Adrián Pino Olivera subió a su web varias imágenes de su «performance»
Adrián Pino Olivera subió a su web varias imágenes de su «performance» - ABC

La policía teme que la Fontana di Trevi se convierta en una piscina

En un par de semanas ha habido tres casos de personas que se han bañado en la fuente más célebre de Roma

Corresponsal en Roma Actualizado: Guardar
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Un baño en la Fontana di Trevi cuando llega el calor es el sueño de muchos. Algunos lo realizan desnudos con notable afán exhibicionista y de protagonismo, mientras muchos turistas aplauden y se divierten en lugar de reprobar ese gesto de vandalismo. Tres casos llamativos se han dado en un par de semanas, lo que alarma a la policía municipal, que teme el efecto emulación, con el riesgo de que la bellísima Fontana di Trevi, la más célebre de las fuentes barrocas de Roma, se convierta poco menos que en una piscina. La enésima agresión a este monumento símbolo de la ciudad eterna se ha producido en esta misma semana: una turista alemana sexagenaria se quitó los zapatos y se introdujo en el agua, quizás imaginándose la escena legendaria del baño de Anita Ekberg en «La Dolce Vita», de Federico Fellini. El capricho le costó una multa de 450 euros.

El viernes pasado se produjo el caso más llamativo, protagonizado por el catalán Adrián Pino Olivera, 27 años, quien se dio un paseo desnudo en el agua con un ramo de lilas en la mano. Él se considera un artista y su acción la consideró una performance, al igual que la realizada, también desnudo, ante la Victoria de Samotracia en el Museo del Louvre en París o la protagonizada frente a la Venus de Boticelli en los Uffizi de Florencia. Pero la gente consideró que era el enésimo exhibicionista en busca de publicidad. Alguno le gritó: «¡Ah, bello! ¿Por qué no te bañas en tu casa?» Pino Olivera explica en su página web su forma de entender el arte: «A través de mis performances busco subvertir los esquemas rígidos e inamovibles del sistema para combatir la monotonía y vivir la realidad de forma más intensa. Lo hago por medio de una expresión artística, experimental, poética y provocadora, a medio camino entre lo bello y lo siniestro».

Nadie entendió la gesta artística de Pino Olivera, y mucho menos la policía municipal, que tras escuchar sus explicaciones sobre su arte, le impuso la multa de rigor: 450 euros. Tan solo unos días antes, el 12 de abril, se dio un baño cruzando a nado en estilo rana la Fontana un tal Manolo, nombre inventado para hacerse pasar por español, aunque la policía descubrió de inmediato que era italiano. Entre los aplausos, risas y estupor de los turistas la policía le obligó a salir del agua y lo condujo a comisaría.

Una vergüenza para Roma

El mismo fenómeno se repite en otras fuentes célebres de Roma: la célebre Barcaccia de la Plaza de España o la de los Cuatro Ríos en la Plaza Navona, entre otras. Desde comienzos de año son ya 60 las denuncias verbales y 17 las multas, pero obviamente no surcen efecto. Irrita profundamente a los romanos este comportamiento incívico y de desprecio de muchos turistas hacia monumentos admirados en todo el mundo, una acción que seguramente no realizan o no se atreven hacer en sus propios países. En cambio, en Roma basta muy poco: en el peor de los casos se paga una simple sanción administrativa para hacerse la publicidad quedando inmortalizado en fotos y vídeo, como ha hecho Pino Olivera colocándolos de inmediato en su web.

Ahora se quiere acabar con esta vergüenza para la ciudad de Roma. En el Ayuntamiento se estudian medidas para proteger la Fontana di Trevi y a otros monumentos delicados de la ciudad. El ministro de Bienes Culturales, Dario Franceschini, ha reiterado su idea de aumentar la vigilancia y limitar el acceso a los monumentos cuando hay excesiva aglomeración. La iniciativa es compartida por los expertos: el director de los Uffizi de Florencia, Eike Schmidt, ha dicho que «es necesario poner un filtro a la invasión».

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