Hallan una ofrenda mexica con restos humanos depositada tras la conquista española de Tenochtitlan

Los arqueólogos creen que fue realizada en honor al mundo que habían conocido hasta entonces y que veían desvanecerse

Una figura hallada en la ofrenda INAH

M.A.

Hernán Cortés ya había tomado Tenochtitlan cuando una familia mexica que permaneció en la ciudad realizó en su vivienda, bajo el actual centro histórico de Ciudad de México, una ofrenda en honor al mundo que habían conocido hasta entonces y que veían desvanecerse con la conquista española. «Entre cantos y olor de copal, los moradores dispusieron en el patio una ofrenda con múltiples elementos, entre los que destacan una olla con restos óseos (cenizas humanas) y 13 sahumadores polícromos de casi un metro de longitud, usados para quemar la resina», informó este martes el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La ofrenda, localizada a poco más de cuatro metros de profundidad bajo un inmueble aledaño a la Plaza Garibaldi, estaba recubierta con varias capas de adobes bien consolidados para mantenerla fuera de miradas ajenas. Para el INAH, es un «indicativo del temple de aquellos mexicas» que seguían en Tenochtitlan tras la llegada de los españoles.

Objetos de la ofrenda hallados INAH

Los arqueólogos creen que la vivienda donde se halló la ofrenda perteneció al barrio menor de Tezcatzonco. El equipo de especialistas investigó las diversas capas del sitio hasta llegar a los arranques de muros de una primera casa, que estaba localizada en Cuepopan-Tlaquechiuhca, una de las cuatro partes que integraban Tenochtitlan.

Los cimientos del complejo habitacional mexica fueron descubiertos en la parte media de la finca, de 500 metros cuadrados de extensión, donde el Instituto de Vivienda de la Ciudad de México (INVI) tenía previsto acometer un proyecto de construcción. Tras constatar en un sondeo el potencial arqueológico del lugar, un equipo de la Dirección de Salvamento Arqueológico excavó hasta profundidades que van de 3,50 metros a 5,20 metros, donde hallaron vestigios de tezontles y adobes, en una superficie aproximada de 80 metros de cuadrados.

Las excavaciones en la vivienda INAH

La excavación también reveló que la vivienda mexica estuvo conformada una estancia, un corredor que conectaba a cinco habitaciones que aún mantienen parte de sus estucos originales en pisos y en muros, y un patio interior, donde se localizó la ofrenda.

Según el INAH, la disposición, cantidad y calidad de los materiales que componían esta ofrenda de clausura concuerda con ese carácter sagrado: 13 sahumadores, una copa pulquera de base trípode, cinco cajetes, un plato y una olla de cuerpo globular sobre la que colocaron cuatro vasijas a modo de tapa. «En el interior de esta última se detectaron restos óseos cremados —una costumbre funeraria extendida en el mundo mesoamericano—, posiblemente de un infante ; sin embargo, esto habrá de comprobarse mediante la microexcavación de las cenizas«, detalla en su nota.

El simbolismo de los braseros

El conjunto de los sahumadores hallados en la ofrenda «expresa un simbolismo particular» de los mexicas, según apunta Mara Becerra, coordinadora de las tareas de rescate arqueológico, en el comunicado del instituto. «Fueron dispuestos en dos niveles y en dos orientaciones distintas: unos en sentido este-oeste, y otros en dirección norte-sur, como una evocación de las 20 trecenas que conformaban el tonalpohualli, el calendario ritual mexica de 260 días. Asimismo, cabe mencionar que el número 13 aludía a los niveles del cielo», detalló.

La arqueóloga Mara Abigail Becerra, junto a los sahumadores INAH

Los arqueólogos creen que los sahumadores «refuerzan la concepción nahua del universo». A juicio de Becerra, «la cruz calada de las cazoletas de los sahumadores representa el quincunce, símbolo del axis mundi; mientras que los mangos huecos en colores rojo, negro y azul, que servían de instrumento de viento, y su remate con la representación de la cabeza de una serpiente de agua, remiten a las fuerzas del inframundo».

Todo lo expuesto, junto a los tipos de cerámica hallados, que se asocian a los periodos de contacto español y virreinal temprano, «nos permite interpretar este contexto arqueológico como evidencias de una ofrenda que se dispuso en las primeras décadas tras la invasión de Tenochtitlan, como parte de un ritual de clausura del mismo espacio, un acto esencial para la cosmovisión tenochca·, concluye la arqueóloga Mara Becerra.

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