Negredo y Alcácer, protagonistas en el pase del Valencia, se pusieron el mono de trabajo
Negredo y Alcácer, protagonistas en el pase del Valencia, se pusieron el mono de trabajo - EFE

El Valencia pasa angustiado

Un Rayo de gran pegada engulle las rotaciones de Nuno, pero los de Mestalla se sobreponen

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Rafa Benítez hizo de la difícil aplicación del concepto de las rotaciones un arte. Perfectamente estudiadas. Pocas, las justas. Medidas. Con un porqué detrás. Poco o nada se percibía la entrada de un jugador y la salida de otro, porque todos, conocido su rol y las pautas de juego, entendido el mensaje, formaban parte de una maquinaria engrasada. Lo consiguió en el Valencia desde su primera temporada. Luego, afinó todavía más la cuestión. Y eso de las rotaciones ha sido un argumentario que en buena lógica han utilizado otros técnicos. La clave es cómo aplicarlas. En ello, y también en Mestalla, erró Unai Emery. Practicaba ocho, nueve hasta diez cambios, además con futbolistas que poco eran utilizados en la competición doméstica.

Nuno Espirito Santo, que salvo por obligación nada cambia en Liga, pensó en la Copa del Rey para aplicar las rotaciones por el camino de la cantidad. Y por poco se le escapa el pase ante el Rayo.

Así lo hizo en Vallecas. Efectivamente el Valencia ganó 1-2 en el partido de ida contra el Rayo. Los goles valencianistas, repasando las secuencias, llegaron fruto de errores propios de los de Paco Jémez. El plan B que plantearon unos y otros, por juego, le salió mejor a Jémez. Obviamente, lo que valen en fútbol son los goles.

Y con esa ventaja llegó ayer el partido de vuelta. Mestalla. Ventaja, ligada además al valor doble de los tantos a domicilio. Y de nuevo, rotaciones. Respeto al último partido del Valencia, en Liga, precisamente ante los vallecanos, practicó nueve cambios. La línea defensiva de cuatro y los tres de ataque fueron las zonas remozadas.

Es decir, un equipo nuevo. Y apareció como un castillo de naipes. Pareció firme en el comienzo. Un par de buenas profundizaciones de Cancelo por el costado derecho. Con cierto protagonismo de Parejo y André Gomes. Mejor se puso la cosa ante un Rayo dubitativo cuando Rodrigo diseñó una acción personal brillante que acabó un chut con la izquierda que se fue al palo. El balón le llegó a Alcácer, con Cristián Álvarez batido, y solo tuvo que empujar. Pero ese castillo de naipes, según pasaron los minutos no aguantó los soplidos que comenzó a lanzar el conjunto madrileño.

Locura y goles

Desordenado y sin ligar el once valencianista, comenzó a desmoronarse a los veinte minutos. A balón parado, y ganando la posición a Vezo, Jozabed remató de cabeza para empatar. Y sucedió que el castillo se desmoronó. El Rayo creció, dominó, movió el balón a su antojo, abrió a un puñado de jugadores sin concierto y zarandeó a los locales. Recibió Pozuelo en la frontal y a la media vuelta sacó un zapatazo duro y potente que se fue hacia el palo largo de Yoel, que no estuvo fino. Y Pereira, poco después, le hizo un roto a Vezo en carrera y cogió la directa para batir a Yoel en el uno contra uno.

El Rayo, que también presentó cambios pero con más mesura, presentó una pegada majestuosa ante un Valencia desestructurado en cuanto a su sistema defensivo. El escenario obligaba a Nuno a decidir algo inmediato. Negredo, Piatti y De Paul, tres titulares en la última jornada liguera, al verde.

Tenían que arreglar el desaguisado. Arreón feroz para meter miedo a los rayistas. Al minuto de la reanudación, Negredo profundizó, cedió a Piatti que remató a puerta, siendo el balón rechazado, pero Morcillo marcó en propia puerta. La tesis del segundo acto fue clara: idas y venidas. Y en ello el Rayo volvió a aprovechar un día de dulce cara a puerta. Embarba metió el cuarto para los suyos de tiro raso. Y a eso replicó Rodrigo con una acción individual, que cedió a De Paul y su chut se fue al palo, pero Alcácer la volvió a cazar para el 3-4. Partido loco, roto, en medio de una lluvia de goles. La temperatura con el gol del empate local, que le daba de nuevo la eliminatoria. Finalizó Rodrigo tras una acción controvertida entre Mustafi y Cristián Álvarez. Se pidió falta al portero. De camino al final, Rodrigo se autoexpulsó y el Valencia sufrió, pero acabó pasando.

Celta, 3; Las Palmas, 1. El conjunto vigués se metió en octavos evitando la prórroga gracias a un tanto de Orellana en el descuento.

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