Louis Pasteur, el químico que más vidas ha salvado en la Historia

Este año se cumple el bicentenario del nacimiento de uno de los grandes benefactores de la humanidad

Estudio de microbiología de Pasteur Wikipedia

Pedro Gargantilla

Este año se cumple el bicentenario del nacimiento de uno de los grandes benefactores de la humanidad, el químico francés Louis Pasteur (1822-1895). Su nombre ha quedado unido de forma indisoluble al proceso térmico que se encarga de reducir la presencia de agentes patógenos -la pasteurización- pero su legado en el campo de la microbiología va mucho más lejos.

Desde los inicios de su carrera investigadora mostró una especial sensibilidad por los procesos de la fermentación del vino y la cerveza, descubriendo que era la presencia de microorganismos los responsables del proceso por el cual las bebidas alcohólicas perdían sus cualidades organolépticas y se agriaban con el paso del tiempo.

Para evitar este desagradable proceso en 1864 desarrolló un método para esterilizarlas, consistía básicamente en calentar las bebidas para eliminar las bacterias, fue el primer paso del conocido proceso de pasteurización.

Un año después el gobierno francés solicitó su ayuda para resolver la causa de una terrible enfermedad que estaba acabando con los gusanos de seda en el sur de Francia y que ponía en peligro la sericultura. Pasteur emprendió una metódica investigación que culminó tras cuatro largos años de trabajo y que permitió al gobierno galo poner fin a la epidemia.

Padre de la microbiología moderna

A partir de 1870 centró su actividad investigadora en el campo de la patología infecciosa con el desarrollo de la teoría germinal o microbiana, según la cual las enfermedades infecciosas son causadas por microorganismos. Este logro supuso el pistoletazo de salida del desarrollo de las vacunas.

La primera llegó en 1881 cuando comenzó sus estudios en relación con el carbunco del ganado lanar y preparó la primera vacuna con bacterias atenuadas. La demostración de su eficacia no pudo ser más dramática, inoculó la vacuna a la mitad de un rebaño de ovejas mientras inyectaba el patógeno ( Bacillus anthracis ) a la otra mitad. Los animales vacunados sobrevivieron, el resto, murieron.

Cuatro años después, tras varios ensayos en animales, aplicó una vacuna frente a la rabia al primer ser humano -un niño de nueve años llamado Joseph Meister- que había sido mordido catorce veces por un perro rabioso. Gracias a la inoculación frente al virus consiguió salvarle la vida. Alentado por los buenos resultados aplicó la administración de patógenos atenuados a otras enfermedades –como el ántrax– sentando las bases de la vacunación moderna.

Su legado científico

En cualquier caso, su labor benefactora no debemos reducirla únicamente a su persona, debemos extenderla a sus 'apósteles' ya que sembró en ellos la mecha de la curiosidad y la perseverancia, que acabarían derivando en grandes logros científicos. Entre sus discípulos más directos destacaron especialmente tres: Emile Roux, Alexandre Yersin y Albert Calmette.

Pierre Paul Emile Roux (1853-1933) no solo colaboró estrechamente con su maestro en el desarrollo de la primera vacuna antirrábica sino que a él debemos las primeras investigaciones sobre el suero antidiftérico.

Alexandre Yersin (1863-1943) fue un médico suizo que se unió al grupo de colaboradores de Pasteur y que tiempo después descubrió el microorganismo causante de la peste y que, en su recuerdo, lleva su apellido (Yersinia pestis).

Albert Calmette (1863-1933), junto con el veterinario Jean-Marie Camille Guérin, desarrolló la cepa Micobacterium bovis de la tuberculosis, con la cual fue posible desarrollar la primera vacuna frente a la tuberculosis (BCG).

Por iniciativa de Pasteur el 14 de noviembre de 1888 abrió sus puertas el Instituto Pasteur. Desde aquel momento, y de forma infatigable, empezó una lucha que a día de hoy no ha terminado y que se ha extendido frente a la rabia, la difteria, el tétanos, el tifus, la fiebre amarilla, la tuberculosis, el zika o el sida. No hay que olvidar que fue precisamente allí donde en 1983 se consiguió aislar por vez primera el virus de la inmunodeficiencia humana.

M. Jara

Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

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