Más Cultura es más Hacienda

La bajada del IVA cultural es buena, pero llega tarde, y se queda lejos del tipo que pagan otros países: el doble que Francia

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La bajada del IVA cultural es una rectificación en el buen camino pero llega tarde. Nadie duda que es una medida favorable (podemos tirar de refranero, si la dicha es buena...) pero el análisis de su impacto merece ciertas consideraciones. Primero, esa tardanza: casi tres años después y ante la inminencia de varios procesos electorales, cuando sabemos que el Gobierno tenía datos fiables hace mucho tiempo de que la subida del impuesto (del 8% al 21) no había aumentado la recaudación de las arcas públicas, sino todo lo contrario, a lo que había que sumar el destrozo en las industrias culturales. Las cuentas no salían. Al final, los buenos resultados de taquilla de cine de 2014, que sí redundaron en una mayor recaudación, demostraron la importancia económica del sector y deberían haber suscitado el debate en el Gobierno sobre las bondades de apoyar la creación, deberían haber acelerado esta decisión.

Políticamente, la cuestión es vidriosa. Si el impacto de la subida era poco, el coste de su reversión era asumible y el desgaste de imagen era tan alto (los premios Goya, las pitadas, la sucesión de cartas al presidente desde una industria que sentía un aliento vengativo en la medida), ¿por qué se mantuvo? Curiosamente en el sector del la compraventa de arte se llegó mucho antes al compromiso de volver a la situación anterior, lo cual profundizó la sensación de afrenta entre los hombres del cine, del teatro y de la música.

Y lo más inquietante: si se ha decidido bajar ahora, ¿por qué no lo ha anunciado el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, sino que la decisión parece proceder del de Hacienda? Este último departamento da una imagen impropia de colonizador de la actividad de la que es responsable el otro. Queda claro quién manda. En todo caso, Cultura no ha tenido el papel que debería haber ejercido en todo el proceso, y ni siquiera acertó a destacar, en mitad de las críticas, el hecho de que el libro -todavía la industria cultural más importante de España- se mantenía con el IVA superreducido. ¿Alguien se acuerda?

Se dice que el ministro Montoro y Mariano Rajoy han decidido ahora anunciarlo. En Cultura, lo que había esta mañana, oficialmente, era una gran sorpresa. Y eso lo dice todo. La rebaja es generosa pero aún mantiene el tipo al doble del que tiene el sector en Francia, un 5%. Ya es difícil convencer a los ciudadanos de que la Cultura importa, tres años después y sin haber mantenido un Ministerio de Cultura con peso político. El Gobierno de un país con uno de los tres patrimonios artísticos mayores que existen, con una industria editorial volcada en dos continentes, gracias al idioma que compartimos con más de 500 millones de personas; el país que ha logrado que sus creadores, en casi todos los ámbitos, sean reconocidos en todo el mundo, puede hacer algo más para convencernos.

Porque, ¿tenemos la impresión de un apoyo sostenido y fuerte del Gobierno a la Cultura? No. Y ese es un fallo imperdonable en esta legislatura que llega a su fin: la sensación de abandono de un sector fundamental para fortalecer los vínculos comunes de toda una sociedad (algo que no hay que explicarles a los nacionalistas, que ponen la cultura en la cúspide de sus señas de identidad).

Nuestra industria cultural es importante, no solo por las cifras. Los números son una cuestión de Hacienda, pero en el momento en el que el idioma español juega su carta global, un Gobierno que valore en su sentido más importante la Marca España debía haber sido más… cultural. Porque más cultura es más Hacienda, como ha quedado demostrado. Repasen las cuentas.

¡Por fin bajan el IVA! Sí.

Van por el buen camino, pero llegan tarde.

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