Jonathan Pérez Ginel 'El Jona' no ha venido a la final a lucir tipo, por muy bonito que sea o muy justificado que esté: son peones (obreros) que se juegan su futuro en un tablero de ajedrez. Tampoco a presumir de voces, por más que el arrojo con el que se proyectan se adapte como un guante al punzante repertorio de estos 'sacrificaos', la comparsa de la clase obrera.
El Jona ha venido a esta final a decir cosas importantes. La primera letra de pasodoble arranca con el refrán de que el tiempo todo lo cura como pretexto para hablar del dolor que se convierte en enfermedad. Con enorme sensibilidad, hecho que contrapone el tono agresivo mostrado a lo largo de todo el concurso, relata el calvario que supone el transcurso de un enfermo en las listas de espera. Durísima crítica al sistema sanitario público desde una historia humana. Muy bien tratada.
La segunda letra de la tanda presentaba un tono absolutamente distinto ¿La chirigota es la reina? ¿La comparsa es la que se impone? No. Son los coros los que manejan el carnaval, ha asegurado la comparsa de El Jona, que ha facilitado hasta cifras para impugnar el comportamiento de estos «sirvientes de la alcaldía» que negocian con los derechos del resto de carnavaleros. Letra muy valiente que traerá cola.
Buena tanda de cuplés. El primero, a las camisetas de fútbol; el segundo, muy gaditano, recrea un jocoso episodio junto a su perro a la entrada de un establecimiento. El grupo canta con arrojo un repertorio muy sólido. El concurso de la comparsa de El Jona ha acabado siendo muy notable.
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