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Blanco y Negro, la tradición que nos explica

Torcuato Luca de Tena inauguró a sabiendas una nueva época del periodismo español

MADRID Actualizado: Guardar
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En 1891, Torcuato Luca de Tena inauguró con Blanco y Negro, a sabiendas, una nueva época del periodismo español. En su último artículo -publicado en 1929- contaba que se reunió con jóvenes artistas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid y les preguntó: ¿Podría hacerse una revista moderna e ilustrada como la «Fliegende Blätter» que acababa de hojear en Múnich? Los artistas respondieron que sí, siempre que apareciera un editor. «Pues yo seré ese editor», contestó el fundador de ABC.

Así, el 10 de mayo de aquel 1891 en el que la política aburría tanto como ahora y Cánovas acababa de relevar a Sagasta, mientras crujían las últimas vigas que sostenían el pasado imperial español, el primer número de Blanco y Negro vendió 20.000 ejemplares

y ya no paró de entusiasmar al público. El misterio de su éxito lo explicaba la sagaz apuesta de Luca de Tena por una publicación liberal y exquisita en su estilo literario y artístico, alejada del sectarismo político (algo casi inédito entonces en el periodismo español) y comprometida con sus lectores, con el buen gusto y el rigor.

¿Qué era Blanco y Negro? Un «retrato fiel de la vida moderna con sus defectos y sus bondades (...) La risa y el llanto, lo serio y lo festivo, lo formal y lo caricaturesco» estarían en sus páginas, según anunciaban. Por eso la primera portada de Ángel Díaz Huertas reflejaba ese sueño volandero de conexión con el público: un «tílburi» flotante, casi mágico -el coche de moda-, tirado por una mariposa blanca y un abejorro oscuro.

La nómina de pintores, ilustradores y escritores es abrumadora: están todos los grandes del siglo, como les contamos en los reportajes que acompañan este texto. Y de aquel sueño y aquel compromiso nació una de las mejores tradiciones de la prensa española, ilustrada, optimista y tolerante, que sumaba los méritos más allá de las adscripciones y sentía el orgullo de la cultura española. Hoy, cuando nuevos hastíos nos acechan, sigue siendo necesaria, insustituible.

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