Es el último reto de España. El único título que le falta a la campeona del mundo y bicampeona continental para cerrar un lustro glorioso. Ningún otro país en la historia ha conseguido encadenar Eurocopa-Mundial-Eurocopa. ‘La Roja’ puede convertirse también en la primera que conquista la Copa Confederaciones como vigente campeona planetaria. Se trata de un torneo de escasa relevancia, experimento para el Mundial del próximo año en Brasil, de una «prórroga» tras una intensa temporada, como la califica Vicente del Bosque, pero importante al fin y al cabo para continuar cumpliendo objetivos antes utópicos. Otra competición para ilusionar, aunque sea menor.
El título en la Confederaciones que arranca el sábado le serviría a España para engordar palmarés, dar otro golpe de autoridad en un período irrepetible, confirmar que es la selección más potente y acoplada del universo, también la del fútbol más brillante, y acabar con las dudas de los pesimistas. Los motivos para creer son numerosos. España, que juega prácticamente de memoria, con una velocidad y precisión sorprendentes y una defensa sólida y experta, es una máquina engrasada a la que todos temen. El toque no siempre va unido a los títulos, pero esta España presume de muchos galones y un talento exquisito y, en teoría, tiene el camino abierto hacia la que es la final soñada: Brasil-España. El no va más en el Maracaná el 30 de junio, aunque lo mejor estaría por llegar, en el Mundial 2014, en el mismo escenario.
España no ha perdido el hambre de triunfos y es la envidia del planeta futbolístico, pero también hay razones para pensar en que el asalto de España a la Confederaciones tras el fiasco de la edición de 2009 pudiera complicarse. El cansancio físico y mental de los futbolistas, el calor y la humedad en Brasil, los desplazamientos, la falta de un verdadero ‘killer’ del área -Soldado es ahora el ‘9’ en mejor forma-, la baja de Xabi Alonso, los rivales cerrados... Pese a todo, repiten casi todos los campeones de la Eurocopa de 2012, y el escaparate es el ideal para venderse y revalorizarse. Porque son varios los internacionales españoles aún pendientes de su futuro que pretenden reivindicarse. Entre ellos, los tres delanteros centro: Villa, Torres y Soldado.
El trofeo de la Confederaciones, un torneo que cumple su novena edición, aunque solo ha sido ensayo para el Mundial en la cuatro últimas que se han repartido Francia y Brasil, está a solo cinco partidos. A priori, realmente exigentes, el del debut ante Uruguay, la semifinal -quién sabe si ante Italia-, y el partido definitivo, que es obligado para España. También para los anfitriones, que deberían estar iluminados por Neymar, aunque la nueva estrella del Barça no haya brillado en la preparación. Para la experimentada España ha sido pobre, pero suficiente para recuperar el toque, ese ‘tiqui-taca’ que desquicia a los contrarios y que a algunos llega a aburrir pero sigue siendo bandera y base de éxitos nunca antes conocidos. Lo que falta es más remate y, sobre todo, gol, pero España ya se ha sacudido todos sus complejos de antaño y reina desde un escalón superior.
El balón, la mejor arma
El balón es la mejor arma de ‘La Roja’, aunque ahora se haya intensificado el debate sobre el ‘9’ y también en la portería, donde Casillas, a raíz de su guerra con Mourinho, ha encontrado una competencia que era impensable. Del Bosque podría incluso repartir la titularidad bajo palos entre sus tres guardametas, pero la base del equipo está hecha, con unas alternativas, además, más que convincentes en el banquillo. En juego colectivo España no tiene parangón, y mucho menos en esta Confederaciones en la que no está una de las grandes que aspira al título en Brasil 2014: Alemania. Tampoco Holanda, Argentina, ni las figuras emergentes que compiten ahora en la Eurocopa sub-21, con lo que el capítulo de estrellas se reduce.
Como siempre, el objetivo de España en ir partido a partido y, dado que la anfitriona e Italia -participa como subcampeona de Europa- están en el grupo más difícil, es de augurar una cómoda clasificación para semifinales, aunque para sellar ese compromiso tenga que pasar antes por tres ciudades diferentes (Recife, Río de Janeiro y Fortaleza), donde jugará en solo ocho días. Un hándicap más el de los viajes que se une al de la climatología y que también preocupa a los internacionales españoles. Sin embargo, el seleccionador insiste en que el mejor equipo del mundo llega «en buenas condiciones» a esta cita en la que precisa mantener el entusiasmo y el carácter competitivo.
