El «primo» de la marihuana que viajó con Colón a América

El cáñamo, usado tradicionalmente como planta medicinal, se empleó en cuerdas, velas, ropas, Biblias, lámparas y como alimento durante la travesía al Nuevo Mundo

La llegada de Cristóbal Colón a América, según Dióscoro Puebla, en 1862 Colección, Museo del Prado

Pedro Gargantilla

Es posible que los turistas no advertidos que pasean por las Ramblas de Barcelona no se detengan en las hojas que forman parte del fragmento central del monumento a Cristóbal Colon. Una escultura que fue diseñada para la Exposición de 1888 por Gaietá Buïgas (1851-1919). Las ramas representadas en la escultura en cuestión son de cáñamo.

La verdad es que la elección no pudo ser más acertada, ya que en los barcos del primer viaje colombino había, al menos, 80 toneladas de cáñamo en forma de redes, cuerdas, velas y otros útiles. De no haber sido por esta planta es muy posible que el marinero genovés no hubiese llegado al Nuevo Mundo.

El primo menos sexy de la marihuana

El cáñamo ( Cannabis sativa ) es una planta fácil de cultivar, de crecimiento rápido y productivo. En realidad, se trata de una variedad de cannabis con ciertas singularidades . Por una parte, produce fibras de excelente calidad y, por otra, contiene menos del 0.2% de tetrahidrocannabinol, el responsable del conocidísimo efecto psicoactivo del cannabis.

Su historia tiene unos 10.000 años de antigüedad. Los chinos fueron los primeros en cultivarla y emplearla con fines medicinales, sabemos que usaban sus raíces para disolver los coágulos de sangre y tratar algunos tipos de infecciones.

Dioscórides –médico personal del emperador Nerón– fue el farmacólogo más famoso de la antigüedad. Escribió un libro titulado « Materia medica » en donde compiló más de seiscientas plantas medicinales, entre las que incluyó el cáñamo.

Fue precisamente este galeno romano el que la bautizó con el nombre latino con el que la conocemos en la actualidad, al tiempo que recomendaba su utilización para calmar el dolor de oído y disminuir el apetito sexual.

Siglos después el médico árabe Avicena también lo incluyó en su conocido « Canon de la medicina », que fue durante años uno de los libros de texto más utilizados en las universidades europeas.

De la navegación al papel

A lo largo de la Historia el cáñamo ha disfrutado de un enorme protagonismo. Los griegos lo usaban para fabricar textiles, ropas y puentes . Entre los siglos seis y quince desempeñó un papel crucial en la navegación, ya que todos los barcos eran aparejados con cuerdas y velas de cáñamo.

En el siglo XIII adquirió un nuevo desempeño, la producción del papel. Fueron impresas en papel confeccionado con esta planta la Biblia de Gutenberg (1455) y la Declaración de la Independencia de Estados Unidos (1776), entre otras.

A todo esto, hay que sumar sus usos terapéuticos, el cáñamo se administró durante centurias como tónico relajante y analgésico durante el parto . Todas estas utilidades respaldaron que –en el siglo decimonónico– un tratado francés se refiriese al cáñamo como la planta más útil de la Historia de la Humanidad.

La planta que llevamos a América

Los hilos de los velámenes y las maromas de las carabelas colombinas estaban fabricados de cáñamo, así como la estopa que se colocaba entre los tablones antes de ser calafateados. Estas utilidades estaban respaldadas por la resistencia de la fibra al efecto del agua salada.

Pero el uso de esta planta no se limitaba a los aprestos, la ropa de los marineros también estaba realizada con fibra de cáñamo , el diario del capitán era de papel de cáñamo, así como la Biblia impresas que se llevaban a bordo. Las cuales se leían a la luz de lámparas, cómo no, de aceite de cáñamo.

Así mismo, en las bodegas de las embarcaciones había toneladas de semillas de cáñamo, que fueron usadas como alimento durante los meses que duró el viaje. No fue mala elección, ya que contienen una elevada cantidad de fibra y una alta concentración de lípidos. Estas semillas son ricas en ácido alfa-linolénico y ácidos grasos omega-3, cuya función protectora cardiovascular está más que demostrada.

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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