el oasis catalán

Miedos

El penúltimo acto del sainete catalán -el sainete continuará: la unidad es aparente y la hoja de ruta soberanista está por escribir y practicar- se explica por el miedo de unos y otros

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Llegados al borde del precipicio, Artur Mas y Oriol Junqueras -mero instinto de supervivencia personal y política- se disculpan por ese sainete llamado «proceso», simulan unidad, acuerdan el impulso y culminación de las denominadas «estructuras de Estado» con las cuales edificar la independencia de Cataluña, y anuncian elecciones para el 27 de setiembre. Ambos ganan y pierden: no habrá la lista unitaria de Artur Mas, pero las elecciones -concesión de Oriol Junqueras- se «retrasan» a otoño; Artur Mas tendrá sus Presupuestos de ficción y Oriol Junqueras incorporará el toque social a los mismos.

Por lo demás, la fiel infantería nacionalista que moviliza al «pueblo»-Assemblea Nacional Catalana, Òmnium Cultutral y Associació de Municipis per la Independència- está satisfecha -de hecho, traga- porque el «proceso» prosigue el camino hasta la victoria final.

Y los nacionalistas contentos, si tenemos en cuenta que han diseñado una precampaña -¡menuda paliza!- de nueve meses y que la campaña oficial -toneladas de adrenalina, emoción y sentimentalismo nacionalistas- se iniciará en fecha tan señalada como el 11 de Setiembre, Diada Nacional de Cataluña. ¿De Cataluña o del nacionalismo catalán?

El penúltimo acto del sainete catalán -el sainete continuará: la unidad es aparente y la hoja de ruta soberanista está por escribir y practicar- se explica por el miedo de unos y otros.

Miedo al varapalo electoral en unas anticipadas en marzo, a perder o no conseguir el liderazgo nacionalista, a las consecuencias electorales de los recortes y la corrupción, a los efectos de Podemos en el mapa catalán, a que el «proceso» se desplomara cual castillo de naipes por falta de apoyo social y político. Artur Mas y Oriol Junqueras ganan tiempo, flotan, buscan acumular fuerzas, ocultan su fragilidad y la del «proceso», venden esperanza a los inasequibles al desaliento que todavía quedan y amenazaban con la deserción. Mientras tanto, a los ciudadanos de Cataluña nos espera un año de desgobierno.

Ver los comentarios