Nanni Moretti, en un momento del rodaje de «Mia madre»
Nanni Moretti, en un momento del rodaje de «Mia madre» - ABC

Nanni Moretti: «No creo en el cine como terapia para los directores»

Su nueva película, «Mia madre», narra el difícil proceso de asimilación de la pérdida materna

LOS ÁNGELES Actualizado: Guardar
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Nanni Moretti dice con franqueza que no está en paz consigo mismo. Tan francamente como precisa: «Pero no creo en el cine como terapia para los directores». Y es que su nueva película, «Mia Madre», se presta al juego de espejos entre ficción y realidad, entre la vida de Moretti, trastocada por el fallecimiento de su madre, y la historia de Margherita, su alter ego en pantalla.

«Es una directora de cine como yo, preocupada por la sociedad que le rodea y la crisis le afecta. También se siente profundamente inadecuada, como yo. Pero en su relación con su actor protagonista (John Turturro), mi experiencia no ha sido así. La película no trata de ser una metáfora de las estrellas de Hollywood», apunta.

Además, Moretti no es el tirano que solía y que imita la protagonista en ocasiones: «Cuando era joven era mucho más tirano. Ahora también me cabreo, me enfado y soy muy exigente, tanto conmigo como con los colaboradores, pero escenas tan violentas como las de Margherita con Turturro... no. Para un director ser tirano no es indispensable, pero ayuda», dice.

Lo que sí conserva intacto es el incomodo al teorizar sobre su trabajo: «Me gusta mucho trabajar, pero no me gusta explicarlo. Hay tantas decisiones que tengo que tomar, que no sé explicar bien los motivos. Eso es casi otro trabajo, el del crítico, y yo no quiero ser crítico de mí mismo. Una película no es un crucigrama, ni un producto en el que las respuestas tenga que darlas el director», trata de zafarse. Una losa de la que se ha desprendido renunciando progresivamente al protagonismo, quedándose con un papel secundario, en lugar de encabezar el reparto. «Es un alivio no ser el protagonista. Digamos que hay un modo un poco primitivo en el público al ver las películas. Muchos espectadores hacen que coincidan las cosas que dicen los personajes con lo que piensa el director», señala. «Hasta “La habitación del hijo” siempre pensé en los tres papeles que encarnaba como uno único: director, guionista y actor. Me parecía que las películas personales tendrían sentido solo así. Ahora pienso que puedo hacer películas como director sin aparecer yo, o rodar con otros directores. Incluso filmar algo que no haya escrito yo», reflexiona.

No es una cinta autobiográfica

Aunque «Mia Madre» no es una cinta autobiográfica, Moretti no niega que sí es «sentimentalmente autobiográfica», ya que está elaborada con retazos de su propia experiencia, plasmada en cuadernos personales desde su adolescencia: «He cogido notas de mi madre para construir el personaje principal, incluso algunos diálogos están sacados de la realidad», explica. Aún así, el parecido también es fruto de la coincidencia: «Si Margherita se parece a mi madre no es porque yo le diera ninguna indicación a Giulia Lazzarini para que así fuera. Pero hay cosas en las que la ha calcado y fue doloroso», confiesa.

«La película no me ha servido para elaborar el duelo ni me ha ayudado a entenderme mejor»

E insiste: «La película no ha servido para elaborar el duelo. No me ha ayudado a entenderme mejor, a entender mejor a mi madre, no creo que el cine sea una terapia para un director. Cuento una historia y estoy concentrado, como director, como persona, en contar esa historia». A cambio, se deshace en elogios hacia la labor de sus actores, y su método de asimilación de roles: «No me gustan los actores que se identifican al 100% con el personaje y desaparecen como personas. Tienen un gran éxito de público y de crítica, pero yo prefiero un actor que no caiga en trance cuando está interpretando», dice.

Las cuatro décadas que Moretti lleva a ambos lados de la cámara no le han servido para hacer las paces consigo mismo: «La sensación de malestar que tengo trabajando ha aumentado. Tanto en la dimensión privada como pública. Es así, no se puede hacer nada. Es bastante cansado», claudica, quizá asumiendo que seguir en guerra es su única tregua posible.

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