El cambio climático aniquiló a muchas poblaciones de América antes de la llegada de Colón

Así se recoge en un estudio internacional realizado por 17 investigadores de instituciones de Brasil, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Perú, Reino Unido y Suiza, y publicado en la revista «Nature Ecology and Evolution»

Cristóbal Colón ABC

Servimedia

Cambios en los patrones climáticos tuvieron un impacto significativo en las comunidades indígenas que vivían en la cuenca del Amazonas antes de la llegada de Cristóbal Colón en 1492, hasta el punto de que ocasionó la desaparición de muchas poblaciones.

Así se recoge en un estudio internacional realizado por 17 investigadores de instituciones de Brasil, Estados Unidos, Francia, Países Bajos, Perú, Reino Unido y Suiza, y publicado en la revista « Nature Ecology and Evolution ». Los autores indican que cambios en las temperaturas y las lluvias causaron la desaparición de comunidades amazónicas mientras otras culturas florecían antes de la colonización de América.

Los investigadores analizaron cómo era el clima en la Amazonía entre 700 y 1300, y señalan que los cambios climáticos condujeron al final de las comunidades que cultivaron de manera intensiva y tenían una sólida estructura de clases, en tanto que quienes vivían sin jerarquía política, cultivaban con mayor variedad y cuidaban más la tierra para que siguiera siendo fértil pudieron adaptarse y se vieron menos afectados por los vaivenes del clima.

Durante ese periodo, el Amazonas fue el hogar de docenas de comunidades sofisticadas que vivían en ciudades y pueblos florecientes. El conflicto entre ellas y la migración contribuyeron a la caída de algunas poblaciones.

Jonas Gregorio de Souza , que dirigió la investigación desde la la Universidad de Exeter (Reino Unido), apunta que "algunas comunidades amazónicas estaban en declive o habían cambiado drásticamente antes de 1492". "Nuestra investigación muestra que el cambio climático fue uno de los factores responsables, pero algunos grupos sobrevivieron porque habían estado trabajando con su entorno natural en lugar de en su contra. Los que cultivaban intensivamente y tenían más presión para producir el excedente de alimentos debido a una estructura de clase fuerte tenían menos capacidad para hacer frente", añade.

Se cree que la población de las comunidades indígenas disminuyó entre un 90 y un 95% después de que los europeos llegaron a la Amazonía debido a las epidemias y la violencia . Antes de ello, hasta 10 millones de personas vivían en la región y esa pérdida reconfiguró paisajes y geografías culturales en toda la zona.

Los expertos analizaron el clima en la antigua Amazonía a través del análisis de restos de polen y carbón, sedimentos de lagos y estalagmitas. Esto les permitió rastrear cuánta lluvia había en la región de un año a otro. También examinaron restos arqueológicos que mostraban cultivos del pasado y las estructuras en las que vivían las comunidades de la época.

En la Amazonía oriental, la elite 'marayó' vivía en grandes colinas, cada uno de los cuales podría haber sido el hogar de unas 2.000 personas. Estas jefaturas se desintegraron después del año 1200. Se había pensado que ello se debía a la llegada de nómadas 'arua', el nuevo estudio sugiere que también influyó la disminución de las precipitaciones. Las comunidades utilizaron los montículos para gestionar el agua y monopolizaron los ricos recursos, lo que les hizo sensibles a la sequías prolongadas.

Al mismo tiempo, la cultura de Santarém, establecida alrededor de 1100, estaba floreciendo. Sus miembros llevaron a cabo una variedad de cultivos (maíz, batata, calabaza...) y trabajaron para enriquecer el bosque, lo que significa que las condiciones más secas tenían un menor impacto en la comunidad.

"Este estudio se suma a la creciente evidencia de que el milenio anterior al encuentro europeo fue un periodo de migraciones a larga distancia, conflictos, desintegración de sociedades complejas y reorganización social en las tierras bajas del sur de América. Esto muestra que el clima tuvo un impacto real", apunta Jose Iriarte, de la Universidad de Exeter.

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