Dani García cuelga el delantal de la alta cocina en Marbella

El cierre del restaurante con el que conquistó tres estrellas Michelin abre paso a una expansión mundial de su cocina

J. J. Madueño

No hay vuelta atrás. Dani García (Marbella, 1975) ya ha cerrado su restaurante con tres estrellas. Esta clausura arrancó hace un año y se culminó este sábado con «La última cena». La Guía Michelin daba su máximo reconocimiento al chef marbellí, que lanzó esa misma noche un mensaje con la silueta de un niño mirando a un cielo estrellado: «Pide un deseo…». Lo que demandó el cocinero aquella noche fue conquistar el mundo. «Mi sueño es poder dar de comer a millones de personas un gazpacho, un espeto de sardinas o un rabo de toro», explica Dani García, horas antes de formalizar su salida del firmamento gastronómico internacional para «ganar la libertad». «Lo único que alimentaban las tres estrellas era mi ego y no quiero eso», remarca el cocinero a ABC.

Y eso comenzó a gestarse el pasado viernes, cuando su equipo le arropó tras el último servicio ordinario. En la reunión con el equipo no fue capaz de decir todo lo que pretendía por la emoción. Arrancaban las últimas 24 horas en la alta cocina con la llegada de su hija Aurora de Londres, con quien conversó esa noche delante de una Coca-Cola y un plato de jamón. «Sin pretenderlo, evitamos hablar de lo que iba a ocurrir», afirma la mañana del 16 de noviembre, el día en el que se despide con sus compañeros, delante de su familia y con la bendición de Ferrán Adriá: «Sólo desearle que sea feliz».

Por la mañana el café lo volvió a acompañar con música. «Estoy tranquilo. El tiempo me dará o me quitará la razón. Lo único que no sé compensar es la crueldad de dar tres estrellas a Marbella para anunciar que se las quitaba a las semanas», afirma Dani García, a quien le duele todos los paisanos que han pasado este año por el restaurante lamentando que lo fuera a cerrar. Una decisión que Dani García siempre había alumbrado, sin que nadie le hiciera caso. Idea que le rondaba la cabeza desde su época más oscura.

Decisión que ha costado entender, sobre todo a los más cercanos. «Mi hija de 14 años [Laura] no ha conocido otra cosa que la alta cocina», recuerda antes de una cena en la que tiene claro que va a llorar. «No tengo discursos preparados, pero cuando voy en el coche y pienso en lo que va a suceder o en lo que puedo decir, se me saltan las lágrimas», reconoce antes de uno de los servicios más especiales de su carrera ante más de 40 estrellas Michelin, representadas en los nombres de Joan Roca, Albert Adriá, Andoni Luis Aduriz, Josean Alija, Ricard Camarena, Quique Dacosta, Diego Guerrero, Paco Morales, Rodrigo de la Calle, Toño Pérez, Ángel León, José Carlos García, Ramón Freixa o Paco Roncero. «Es imposible sentir más cariño. No podría haber soñado un final así», afirmó tras la última cena en Dani García Restaurante.

«Me reafirmo en la decisión. Hemos culminado un año de locos en el que no me he permitido ni enfermar. Ahora me voy en Navidad a descansar a Londres con mis hijas con ganas de ver el nuevo comienzo», señala Dani García, quien explica que el objetivo es abrir en los próximos años 50 restaurantes por todo el mundo de sus diferentes marcas.

Noche de homenaje a su trayectoria de 25 años en la alta cocina que se cerró entre cánticos de «Dani, quédate», mientras servía los dos últimos platos de este templo a las dos personas más especiales de su vida personal y laboral. Sobre una mesa, junto a una de las puertas de la cocina, se sentaron su madre, Isabel Reinaldo, y Ferrán Adrià, para comerse el postre que puso punto y final a la historia de un restaurante para abrir el camino a un imperio gastronómico mundial con la tradición andaluza como ingrediente esencial.

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