La redacción de Blanco y Negro de 1899
La redacción de Blanco y Negro de 1899 - ABC

En la sala de máquinas

Por Blanco y Negro han pasado varias generaciones de excelentes escritores, ilustradores, fotógrafos, diseñadores gráficos y redactores

MADRID Actualizado: Guardar
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Bien poco hace, solo veinticinco años, la redacción de Blanco y Negro se afanaba por ultimar el número extraordinario del primer centenario de la revista. Cuatrocientas veintiocho páginas de texto, imágenes y publicidad para resumir la trayectoria de una publicación haciendo camino al andar. Un artículo de Rafael Alberti («Tendría yo doce años -escribía el poeta- cuando esperaba con verdadera ansiedad que llegase a casa de mis padres, en El Puerto de Santa María, el número de Blanco y Negro correspondiente a la semana…») acompañado por una rosa pintada por Antonio López saludaban a los lectores a la entrada de ese volumen especial como símbolo del santo y seña de la revista desde aquel primer número del 10 de mayo de 1891: las mejores firmas y los mejores artistas plásticos, y años más tarde, también los mejores fotógrafos.

El fundador, Torcuato Luca de Tena, tuvo una intuición genial: una publicación que revolucionó los esquemas periodísticos de la época. Una revista familiar, liberal, ajena a los extremismos partidistas, que se ocupa con detalle y generosidad de la cultura y los espectáculos, en la que la parte gráfica tenía al menos tanta importancia como la escrita, y en la que también había lugar para los niños, «Gente menuda» se llamó aquella sección en la que escribía, por ejemplo, la gran Elena Fortún, y donde nació su personaje, Celia.

Para mencionar a las grandes firmas que poblaron las páginas de Blanco y Negro haría falta mucho espacio. Valgan algunos botones de muestra: los Machado, Juan Ramón Jiménez, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Pedro Muñoz Seca, Juan Pérez Zúniga, los Álvarez Quintero, Wenceslao Fernández Flórez...

Esa apuesta por el mejor periodismo se ha mantenido en los distintos avatares en los que se fue transformando la revista. He tenido el privilegio de estar, como jefe de Redacción, en la sala de máquinas de las dos últimas reencarnaciones, intentando siempre mantenerme a la altura del nivel de exigencia y calidad demandado por la ilustre cabecera. Muchos de los mejores profesionales que continúan en ABC como redactores o colaboradores pasaron por la redacción o escribieron en su páginas. Los cito por orden alfabético con el ruego de indulgencia para los posibles olvidos: Juan Francisco Alonso, Alfonso Armada, Miguel Ángel Barroso, Julio Bravo, Teresa de la Cierva, Beatriz Cortázar, Patricia Espinosa de los Monteros, Isabel Gutiérrez, Pablo Martínez Pita, José Manuel Nieves, Emma Peña Tojo, Laura Revuelta, Alexis Rodríguez, Oti Rodríguez Marchante, Cristina de la Serna, Pedro Touceda… Mis compañeros, mis amigos, en tantos cierres.

Recuerdo las largas horas pasadas seleccionando reportajes de las más importantes agencias del mundo para alimentar las páginas de la revista. Y las muchas más editando los trabajos de producción propia: las maravillosas y espectaculares páginas de divulgación científica de José Manuel Nieves, de lo mayúsculo a lo minúsculo, de la investigación planetaria a la celular pasando inexcusablemente por los fascinantes dinosaurios que Spielberg puso de moda. Nieves firmaba el increíble reportaje sobre el mundo secreto de las ratas que durante meses fue realizando Cipriano Pastrano, cámara en ristre, por las cloacas de Madrid; un gran trabajo que en 1995 recibió el premio World Press Photo en la categoría de Naturaleza. Juan Francisco Alonso y Miguel Ángel Barroso, con fotos de Gonzalo Cruz si no recuerdo mal, firmaron un bellísimo y riguroso recorrido por las catedrales de España. Isabel Gutiérrez y la fotógrafa Asia Martín sorprendieron en Portugal el romance de Estefanía de Mónaco con su guardaespaldas Daniel Ducruet; su reportaje exclusivo dio la vuelta al mundo… Yo mismo encargué al formidable Roberto Bolaño, con ocasión del triunfo electoral del golpista Hugo Chávez a comienzos de diciembre de 1998, un texto que tituló «Los espadones pasan por las urnas» y apareció el día 20 de ese mes.

Miles de reportajes y páginas en las que también hubo coleccionables, algunos personalísimos, como «La gran Historia del Cine» que escribió para Blanco y Negro Terenci Moix, un trabajo lleno de amor por el séptimo arte, erudición y amenidad, o las chispeantes y bien documentadas «Historias de la Copla» que expendió Carlos Herrera y llevan años pidiendo ser recogidas en un libro (con disco incluido, por supuesto).

Al cabo del tiempo, creo que todos los esfuerzos merecieron la pena, así al menos nos lo demostraron los lectores semana tras semana. A ellos iba dirigido nuestro trabajo.

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