Rosa Belmonte

Lucía Bosé y la mesilla de noche

Una noche entera, cuando todavía no se acostaron, Dominguín sujetó con los dedos la mesilla de noche que bailaba por el ruido del metro y a ella no la dejaba dormir. ¿Cómo no enamorarse?

Rosa Belmonte

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Los abuelos no entierran a los nietos. Lucía Bosé lo hizo. Por eso llevaba el pelo azul. Porque Bimba se lo tintó después de probar otros colores. La Lucía de los últimos años era un seguro en la televisión, aunque estaba harta. También de otras cosas. «La familia me mata, es un manicomio». Quizá por eso vivía en Brieva (y abrió un museo de ángeles de Turégano). También jugaba al golf mientras insultaba a su asistente. Hubo un tiempo en que Lucía Bosé vivía en Somosaguas y Silvana Mangano en La Moraleja. Es lo más cerca que hemos estado de ser Italia. En 1947 se habían enfrentado en el concurso de Miss Italia, que ganó Lucía. También ganó a Luis Miguel Dominguín, que dejó a Ava Gardner. Llegó a España para rodar «Muerte de un ciclista». Visconti la había descubierto en una confitería y se la recomendó a Antonioni. Bosé y Dominguín se conocieron en la embajada de Cuba. Les presentó Manolo Goyanes. Bosé contó a Begoña Aranguren que el torero y ella se amaron locamente durante tres días en su habitación del Castellana Hilton. Una noche entera, cuando todavía no se acostaron, Dominguín sujetó con los dedos la mesilla de noche que bailaba por el ruido del metro y a ella no la dejaba dormir. ¿Cómo no enamorarse?

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