Darío Villanueva: «Para las instituciones es bueno que haya cambio»

El académico habla de sus nuevos proyectos y del relevo en la dirección de la RAE

Darío Villanueva, fotografiado en julio de 2018 EFE
Bruno Pardo Porto

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Nadie lo sabía entonces, pero la historia reciente de la Real Academia Española (RAE) comenzó a escribirse en la costa gallega hace tres veranos. Era 2016 y, como tantos otros agostos, Darío Villanueva descansaba junto a su mujer en su casa de Bayona. Lejos del ruido capital, las discusiones lingüísticas y sus demás quehaceres filológicos, cerca del estío más suave, el por entonces director de la ilustre institución hacía repaso de su vida profesional. Llevaba solo dos años en el cargo, pero los cinco anteriores había sido secretario, un puesto que también le había robado tiempo y energías. Con eso rondándole la cabeza, decidió que ya tenía suficiente y que, terminado su mandato, renunciaría a la reelección. Y, en efecto, así fue: en octubre de 2018 soltó la noticia y, dos meses después, Santiago Muñoz Machado se convirtió en el trigésimo primer director de la RAE.

«No tenía sentido, a dos años de terminar un mandato, decir que no vas a seguir. Si lo haces, además, parece que estás mendigando que te pidan que te quedes, y no era mi caso. Por eso me guardé la decisión hasta aquel pleno de octubre », recuerda ahora, con su habitual tono reposado, al otro lado del teléfono.

Lo suyo, cuenta, no era hartazgo, sino más bien la sensación de que había cumplido un ciclo. Tampoco era sobrecarga, pues ya se había curtido en puestos de similar ajetreo, como el de rector de la Universidad de Santiago de Compostela, que ocupó entre 1994 y 2002. De hecho, nunca ha abandonado sus clases allí, que ha impartido religiosamente todos los lunes y viernes durante su mandato. «El tiempo que he dedicado a la Academia nunca lo he escatimado, ni en modo alguno lo considero un despilfarro, a pesar de que he tenido que renunciar a proyectos personales. Pero soy de la idea de que estos puestos de representación y de gobierno tienen su desgaste . Y que para la persona que los ocupa, pero también para la institución que representa, es bueno que haya cambio», opina.

Dice que los momentos más duros como director han llegado precisamente en este final, que ha sido más turbulento de lo planeado. Pero echando la vista atrás se muestra satisfecho, sobre todo en cómo la Academia ha conseguido reinventarse y adaptarse a los ritmos de internet. «Ahí está el diccionario en línea, con sus sesenta millones de consultas recibidas al mes. Y el millón trescientos mil seguidores que tenemos en Twitter, donde respondemos a dudas del idioma. Y la elaboración de una plataforma de servicios lingüísticos como Enclave RAE », subraya.

En ese adaptarse al mundo de hoy, la Academia también se ha convertido en un agente mediático, sobre todo en un momento en el que las palabras, sus usos y sus significados se han convertido en objeto de debate social (y digital). A su puerta se llama cada vez más, sobre todo a raíz de las polémicas. «Yo he procurado llevarlo de forma proactiva, considerando que era bueno para la Academia estar presente en la vida pública , como una institución que representa el cuidado por la unidad del español, no solo en España, sino también en el resto de los países en los que se habla. Los medios de comunicación tienen una intervención muy importante en el uso y en la unidad de la lengua, por eso debemos ir de la mano. Es lo que yo he intentado hacer», comenta.

Ahora, lo que intentará hacer es lo de siempre: vivir entre Madrid y Santiago , entre la Academia y la universidad, entre compromisos y proyectos personales. «En principio, mi vida no va a cambiar mucho. Seguiré repartiendo mi tiempo entre las dos ciudades. Yo en Madrid tengo muchas actividades además de la académica. Por supuesto, sigo siendo académico y tengo la asistencia a los plenos y las comisiones de los jueves, pero pasaré más días en Madrid», afirma.

Como todo buen investigador, Villanueva tiene varios libros pendientes, que ahora podrán salir a la luz. Uno de ellos une sus dos pasiones: el cine y la literatura, una comparativa en la que lleva años indagando. «Me interesan los puntos de confluencia entre el cine y la literatura. Quiero terminar un libro sobre el Quijote y el cine. Tengo un archivo completísimo de las casi doscientas cincuenta adaptaciones cinematográficas que ha tenido la obra de Cervantes », apunta.

¿Y qué más hará? Para responder, Villanueva recurre a la anécdota. Cuando era secretario de la RAE, fue el encargado de organizar el tercer centenario de la Docta Casa. Años antes, había tenido que preparar también el quinto centenario de la Universidad de Santiago. « Me estoy convirtiendo en un experto de los centenarios . Y espero aplicar esa experiencia al centenario que más me interesa, que es el mío propio», remata.

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