Crítica de «Loreak» (****): ¡Cuidado, flores!

Se trata de ir recolocando las flores sin mecha ni dinamita en el florero de esas historias diminutas, auténticas y cruzadas

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Emocionante y delicado melodrama, envuelto en la mayor sencillez, sobre una mujer a punto de asumir su infelicidad y depresión, el confuso agostamiento de su matrimonio, cuando la llegada de unas flores anónimas, y reincidentes, le dan a su vida un colorido inesperado. Melodrama al que sus directores, José María Goenaga y Jon Garaño, le añaden un levísimo toque Hitchcock con la sensación del peligro de un «mcguffin» floral: ¿quién?, ¿por qué?..., preguntas que no sabe responder a su marido que pretende convertirlo en un caso policial: «son sólo flores», le dicen en la floristería ante su alarma y su necia pretensión de acudir a la policía. Y es la misma sensación contradictoria, de peligro, de agresión, que siente otra mujer cuando aparece en el lugar del accidente donde falleció su marido otro reincidente ramo con la embestida del anonimato: «son sólo flores», le aclara la suegra a la viuda ofendida.

« Loreak», que tiene la singularidad de estar hablada en euskera, recorre con suma delicadeza y tacto los pasadizos interiores de esos personajes, todos esos sentimientos que justamente no están hablados, sino sugeridos y notados en la sencilla y cercana interpretación de los actores; se trata de seguir el hilo, de notar cómo se despeja la niebla de la trama y de los sentimientos..., de ir recolocando las flores sin mecha ni dinamita en el florero de esas historias diminutas, auténticas y cruzadas, y tan bien engarzadas en su tiempo y en su lugar, el espacio que rodea y que llena a los personajes. Un ejemplo de grandeza y pequeñez.

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