La legendaria esmeralda de Miramamolín... que llegó a Navarra en el siglo XVII

Un experto desmonta la creencia de que la joya que se conserva en Roncesvalles fue arrebatada por Sancho VII el Fuerte al califa almohade durante la batalla de las Navas de Tolosa

La famosa esmeralda de Miramamolín forma parte de una rosa de pecho de la Virgen de Roncesvalles Ignacio Miguéliz

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En el escudo de Navarra , y por ende en el de España, brilla una gran esmeralda que abrocha en su centro las cadenas que, según la leyenda, el rey Sancho VII el Fuerte rompió con su espada en la batalla de las Navas de Tolosa. Durante aquella decisiva contienda de la Reconquista, librada en Jaén en 1212, se cuenta que el monarca navarro quebró las gruesas cadenas de hierro que protegían la tienda del califa almohade Al-Nasir, al que los cristianos llamaban Miramamolín (por su título en árabe de «príncipe o señor de los creyentes»), y arrancó de su turbante (o de su Corán) la joya que, junto a los eslabones, se llevó como trofeo.

Escudo de Navarra

Al contemplar el sepulcro de Sancho VII el Fuerte en la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles, uno puede hacerse a la idea de la envergadura que debió de tener el personaje al que hicieron protagonista de esta singular hazaña. Por el estudio de su fémur, se cree que pudo haber medido entre 2,22 y 2,31 metros, una altura excepcional en aquella época que ya destacaron en cantares los hombres de su tiempo. El rey murió en Tudela en 1234, pero cuatro años después de ser sepultado en la iglesia de San Nicolás fue trasladado a este histórico enclave en el Pirineo navarro, escenario de la legendaria batalla de Roncesvalles que glosa «La canción de Roldán» y albergue-hospital de los peregrinos en su ruta hacia Santiago de Compostela. Era un lugar muy querido por el monarca y objeto de generosas donaciones. Entre ellas, según la tradición, de algunas de las cadenas traídas de las Navas y de la famosa esmeralda de Miramamolín que hoy se guarda en su museo, engarzada en la magnífica «rosa de pecho» de la Virgen de Roncesvalles.

El historiador Ignacio Miguéliz Valcarlos ha analizado cuidadosamente la pieza y en su estudio sobre «Joyas en Navarra 1550-1900», editado por la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro con el patrocinio del Gobierno de Navarra, destaca sin embargo que se trata de una esmeralda de «procedencia colombiana ».

La «rosa de pecho» de Roncesvalles I.M.V.

«Como muy pronto su origen habría que ponerlo en el siglo XVII», ya que los españoles descubrieron las minas de Muzo en Colombia a finales del XVI, continúa este experto en platería y joyería para quien «la pieza «responde estilísticamente a la segunda mitad del siglo XVII y probablemente a talleres americanos».

«En el inventario de las alhajas de la Virgen de Roncesvalles de 1649 no hay ninguna referencia a esa piedra y, desde luego que si en ese momento hubiera existido y con ese origen (el de la batalla de las Navas de Tolosa), se hubiese recogido con detalle», explicó Miguéliz durante la presentación del libro en Madrid.

El especialista, conservador del Museo Universidad de Navarra y responsable de su departamento de colección y curatorial, ha encontrado enormes coincidencias entre la joya de Roncesvalles y otras piezas americanas. «Similar en cuanto a su concepción y a la utilización de una gran esmeralda en cabujón central es una rosa engastada en una custodia del convento de santa Teresa de Arequipa (Perú) y una cruz de la inquisición subastada en Phillips de Nueva York en 1983, ambas de la segunda mitad del siglo XVII», resalta en su estudio.

Detalle de la custodia del convento de Santa Teresa de Arequipa (Perú) Cristina Esteras

«La comparación con piezas americanas y el análisis visual de la esmeralda nos indican que se trata con toda seguridad de una piedra americana », insiste Miguéliz, que considera, por tanto, que la llamada esmeralda de Miramamolín «llegó a Roncesvalles después de 1649» e imagina que «en un momento indeterminado del siglo XVIII o XIX comenzó a fraguarse la leyenda de que era la esmeralda de Sancho el Fuerte debido a la vinculación que ese rey tuvo con Roncesvalles, donde fue enterrado».

Para la catedrática de Historia del Arte de la Universidad Complutense Cristina Esteras Martín , toda una eminencia en platería española y americana, Miguéliz ha estudiado la joyería en Navarra «con erudición y rigor científico» y «desmonta aquí esta creencia popular» al poner de manifiesto que se trata de una esmeralda colombiana traída con posterioridad a 1649. «El origen americano de esta singular y admirada pieza vendría avalado no solo por el análisis de la esmeralda que remite hasta los yacimientos de Muzo, en Colombia, sino porque existen ejemplares andinos con los que guarda analogía comparativa, como la «rosa» que aparece sobrepuesta en el astil de la custodia del convento de Santa Teresa, en Arequipa (Perú)», destaca.

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