tribuna abierta

La cara vieja de Rosa Díez

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Rosa Díez y Carlos Monedero de Podemos mantuvieron unos minutos de discusión este pasado 22 de diciembre en el programa “Las mañanas” de la Cuatro sobre la regeneración y el cambio que necesita España. Rosa Díez aprovechó la oportunidad para perorar sobre los objetivos de su partido y los entresijos de su proyecto. Monedero se concentró en promover el argumento estrella del suyo: la idea de que, como los dirigentes de Podemos son más jóvenes que otros, su discurso también lo es. Y la ocasión era buena para que el espectador constatara la crudeza de la comparación en directo. Así que desde el principio se dirigió a la líder de Upyd con el apelativo “Doña” para marcar distancias de sazón vital, contrapuso “viejas caras” a “caras nuevas” y se permitió comentarios mordaces como cuando Díez tuvo el, digamos, desliz generacional de mencionar a la banda de rock alemana “Scorpions”.

Por lo que se colegía, era una buena pista de su pertenencia a una generación antañona sin nada actual que decir y que mejor haría quitándose de en medio. Pienso que el clima desdeñosamente condescendiente que creó Monedero en el programa fue altamente insultante para una gran parte de la población.

Tan discriminatorio e injusto como el sexismo o el racismo es el “edaísmo”, aunque no parece que se le dé la importancia que en realidad tiene. Cierto que la mayor parte de los inventos, descubrimientos u obras de arte o literarias se dan en los años jóvenes, particularmente en la primera etapa veinteañera. Pero, cuidado, hablamos de genios. La mayor parte de los ciudadanos corrientes, politólogos incluidos, tenemos que conformarnos con ir acumulando conocimientos y experiencias para lograr ofrecer al prójimo en algún momento algo medianamente útil y consistente. Por ello no es extraordinario que a muchos les pille eso en la madurez. Monedero ya no tiene 20 años. Podríamos decir, incluso, que ya se le pasa el arroz, y de momento sólo le escuchamos refritos ideológicos y propuestas pasadas por los chándales sudados de algunos dictadores. En este país de pícaros, Monedero anima a su adversaria a autoinmolarse con lo que denomina “un ejercicio de generosidad” porque ahora se lleva otro perfil. Uno que, oh, casualidad, como en estas oposiciones a medida en las que se exige macramé avanzado a los nuevos opositores (precisamente lo que domina la cuñada del alcalde), corresponde milimétricamente con las hechuras de Podemos.

Justamente ahora, cuando la mayor parte de la población se halla en una franja más allá de la cuarentena, una franja azotada por el paro y que no verá la jubilación hasta los 70 años se les dice que sí, que “pueden”, pero fuera de la vista del público a causa de su cara vieja. Siguiendo con este razonamiento, yo le diría a Monedero que se mire al espejo y vea que de la primera juventud solamente le queda el acné de sus doctrinas. Y aproveche y le ceda el paso a pimpollos de 22 como Marc Bartomeu, que ha de tener por fuerza las ideas más frescas que las suyas.

Teresa Giménez Barbat es escritora

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