Dos Chagall, un Cézanne y un Picasso, instalándose en el Reina Sofía
Dos Chagall, un Cézanne y un Picasso, instalándose en el Reina Sofía - JOAQUÍN CORTÉS/ROMÁN LORES. MUSEO REINA SOFÍA

Desembarco histórico en España de los tesoros suizos

Museo Reina Sofía. Asistimos al desembalaje y el comienzo del montaje de las 170 obras maestras cedidas por el Kunstmuseum de Basilea, que se verán a partir del próximo día 17

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Cuando aún resuenan los ecos del desembarco artístico de Colombia en Madrid, ahora hace lo propio Suiza, que ha aterrizado en la capital con una impresionante embajada artística: 180 de sus tesoros, procedentes del Kunstmuseum de Basilea, uno de los primeros museos públicos del mundo, que cierra por reformas de ampliación hasta abril de 2016. Estarán repartidos entre los dos grandes museos nacionales españoles en sendas exposiciones, que se inaugurarán el próximo día 17: 170 obras van al Reina Sofía y 10 Picassos al Prado. Estos últimos comenzarán a instalarse en la galería central del museo (su espacio de honor) a partir del lunes, día en que el presidente del Patronato del museo, José Pedro Pérez-Llorca, y el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, formalizarán un convenio de colaboración para esta exposición.

Al Reina Sofía llegaron las obras el martes 24 de febrero, a bordo de cinco camiones de la empresa Tti, encargada del transporte y desembalaje de las piezas. En cada uno de los convoys, acompañando a las obras, un correo (dos del Reina Sofía y tres del Kunstmuseum de Basilea). Las 170 obras ( salvo una muy especial, un Gauguin vendido por 300 millones de euros a Qatar, que se incorporará a finales de junio) se mantuvieron, como es preceptivo, 48 horas en sus respectivas cajas para aclimatarse. El jueves 26 se empezaron a abrir y a distribuirse por las dos plantas donde tendrá lugar la muestra. ABC acude al museo durante el proceso de desembalaje y comienzo del montaje, que corre a cargo de la empresa Exmoarte. [ Vea aquí las mejores imágenes del montaje]

«Fuego blanco»

En la Sala A1 de la planta baja hay mucha actividad. Allí se están instalando más de un centenar de obras de la colección estatal suiza. El título de la muestra está tomado de una de ellas, «Fuego blanco», de Barnett Newman. Es uno de los cuadros más grandes de este depósito (2,47 metros de altura), junto a «Nº 1», de Rothko (2,67 metros), que luce en la pared contigua. Ambos ya están colgados. Aún sin desembalar del todo, la pieza más pesada de la colección (unos 300 kilos), que hay que manipular con una polea: «Sin título», de Bruce Nauman, realizada en plomo e hierro. El arte americano es uno de los puntos fuertes del Kunstmuseum de Basilea. Comenzó a adquirir piezas en 1959 gracias a los 100.000 francos que regaló al museo la Compañía Nacional de Seguros Suiza. En una sala dedicada al minimal, tres grandes esculturas de Donald Judd, muy complejas de instalar. Una de ellas está formada por diez piezas de aluminio, que aún permanecen en sus cajas. La pieza alcanzará los 4,6 metros. En el centro de la sala, seis cubos de acero laminado y, sobre una pared, una gran pieza del 62 en madera, hierro y aluminio, ambas de Judd.

Werner Müller, jefe de conservación del museo suizo, ayuda a unos operarios a colocar sobre una peana una delicada escultura de Hans Arp, «Pre-Adamic Torso», ante la atenta mirada del director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, uno de los comisarios de la muestra, junto con Bernhard Mendes Bürgi y Nina Zimmer, director y subdirectora del Kunstmuseum de Basilea. En otra sala anexa tres personas abren con mimo una caja, de donde sale, envuelto en neopoleno, un cuadro. Poco a poco va apareciendo «Figura y máscara», de Nolde. Como testigos mudos, las dos jóvenes que conforman una escultura de Albert Müller en el centro de una sala que concentra destacadas piezas de «arte degenerado» -bautizado así por los nazis-, otro de los puntos fuertes de la colección del museo suizo, junto al cubismo y el arte abstracto, como nos explica Teresa Velázquez, jefa de exposiciones del Reina Sofía.

Elevadísimos seguros

Dan buena prueba de la calidad de los préstamos los elevadísimos seguros. Como es habitual, la mayor parte corre a cargo de la garantía del Estado: más de 1.587 millones de euros para las 170 obras del Reina Sofía (incluido el Gauguin de los 300 millones) y los diez Picassos del Prado. Que sepamos, solo ha sido superada por los 2.000 millones de euros que tuvo como garantía del Estado la exposición, en 2008 y también en el Reina Sofía, de más de 400 Picassos procedentes del museo parisino del artista español. Solo que en aquel caso hubo que desembolsar 3,5 millones de euros por el préstamo y en este caso es gratuito.

Manuel Borja-Villel es el artífice de que estas piezas estén en España y no en un museo norteamericano. Supo por Raman Schlemmer, amigo de un patrono del museo suizo, que éste iba a cerrar por reforma y ampliación y estaban pensando qué hacer con las obras. El director del Reina Sofía no se lo pensó dos veces. Llamó a su colega del Kunstmuseum de Basilea y cerró la operación. Destaca la «altísima calidad y la singularidad» de estos préstamos: «Es una oportunidad única. Posiblemente no se repetirá». Sitúa la colección del museo suizo entre las tres mejores del mundo de arte moderno, tras el MoMA y el Pompidou, y subraya que ésta es «muy especial, pues está construida a partir de las relaciones entre coleccionistas y artistas». A lo largo de su historia se ha ido nutriendo de compras e importantes donaciones, como las de Raoul La Roche y Marguerite Arp. También atesora un excepcional conjunto de obras de Giacometti. Han viajado a Madrid buenos ejemplos, como «Mujer degollada».

Werner Müller hace un alto en el trabajo para hablar con ABC: «Todo está yendo muy bien. El Reina Sofía es un museo muy profesional y su personal, estupendo». No quiere, por seguridad, desvelar detalles del traslado de las obras y, cuando le preguntamos por el Gauguin que llegará en junio, responde tajantemente: «No comments».

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