspectiva y la distancia, proporcionando a quien la observa una experiencia intensificada de la arquitectura, perceptible tanto desde el interior como el exterior del museo.

A lo largo de su carrera, Lucio Fontana (Rosario, Argentina, 1899-Varese, Italia, 1968) hizo del espacio un tema de investigación y meditación constante, que abordaría en múltiples contextos y por medio de materiales muy diversos. Tras dar lugar al nacimiento del movimiento espacialista y regresar a Italia en 1947, Fontana tomó progresivamente el camino de la abstracción y de la experimentación radicales. Pionero en su uso del vacío como generador de la obra de arte y componente diferencial de esta, Fontana fue una figura clave en el desarrollo de múltiples grupos de vanguardia -entre ellos, el grupo internacional Zero-, así como referente para notables artistas de generaciones posteriores, como Yves Klein, Jorge Oteiza o Jesús Rafael Soto . Pese a ser mundialmente conocido por sus fulgurantes lienzos monocromos, cortados y agujereados, Fontana se consideró siempre un escultor y abordó cada pieza como una experiencia completa del color y el gesto, el tiempo, la profundidad, el volumen, el material y la luz.

En palabras del presidente de la Fondazione Lucio Fontana, Paolo Laurini, «puede ciertamente ser considerada una de las obras más representativas e icónicas de Lucio Fontana, ejemplo absoluto de su rompedora creatividad». Para Laurini, la presentación de esta obra en el atrio del Museo Guggenheim Bilbao es excepcional, pues «el artista siempre tuvo una relación especial con los arquitectos , a quienes sentía cercanos en su sensibilidad espacial. La gran naturalidad con la que la instalación de Fontana en Bilbao dialoga con la fascinante arquitectura de Frank Gehry -ofreciendo visiones y perspectivas sugerentes e inéditas- nos hace pensar que esa relación encuentra aquí una continuidad ideal».

'La Estructura de neón para la IX Trienal de Milán' es una de las expresiones más rotundas de la conjunción de arte y tecnología en el siglo XX. Realizada en un material sorprendente para los criterios estéticos de su época, la pieza resultó de un encargo específico para el vestíbulo de la Trienal de Milán de 1951. Es posible que Fontana respondiera, con su dibujo de neón espacial, a los famosos 'dibujos lumínicos' realizados por Pablo Picasso en colaboración con el fotógrafo Gjon Mili en 1950. Frente al uso de la luz eléctrica como material exótico de las artes tradicionales, Fontana proponía con sus cien metros de neón rizado y caótico un tour de force a la capacidad de la industria de la época, haciendo así efectiva una de las proclamas del manifiesto espacialista de 1948: «Con los recursos de la técnica moderna, haremos que aparezcan en el cielo: formas artificiales, / arco iris de maravilla, / carteles luminosos». Al mismo tiempo, su trazado unía de manera inesperada la estética del Barroco, que tanto admiraba desde su juventud, con el programa tecnológico de la era espacial.

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