El dragón

Sant Jordi. El libro. Todos los actores cumplen el papel asignado: el editor publica, el vendedor saca el tenderete a la calle, el autor firma y el ciudadano compra. ¿Cuántos de esos libros se leerán? Peor es nada. De hecho, Sant Jordi -una fiesta a medias en día laborable- es la excusa para salir a la calle, pasear, comprar libros y rosas, y tomar el aperitivo bajo el sol de primavera. Pero, Sant Jordi es algo más. Como no podía ser de otra manera, el político aprovecha la ocasión para lanzar el mensaje. Ahí tienen ustedes a Artur Mas -sacando a colación al poeta Joan Maragall- en el mensaje institucional (?) de Sant Jordi: «cuando un pueblo elige un héroe como patrón, desea revivir la heroicidad» para superar el reto de un «pueblo que quiere decidir su futuro».

Y Artur Mas pone la guinda al pastel: hay que ir «todos a una» para superar «la magnitud de los retos» que se plantean en Cataluña. ¡Qué manera tan sutil de aludir al pueblo que quiere gobernar su futuro, al «proceso», al denominado «derecho a decidir», a la soberanía y a la necesaria unidad del movimiento independentista! Y la cosa sigue cuando Artur Mas pide que se aproveche la «celebración colectiva» de Sant Jordi para «enfrentarse a los dragones» -entre los cuales cita la «falta de respeto a nuestra identidad como pueblo y nuestra voluntad de gobernarnos». Aquí -el dragón es España-, se aprovecha todo. Última cita: «pureza en nuestro vestido, resplandor en nuestras armas, un aliento en el corazón y una sonrisa serena en la lucha más encendida». ¿Armas? ¿Lucha más encendida? Por lo demás, el President se fotografía con el libro de Josep Fontana titulado «La formació d´una identitat». Y la ANC -como no podía ser de otra manera- organiza -el día después- el enésimo happening sobre el proceso. Todo por la causa. ¿El libro? ¡Anda ya!

A este paso, la fiesta incluyente de Sant Jordi corre el riesgo de convertirse en una fiesta excluyente como la Diada del 11 de Septiembre. A ver, ¿cuál es el dragón que acecha?